El Banco Central Europeo estima que el programa de compra de activos que comenzó a aplicar en marzo está funcionando exitosamente, pero advirtió que eso no significa que vayan a concluirlo antes de lo programado.
Luego de la reunión de política monetaria realizada ayer, el presidente del organismo, Mario Draghi, declaró que el alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) está "procediendo bien" y detalló que las medidas adoptadas "han contribuido a una flexibilización amplia en las condiciones financieras, a una recuperación en las expectativas de inflación y a condiciones de préstamo más favorables para las firmas y los hogares".
Tras la publicación del dato de inflación de la zona euro de mayo, que fue mejor al esperado, algunos analistas sugirieron que el ente emisor podría ponerle fin al estímulo antes de septiembre de 2016. Sin embargo, Draghi fue categórico en rechazar dicha propuesta.
"Lograr nuestros objetivos es condicional de la completa implementación de nuestra postura de política monetaria", sostuvo en conferencia de prensa después de que los funcionarios mantuvieron sin cambios las tasas de interés.
El banquero acotó que no han discutido un plan de salida y que aún están muy lejos de esa etapa.
Carsten Brzeski, economista jefe de ING, argumentó en una nota que los comentarios de Draghi muestran que "el BCE está consciente de las inminentes especulaciones de reducción y claramente quiere moderarlas. Sin embargo, se necesitarán más guías a futuro y una agilización de la comunicación para mantener las especulaciones a raya".
Menos impulso
Al analizar la economía del bloque, el experto italiano admitió que la actividad ha perdido algo de dinamismo y que los datos no han cumplido con las expectativas.
"La recuperación está en camino exactamente según nuestras proyecciones. Sin embargo, habíamos esperado cifras de crecimiento más robustas que nuestras estimaciones originales", manifestó antes de agregar que "ha habido una modesta pérdida de impulso" debido principalmente a acontecimientos en los mercados emergentes.
En todo caso, las autoridades prevén que el repunte se ampliará en el futuro dado el apoyo de la política monetaria y el avance en la consolidación fiscal y las reformas estructurales.
Con todo, el equipo del Eurosistema encargado de los pronósticos macroeconómicos mantuvo casi sin cambios las estimaciones para el PIB de la región. Los expertos auguran que la economía se expandirá 1,5% este año, 1,9% el próximo y 2% en 2017. Esta última cifra fue corregida a la baja en una décima frente a la predicción de marzo.
Jonathan Loynes, economista jefe para Europa de Capital Economics, cree que el BCE tendrá que ampliar la actual ayuda para garantizar una mejora sostenida.
"Como los efectos positivos de los menores precios del petróleo y del euro más débil desaparecerán el próximo año, creemos que el BCE tendrá que seguir a la Reserva Federal de Estados Unidos y al Banco de Inglaterra en extender su programa de QE al menos una vez si quiere asegurar la mayor recuperación en la economía implícita en sus propios pronósticos", escribió en una nota a clientes.
Los augurios para la inflación durante 2015 fueron revisados desde 0% a 0,3% y se mantuvieron en 1,5% para 2016 y 1,8% para el año subsiguiente.
Volatilidad del mercado
Respecto de la reciente volatilidad que ha experimentado el mercado de los bonos, Draghi aseveró que los inversionistas deberían "acostumbrarse a los períodos de mayor volatilidad", ya que las agitaciones son inevitables en un ambiente en que los precios de activos son más altos, las tasas de interés son muy bajas y el crecimiento y la inflación están mejorando.
Tras la conferencia, el rendimiento del bono alemán subió a 0,88%, su máximo desde noviembre.
Grecia amenaza con no pagar préstamo del FMI
A sólo tres días de que venza el plazo para que Grecia pague un préstamo por 303 millones de euros al Fondo Monetario Internacional, el gobierno heleno amenazó con no realizar el desembolso si no hay un acuerdo para entregarle más recursos.
Nikos Filis, vocero del partido Syriza, afirmó en una entrevista con Mega TV que "si no hay posibilidad de un acuerdo para el viernes o el lunes, no sé exactamente cuándo, no pagaremos".
Estas declaraciones se produjeron horas antes de una crucial reunión que sostuvo en Bruselas el primer ministro griego Alexis Tsipras con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y Jeroem Dijsselbloem, jefe del Eurogrupo.
En la sesión, las autoridades europeas le presentaron un plan diseñado por la Comisión, el Banco Central Europeo y el FMI durante la reunión de líderes del lunes que estuvo encabezada por la canciller alemana, Angela Merkel.
Tsipras también elaboró su propio plan y su intención era discutir dichas medidas en la capital belga. El premier llamó a los socios de la zona euro a mostrar algo de "realismo" y solicitó un pacto que le permitiera a su país escapar de "la asfixia económica".
Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas de Alemania que ha defendido una postura dura ante la situación griega, aseguró que una lectura inicial de las reformas sugeridas por Atenas indicaba que las conversaciones para obtener fondos frescos tomarán tiempo.
"No tengo ninguna información de que algo decisivo haya cambiado en términos de sustancia", manifestó en un evento en Berlín.
Antes del encuentro en Bruselas, Tsipras conversó por teléfono con Merkel y con el presidente francés, François Hollande. Según un funcionario citado por Reuters, "los tres líderes estuvieron de acuerdo en la necesidad de un superávit presupuestario primario para Grecia y en la urgencia de una solución inmediata".
El mandatario galo se mostró confiado en que se llegará a un acuerdo a tiempo.
Por su parte, Mario Draghi, presidente del BCE, sostuvo que la entidad "quiere que Grecia se mantenga en el euro, pero debería haber un acuerdo sólido", lo que significa que debería promover el crecimiento económico y asegurar la igualdad social, la sostenibilidad fiscal y la estabilidad financiera de la nación.
Si bien no quiso dar detalles de la reunión del lunes a la que él asistió, el economista expresó que existe una "fuerte voluntad" por parte de Grecia y sus acreedores para alcanzar un acuerdo.