La remota ciudad surcoreana de PyeongChang se convertirá, a partir de hoy, en protagonista del deporte, pero también de la política internacional. Los Juegos Olímpicos que se realizarán por más de dos semanas tendrán el ingrediente añadido de la participación de Corea del Norte, en momentos en que los liderazgos de ambos países de la península, divididos por la historia, comienzan a delinear un diálogo.
El acercamiento no favorece a Estados Unidos, que busca mantener la presión sobre el régimen de Kim Yong-un para obligarlo a desechar su programa nuclear, que el año pasado desarrolló su primer misil intercontinental capaz de alcanzar territorio estadounidense.
Ayer, en una conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre el desarme, el representante de la Casa Blanca, Robert Wood, manifestó que “Rusia, China y Corea del Norte están aumentando sus arsenales, (...) y, en algunos casos, buscando el desarrollo de nuevas capacidades nucleares para amenazar a otros países pacíficos”.
Alertó que el régimen norcoreano “podría estar ahora a sólo meses de (lograr) la capacidad de atacar a EEUU con misiles nucleares”.
Las palabras de Wood llegaron el mismo día en que el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, aterrizó en Asia para participar de la cerremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno en PyeongChang el viernes, donde buscará mantener la presión contra Kim.
En respuesta, el diplomático norcoreano Ju Yong Chol acusó a Washington de buscar tensar la península, a través del “despliegue de grandes activos nucleares” que, según él, “están diseñados para atacar preventivamente” a su país.
La tregua
Los JJOO marcarán un hito histórico: el líder ceremonial norcoreano, Kim Yong-nam, se convertirá en la autoridad de mayor rango en cruzar la frontera desde el fin de la guerra, en 1953.
La Casa Blanca busca mostrar que la participación de Pyongyang es una falsa señal de apertura y buena voluntad. Para ilustrar su punto, Pence irá acompañado del padre de Otto Wambier, estudiante estadounidense que murió en Corea del Norte en junio, tras estar detenido durante 17 meses. Un funcionario del gobierno de Donald Trump dijo a Reuters que ello pretende “recordar al mundo de las atrocidades que ocurren” en el país.
Ello se contrapone al optimismo de Seúl, donde el presidente Moon Jae-in, espera que el evento deportivo abra la puerta a un diálogo que incluya los programas de defensa de ambas naciones.