Tres adultos jóvenes en una pequeña oficina de Londres escuchan un coaching sobre cómo lidiar con el estrés. No son abogados ni banqueros agotados, sino aspirantes a contratistas tecnológicos. Su autismo, sumado a sus habilidades en el desarrollo de códigos los han llevado hasta Auticon, una firma alemana que se especializa en ubicar a personas con estas características en el mercado laboral, especialmente en el área de la tecnología.
Tras obtener un diploma en diseño de juegos, Tom Cowley (29 años), ha tenido problemas para obtener un empleo. Ahora espera que Auticon lo ayude. Junto con la belga Passwerk y la danesa Specialisterne, es una de las pocas consultoras en todo el mundo que coloca a trabajadores autistas en empresas tecnológicas.
Los autistas son, con frecuencia, incomprendidos debido a su condición, que los afecta de formas diversas. Algunos tienen dificultades para hablar con otras personas, pero otros son altamente articulados. Cowley admite que a veces puede parecer un poco descortés.
Pero muchas veces tienen talentos extraordinarios, según Auticon. Muchos son capaces de reconocer patrones o errores en grandes cantidades de datos, tienen un excelente pensamiento lógico, y una perspectiva fresca para resolver problemas. La mayoría son meticulosos, registran altos niveles de concentración y son autodidactas.
Según datos de 2010, en el Reino Unido un 26% de los graduados con autismo estaba desempleado seis meses después de completar su educación, tres veces más que el promedio. Phil Evans explica que en las entrevistas de trabajo sus potenciales empleadores los encuentran “robóticos”, y pasan por alto sus habilidades y conocimiento.
Esta condición afecta a una elevada proporción de la población. En EEUU, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, uno de cada 68 niños son autistas, y en el caso de los varones, uno de cada 42. Algunos estiman que la cifra puede ser mayor. Un estudio de 2011 de Autism Speaks en Corea del Sur encontró que la cifra llegaba a uno de cada 38 niños.
Dirk Müller-Remus, fundador de Auticon, es un desarrollador de software cuyo hijo Ricardo fue diagnosticado en 2007 con el síndrome de Asperger, un tipo de autismo, a los catorce años. “Sus dificultades de interacción social y comunicación se volvieron más evidentes”, dijo.
Un año después, Müller-Remus y su esposa asistieron a una charla donde 25 personas con autismo, la mayoría de las cuales tenían altos niveles de capacitación profesional, compartieron sus dificultades para encontrar empleo. Todos estaban cesantes. Müller-Remus estaba impactado y resolvió iniciar una compañía para enfocarse en las fortalezas de las personas autistas con habilidades técnicas.
Ejemplos de vida
Martin Neumann ha estado trabajando como consultor para Auticon en Alemania por los últimos cuatro años. Solía tener, junto a un amigo, una compañía de planificación de ingeniería civil. Se encargaba de la expertice técnica y su cofundador era la cara pública, encargado de las comunicaciones con los clientes y la creación de redes. Esto funcionó perfectamente hasta que su socio enfermó y Neumann tuvo que asumir sus responsabilidades.
“No pude hacerlo. El estrés me desgató”, dice. Esto condujo al agotamiento y en una visita al médico fue diagnosticado con la enfermedad. El hombre de 55 años de edad había sentido toda su vida que “o era un extraño o los demás lo eran”.
Poco después, Neumann se encontró con Auticon. Sus conocimientos en programación lo colocaban dentro de la alta demanda.
Esto ayuda a que un entrenador informe a sus nuevos colegas sobre sus necesidades. “Los neurotípicos”, un neologismo utilizado en la comunidad autista para definir a personas que no están en el espectro, necesitan “chequear cómo estuvo tu día”, dice Neumann. “Yo no lo necesito. Lo encuentro estresante. Es como un tercer o cuarto idioma. No lo entiendo del todo”.
Emma Jones, coordinadora de asociaciones y formación para el empleo de la Sociedad Nacional de Autismo, dice que algunos empleadores hacen suposiciones basadas en un conocimiento parcial de la condición. Algunos miembros autistas del personal pueden querer trabajar solos en un cubículo, mientras otros encuentran el trabajo en solitario deprimente, por ejemplo. Ella recuerda a una mujer autista que fue transferida del empleo que amaba al departamento de finanzas tras ser diagnosticada, porque asumieron que sería buena con las cifras. “Ella odiaba las matemáticas”, dice Jones.
Viola Sommer, jefa de operaciones en Auticon, dice que emplear personas con autismo puede impulsar el negocio. La brutal honestidad de algunos de sus consultores autistas han crispado los ánimos. Pero, si esa honestidad significa señalar que un proyecto no va a funcionar, cuando otros no se atreven, es positivo.