Más de 100 personas murieron y otras 25
resultaron heridas hoy en el aeropuerto de Madrid-Barajas al
estrellarse un avión de la compañía Spanair segundos después de
despegar, en el peor accidente aéreo ocurrido en España desde 1985.
El siniestro ocurrió cuando el avión de Spanair, con código
compartido con la alemana Lufthansa y con destino a Las Palmas de
Gran Canaria (archipiélago atlántico español), impactó contra el
suelo junto a una de las pistas, se partió y se incendió.
Miembros de los equipos médicos y de rescate citados por diversas
fuentes afirmaron que entre los restos de la aeronave, que quedó
prácticamente destruida, había numerosos cuerpos carbonizados.
A bordo viajaban 164 pasajeros y 9 tripulantes, sobre los que no
se ha facilitado por el momento las identidades o nacionalidades.
Las cajas negras del avión fueron recuperadas y serán el
principal elemento de investigación del siniestro, sobre cuyas
causas por el momento no se han facilitado datos concretos.
Un juez de Madrid se hizo cargo de manera inmediata de la
investigación del accidente y ordenó un informe sobre el contenido
de las cajas negras, que registran la actividad de los instrumentos
y las conversaciones en la cabina y con los controladores aéreos.
Fuentes jurídicas informaron a Efe de que el magistrado se
trasladó al aeropuerto, al frente de una comisión judicial, para
proceder al levantamiento de los cadáveres.
Los cuerpos del centenar de fallecidos fueron trasladados a un
recinto ferial próximo al aeropuerto, donde la policía científica y
los forenses procedieron a las primeras labores de identificación.
Para ello se habilitó un equipo de una veintena de forenses y una
sala refrigerada para la conservación de los cuerpos, en el mismo
lugar donde se instaló la morgue para las 191 víctimas mortales de
los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
El avión siniestrado, una aeronave modelo MD-82 salió con una
hora de retraso del aeropuerto madrileño, según fuentes
aeroportuarias, que no precisaron las causas de la demora.
El jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y
varios ministros interrumpieron sus vacaciones y viajaron a Madrid
para seguir de cerca los detalles en torno al accidente.
Las autoridades del aeropuerto de Barajas, uno de los más
importantes de Europa por ser punto de conexión entre el viejo
continente y América Latina, declaró la situación de emergencia, que
es el grado máximo de alerta, y reunió el "gabinete de crisis".
Allí se vivieron escenas de dolor entre los familiares y amigos
de los pasajeros que viajaban en el avión siniestrado.
Cruz Roja Española desplazó sendos equipos psicosociales al
aeropuerto madrileño y a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria
para atender a los afectados y a sus familiares.
Como es habitual en este tipo de siniestros, las autoridades se
mostraron cautas y dieron información con cuentagotas, lo que
incrementó el sentimiento de ansiedad.
El padre de la pasajera Leticia Morillo contó que no sabía nada
de su hija, que habló con ella antes de que saliera el vuelo hacia
Gran Canaria, pero que ahora su celular "no está operativo".
Otro familiar de un pasajero del vuelo explicó que en el avión de
Spanair viajaba un nieto suyo pequeño y, aunque pensaba que "el niño
está bien", reconoció no tener noticias claras sobre lo sucedido.
Otros familiares de pasajeros optaron por viajar hasta Madrid a
media tarde en otro avión fletado por la compañía Spanair.
La ciudad de Madrid y el Gobierno de la región en la que está la
capital de España decretaron tres días de luto oficial a partir del
jueves, en señal de duelo por las víctimas del accidente aéreo.