Chile bajo presión para actualizar sus leyes de migración
Con un nuevo gobierno y un nuevo Congreso que acaba de tomar posesión de su cargo, las autoridades tienen un arduo trabajo por delante.
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La inmigración es foco de debate en Chile tras un aumento reciente en la llegada de extranjeros, motivada por la reputación del país como el más seguro y desarrollado de América Latina. Aunque Chile ha sido tradicionalmente un país receptor de inmigrantes, ha habido informes de violencia racista contra los recién llegados. El nuevo presidente, Sebastián Piñera, ha prometido ser más estricto con la inmigración, y se proponen cambios a la obsoleta ley de inmigración.
Chile tiene una larga historia de inmigración, aunque no en la misma medida que otros países sudamericanos como Argentina o Brasil. Históricamente, la mayoría de los migrantes provenían de Europa y Medio Oriente, aunque desde mediados del siglo XX, provienen de los países vecinos. El país también ha aceptado refugiados de los Balcanes, Irak y Siria en los últimos años.
Sin embargo, ha habido un reciente aumento en las llegadas desde Venezuela y Haití, ya que ambos países han enfrentado graves problemas económicos, lo que ha obligado a sus habitantes a buscar oportunidades en otros lugares. En el pasado, el principal destino de esos migrantes era Estados Unidos, pero los cambios recientes en la política de inmigración por parte de la administración del presidente Donald Trump, los han forzado a considerar Chile como una alternativa.
Ingreso como turistas
La mayoría de los extranjeros que vienen al país lo hacen como turistas. Esto es especialmente cierto en el caso de los haitianos, ya que Chile es uno de los pocos países del mundo que les permite entrar sin una visa. Bajo las reglas de migración existentes, los turistas pueden obtener una visa de trabajo vinculada a un contrato si pueden encontrar un empleo. Según cifras de la Subsecretaría de Turismo, 111.430 haitianos y 156.150 venezolanos ingresaron al país en 2017. Estas cifras se comparan con los 46.962 haitianos y 71.034 venezolanos que ingresaron en 2016 y los 4.087 haitianos y 33.182 venezolanos que lo hicieron en 2014. Dada la situación económica en ambos países, es muy poco probable que estos flujos estuvieran motivados exclusivamente por el turismo.
Hoy, cerca de 600 mil extranjeros están viviendo en Chile, un 300% más que en 2006. El número de solicitantes de visa también ha crecido, subiendo a 165.656 en 2016, desde 109,434 en 2015, según cifras del departamento de migración del Ministerio del Interior.
El aumento de haitianos que llegan al país se refleja en que ahora hay vuelos directos entre la capital haitiana, Puerto Príncipe, y la capital de Chile, Santiago, a cargo de una aerolínea chilena: Latin American Wings (LAW). El 5 de marzo, LAW decidió suspender los vuelos por quince días, debido al creciente número de ciudadanos haitianos declarados inadmisibles por la policía fronteriza chilena. El aumento de la inmigración desde Haití también ha obligado a Chile a adaptarse a las necesidades de los inmigrantes haitianos, ya que la mayoría no habla español. Edificios públicos -como hospitales- o algunas entidades del sector privado, como los sitios de construcción, han puesto letreros en kreyol que enumeran los derechos y deberes de los trabajadores haitianos.
¿Habrá nueva ley?
Piñera anunció planes para modernizar las políticas migratorias existentes. La ley actual de inmigración ha estado vigente desde 1975, y los expertos coinciden en que necesita una actualización seria. Una de las críticas a la ley actual es su hostilidad hacia los inmigrantes, dado su enfoque de seguridad nacional. La policía fronteriza tiene amplias facultades para decidir quién entra o no.
Algunos de los cambios anunciados por Piñera en su programa incluyen la renovación del marco institucional existente para los migrantes, así como el fortalecimiento de la subsecretaría del Interior y el departamento de migración, las dos unidades del gobierno encargadas de tratar el tema. Las propuestas de Piñera también consideran la creación de visas para trabajadores altamente calificados, agilizar el proceso de deportación en caso de que se viole la normativa, implementar controles fronterizos efectivos y prohibir el ingreso a extranjeros con antecedentes penales. También, se garantizarán los derechos de los migrantes a acceder a educación y servicios de salud, en línea con los derechos de los ciudadanos chilenos.
Piñera presentó un proyecto de ley de inmigración al Congreso durante su primer mandato (2010-2014), pero no logró ganar tracción. Su sucesora, Michelle Bachelet (2014-2018), también presentó un proyecto de ley de inmigración en agosto de 2017, pero tampoco avanzó en el Congreso.
La aprobación de una nueva ley de migración está lejos de estar asegurada, ya que la nueva administración tendrá que lidiar con varias necesidades legislativas en sus primeros meses en el cargo, incluidos cambios en el sistema de pensiones del país y una nueva reforma tributaria, entre otros asuntos. Sin embargo, existe un reconocimiento en todo el espectro político de la necesidad de actualizar las reglas de migración existentes. Con un nuevo gobierno y un nuevo Congreso que acaba de tomar posesión de su cargo, las autoridades tienen un arduo trabajo por delante.