Las mejores noticias de una semana negra fue que Angela Merkel, la canciller alemana, está asumiendo un rol preponderante en la respuesta de la UE ante el resultado del Brexit. Lo que necesita Europa ahora es un período de parálisis en el centro, y Merkel es la persona perfecta para brindar eso.
La canciller es una política poco eficaz. Rara vez se mueve con rapidez para adelantarse a un problema que avanza velozmente, tal como se ocurrió en forma exasperante durante la crisis financiera griega.
Pero cuando una situación llama a una demora constructiva y titubeos calculados, ella es campeona mundial. Los alemanes han inventado un verbo, merkeln, que significa posponer decisiones indefinidamente.
Si bien son pocos los políticos que instintivamente buscan una solución rápida a los problemas, Merkel se especializa en encontrar tramos del camino previamente inexplorados hacia donde patear los temas.
Nunca fue más necesario que ahora contar con el talento de merkelnear. Sería desastroso que en este momento la UE comenzara las negociaciones de salida, formales o informales, con el Reino Unido. Eso forzaría la toma de decisiones apresuradas con un cronograma apurado y a echar a Gran Bretaña de la Unión Europea antes de tiempo.
Durante el proceso de elección del nuevo primer ministro, el Reino Unido necesita tiempo para decantar la importancia de la decisión y darse la oportunidad de que se desarrolle el arrepentimiento. Si a la agitación en los mercados financieros le sigue una desaceleración de la economía real, lo más probable es que quienes votaron por el Brexit empiecen a lamentar su decisión y con eso aumenten las posibilidades de que se llegue a un acuerdo final similar al status quo.
Por supuesto, a los exaltados residentes de Bruselas, Jean-Claude Juncker y Martin Schulz, respectivamente a cargo de la Comisión Europea y del Parlamento, nada les gustaría más que empujar al Reino Unido hacia una salida temprana y seguir adelante con su proyecto federalista.
Pero Merkel se especializa en permitir que los hombres arrogantes, como Edmud Stoiber a quien ella sucedió como líder de los demócratas cristianos o Gerhard Schroeder a quien ella reemplazó en el cargo de canciller alemán se noqueen a sí mismos antes de silenciosamente tomar el poder. Si Juncker y Schulz piensan que pueden intimidar al Reino Unido para que salga rápido de la UE, o si el próximo primer ministro inglés imagina que puede presionar a los líderes europeos para cerrar un buen acuerdo, ella es justo la persona para bloquearlos y no dejarlos actuar.
Por el contrario, si el próximo premier necesita tiempo para convencer a la opinión británica de que apoye una relación estrecha con la UE, ella puede brindar un escudo para hacer eso. (La verdadera solución británica sería nunca invocar el Artículo 50 para dejar la Unión y esperar a que todos los demás sean tan amables de mencionarlo, pero la paciencia de Europea frente a los caprichos del Reino Unido está en su punto más bajo).
Merkel enfrenta uno de sus grandes desafíos: insertarse entre los exaltados de Bruselas y los imbéciles de Londres. Dejemos que el pedido salga desde el Círculo Ártico hacia el Mediterráneo y desde las Azores hasta el Báltico: Canciller, un continente espera que usted haga lo que mejor sabe hacer, que es no hacer nada. En nombre nuestro y por amor a Europa, usted debe posponer, tergiversar y demorar con toda su fuerza. Le rogamos que nos merkeln hacia la salvación.