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Crece preocupación en la Unión Europea por la amenaza de la inversión china

Inicialmente, el influjo desde Beijing era muy necesario. Sin embargo, el valiente compromiso del continente con el libre comercio y los mercados abiertos podría convertirse en una vulnerabilidad estratégica.

Por: Anders Fogh Rasmussen | Publicado: Lunes 27 de noviembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Durante el Congreso del Partido Comunista Chino el mes pasado, el presidente Xi Jinping se distanció del antiguo principio de ascenso prudente de China. El objetivo ahora es colocar al país firmemente en el centro del escenario global para el año 2050, impulsado por la enorme inversión china tanto en las economías industrializadas como en los países en desarrollo.

Al parecer, esto beneficia a todos, incluyendo a Europa. Pero dada la naturaleza y amplitud de la inversión china, lo que parece ser buen negocio tal vez podría llevar a nuestro sistema de mercado abierto a un punto de ruptura.

Europa es el principal actor en este drama: como el sustento del sistema comercial global (dada la actitud proteccionista de EEUU con respecto al comercio) y como el principal blanco de la fuerza de inversión de Beijing.

Inicialmente, la inversión china era muy necesaria. La crisis financiera dejó a Europa con una brecha de inversión de 330 mil millones de euros. Viendo una oportunidad, China ha aumentado sus inversiones en toda Europa en 1.500% desde 2010. Como defensor del libre comercio, normalmente diría que esto es positivo para la economía europea.

Sin embargo, el valiente compromiso del continente con el libre comercio y los mercados abiertos podría convertirse en una vulnerabilidad estratégica. No deben subestimarse los riesgos de una combinación tóxica de leviatanes estatales y la inversión agresiva en los sectores de tecnología y en la infraestructura crítica del continente.

Inversión en infraestructura

La enorme inversión en efectivo de China se centró inicialmente en proyectos de infraestructura en economías europeas en dificultades en los bordes del sur de la eurozona, con oportunidades creadas por las crisis en Portugal, Grecia, Italia y España. Casi la mitad de todas las inversiones chinas se realizaron solamente en los países del sur en 2015.

Estas inversiones ya han tenido un impacto en las decisiones de política exterior de la Unión Europea. En julio, los Estados miembros de la UE que han recibido importantes inversiones chinas diluyeron la declaración que siguió a una decisión que afirmaba que los reclamos de Beijing sobre los derechos y recursos marítimos en el Mar de China Meridional eran incompatibles con el derecho internacional.

Esta acción no fue aislada, sólo unas semanas más tarde Grecia bloqueó una declaración criticando el historial de derechos humanos de China.

Esto debería preocupar a otros países de la UE. Pero no es todo. En los últimos años, la atención de Beijing también se ha centrado en el norte de Europa, principalmente en el sector tecnológico. Esto ha alimentado la creciente preocupación de que las inversiones de alta tecnología se están utilizando para eludir el embargo de armas de la UE, el cual actualmente no está bien definido.

Europa está comenzando lentamente a reconocer este riesgo. Bajo una convocatoria conjunta de Berlín, París y Roma, la Comisión Europea propuso un mecanismo de detección para hacer sonar la alarma sobre las inversiones en sectores sensibles. Sin embargo, esto no reconoce la magnitud del desafío.

Mirando a las normas

Un sistema de alerta temprana en toda Europa no compensará la falta de normas nacionales de detección en quince Estados de la UE. Las medidas son discrecionales y mucho menos estrictas que las que vemos en cualquier otra nación del G7.

En Japón, por ejemplo, las grandes inversiones en sectores sensibles requieren la aprobación del Ministerio de Finanzas. El Reino Unido ha propuesto un proyecto de ley para reducir su umbral y ampliar el alcance de su marco de evaluación de inversiones.

EEUU ha tenido al menos tres intentos del Congreso para ajustar sus normas ya estrictas sólo en 2017.

Sin embargo, incluso la propuesta relativamente modesta de la comisión, que no otorga poder de veto sobre las decisiones de inversión, ha sido criticada.

Una alianza de los Estados miembros que dependen de la generosidad de Beijing y los Estados del norte que comercian libremente están intentando bloquearla. El argumento es que la detección demasiado estricta introducirá el proteccionismo por sigilo.

Mi punto es el opuesto: al no garantizar que la UE tenga un mecanismo sólido, nos abrimos al proteccionismo chino, especialmente en algunos de nuestros sectores más sensibles.

Implementar mayores límites a la inversión extranjera no es un intento de distorsionar el mercado, sino de proteger el sistema de comercio abierto basado en reglas de abuso. El enfoque no puede ser negro o blanco. Los Estados miembros europeos se mostrarán reacios a ceder a la UE decisiones clave sobre inversiones en sus sectores nacionales. Y el Tratado de la UE no proporciona una base sólida para hacerlo.

Pero desarrollar un marco regulatorio débil le enviará una señal a China de que dividir a Europa puede funcionar. Finalmente, esto va a determinar la manera en que Europa se va a preparar para lo que se convertirá en la contienda decisiva de este siglo entre el comercio abierto, el sistema basado en reglas y las ambiciones de China.

Para impulsar la posición de Europa como el último gran bastión del comercio libre y abierto, nuestro lema debe ser que para que el comercio sea libre, debe ser justo.

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