POR PAULA PEÑALOZA
Las sequías, el deterioro del ecosistema y la pérdida de especies, entre otros daños del cambio climático, han planteado el uso de nuevas soluciones y tecnologías como una necesidad en América Latina, principalmente para la sostenibilidad del agua.
Y en esa línea, para Roberto Parra, investigador y profesor del Centro del Agua para América Latina y el Caribe, una de las más innovadoras “es el tratamiento de aguas residuales con algas marinas, que contrarresta el cambio climático y que tiene varias ventajas”, comenta.
Para el experto mexicano, que se presentará en la “Water Week Latinoamérica” que organizan Diario Financiero y Fundación Chile entre el 17 y 22 de marzo, las microalgas en el tratamiento de aguas residuales permiten la generación de energía, mejorar el tratamiento de lodos y los metabolitos secundarios. Además, disminuyen la calidad de los contaminantes más difíciles de estas aguas, como los nitratos y los fosfatos, que para las microalgas son nutrientes esenciales para su cultivo.
“Tanto México como Chile tienen una gran oportunidad de utilizar a la máxima capacidad las plantas de tratamiento existentes y la construcción de otras nuevas con tecnologías limpias de valor agregado con microalgas, logrando procesos sostenibles y siendo un ejemplo en América Latina y el mundo”, sostiene.
Aunque el uso de las microalgas se remonta a la primera mitad de la década de los ‘50 y “pese a que aún se encuentra en estado joven para el tratamiento de agua”, ya han obtenido resultados éxitosos comprobados por universidades y centros de investigación.
“Hace unos dos mil millones de años, fue gracias a estos organismos fotosintéticos que la atmósfera se enriqueció de oxígeno y dio origen a la generación de microorganismos”, precisa Parra, añadiendo que por cada kilo de biomasa de microalgas producida, se mitigan 1,8 kilogramos de C02 y se producen 1,6 kilogramos de oxígeno.
Por otro lado, al analizar el uso de agua tratada durante el cultivo de microalgas para la producción de biodiésel, se ha evidenciado que ahorraría hasta un 90% de agua y las emisiones de CO2 se verían reducidas considerablemente.
Caso de éxito
Actualmente existen algunas plantas pilotos que usan las aguas residuales de la industria para el cultivo de algas.
Ese es el caso de la compañía SOLIX, que inició sus operaciones en 2009 al sureste de Colorado, en Estados Unidos. La planta, pionera a nivel mundial, cuenta con aproximadamente 150 mil litros de cultivo de microalgas.
Parra explica que “utiliza las aguas residuales generadas durante la producción de metano acumulado en mantos carboníferos y utiliza el CO2 de una planta de lavado de aminas (compuestos químicos orgánicos) adyacente y, de esta manera, la biomasa de microalgas que es producida se usa para extracción de aceite”.