La inflación en Argentina volvió a acelerarse en marzo pasado, con un alza del 4,8 %, la más alta del último año y medio, un fenómeno que preocupa en momentos en que la debilitada economía del país suramericano afronta los inciertos efectos de la segunda ola de Covid-19.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos informó este jueves que los precios al consumidor en Argentina se situaron en marzo algo más que un punto porcentual por encima de la tasa del 3,6 % registrada en febrero, cuando la inflación había mostrado una leve moderación tras el repunte de los precios en diciembre y enero.
El índice registrado en el tercer mes del año es el más elevado desde septiembre de 2019.
En tanto, los precios al consumidor avanzaron en marzo un 42,6 % en términos interanuales y acumularon un alza del 13 % en el primer trimestre del año.
De acuerdo con el informe oficial, entre las subidas registradas en marzo se destacaron las de servicios educativos (28,5 %) e indumentaria (10,8 %).
Pero el alza con mayor incidencia en el indicador -y que activa las alarmas por su impacto en el costo de la cesta básica y en el nivel de pobreza- ha sido el de alimentos y bebidas: 4,6 % en relación a febrero y 44,8 % en términos interanuales.
El Gobierno dijo este jueves que adoptará medidas para contener la subida de precios de los alimentos y garantizar el abastecimiento.
Los precios al consumidor habían acumulado el año pasado una subida del 36,1 %, logrando una desaceleración respecto al 53,8 % verificado en 2019, en un contexto de recesión económica iniciada en 2018 y que se ha profundizado por la pandemia de la Covid-19.
Estimación de la auroridad
Mientras los economistas privados que mensualmente consulta el Banco Central para su informe de expectativas proyectan en promedio para este año una inflación del 46 %, el Gobierno de Alberto Fernández mantiene una previsión del 29 % para 2021.
"Dada la inexistencia de un plan de ataque a la inflación, los distintos factores que la alimentan seguirán operando a lo largo del año", advirtió Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía, de la Universidad de Belgrano.
Aun están pendientes de actualización precios de combustibles y tarifas de servicios públicos, mientras que los altos precios internacionales de los granos que exporta Argentina presionan los valores de los alimentos en el mercado doméstico.
A ello se suma que, de no ceder la pandemia y eventualmente aumentar los fondos que el Estado debe destinar a atender la crisis sanitaria y económica, un mayor déficit fiscal obligaría a una mayor emisión monetaria, con impacto en la inflación.
"En resumen, ya no se trata de saber si la inflación anual alcanzará al 29 % propuesto por la autoridad económica, sino si se podrá evitar que vuelva a un nivel cercano al 53,8 % registrado en 2019", afirmó Beker.