Incluso sin dinero ni trabajo estable desde que llegó a Colombia en julio, Eduardo ha recuperado la mayor parte del peso que había perdido en su hogar, en Venezuela.
El ingeniero de sistemas de 44 años solía ganar US$ 18 al mes en su ciudad natal de Barquisimeto, pero eso no era suficiente para alimentarlo a él y a su hijo debido a la rampante inflación y la escasez crónica de comida y medicinas, mientras Venezuela se hunde aún más en la crisis económica.
Eduardo, quien declinó dar su verdadero nombre porque es una inmigrante ilegal, dijo que ha estado trabajando “en esto y aquello mientras un amigo me ayuda” en Bogotá. “Al menos puedo encontrar comida aquí. En Venezuela, a todos nos faltaba algo de comer”.
No hace mucho tiempo atrás durante su sangrienta historia, Colombia vivió su propio éxodo. Pero eso se ha revertido mientras un posible acuerdo de paz con el movimiento rebelde FARC se acerca y mientras Venezuela se hunde en la desesperación bajo el poder de Nicolás Maduro, su impopular presidente.
“La mayoría de las familias (en Venezuela) espera que alguno de sus miembros se vaya, a algún otro país, para que envíe dinero”, dijo Eduardo.
Su experiencia se replica en un contador venezolano que llegó a Colombia este fin de semana y está determinado a quedarse aun si “tengo que quedarme un alguna esquina vendiendo arepas”.
Un alto oficial de inmigración colombiano confirmó la tendencia: “el número de venezolanos cruzando a Colombia, legal o ilegalmente, ha aumentado muchísimo”.
En los últimos dos meses, en escenas que recuerdan la caída del Muro de Berlín, alrededor de 300.000 venezolanos han inundado la frontera previamente cerrada para comprar comida y medicinas. Muchos se han quedado.
Huyendo de la crisis
España y Panamá también han registrado una alta afluencia de venezolanos, principalmente de clase media y adinerados.
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999, los venezolanos comenzaron a partir: primero, los petroleros despedidos; luego los empresarios evitando los controles cambiaros; luego los estudiantes que buscaban mejores oportunidades. Personas de todos los estratos sociales se desesperan cada vez más por abandonar lo que observadores han descrito como una crisis humanitaria en proceso.
Aquellos que se quedan atrás, se enfrentan a la crónica escasez de alimentos y medicinas, el ascenso de la tasa de homicidios, una inflación galopante y el declive de las libertades democráticas.
Un venezolano fue reportado muerto intentando alcanzar la isla caribeña de Aruba en una balsa improvisada. “En el peor escenario, estallará una guerra civil y la gente, en grandes cantidades, abordará botes”, dijo Glenn Sulvaran, miembro del parlamento de la cercana isla de Curaçao.
Venezuela está en el tope de la lista de solicitudes de asilo, sólo por detrás de China y México, de acuerdo al Pew Research Center, con el número de peticiones aumentando 168% respecto del año pasado.
Guyana, uno de los países más pobres de Latinoamérica, está deportando venezolanos que van en búsqueda de comida. El Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU dijo que el número de venezolanos pidiendo estatus de refugiados ha aumentado desde 127 en 2000 a 10.300 el año pasado.
Tomás Páez Bravo, profesor de sociología de la Universidad Central de Venezuela, dijo que un estimado de 1,8 millón de personas han salido del país en los últimos 17 años.
La caída de los precios del petróleo llegó en momentos para impulsar la peor crisis económica, política y social de la historia de Venezuela.