Llegó un momento en que en los negocios se acabaron las oportunidades para generar más márgenes siendo más productivos o mejorando las operaciones. Por ello hubo que crear más demanda, y la solución fue acudir al diseño. Así lo expresa el que fue presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Diseño y actual director de Procorp, Gonzalo Castillo. “Desde la Revolución Industrial, el diseño ha sido una herramienta estratégica para contribuir en los negocios a través de la creación de productos y servicios para hacer más eficientes los procesos productivos, contribuyendo a través de la experiencia de uso y mejorando la relación de los productos con los usuarios. Esto se obtiene con la información que se recoge por medio de la observación de los usuarios y del conocimiento amplio del cliente”, explica.
Etapas
A partir de esta idea es que, a juicio de Castillo, se incorpora la innovación en los productos a través de herramientas dentro de las que hoy destaca el design thinking. “Se trata de una forma de trabajar que se está implementando en las organizaciones no solamente para innovar, sino que para generar un entorno creativo y una cultura innovadora. Complementa a las herramientas tradicionales y se basa en todo lo contrario a un focus group, es decir, en lugar de preguntarle a los clientes sus necesidades se anticipa a ellos, viviendo la experiencia de ser un cliente más”. Este modo de investigar en Chile, según Castillo, está en “etapa de evangelización” y se orienta hacia los empresarios que desean correr riesgos para obtener mayores márgenes. “Así, entenderán que las oportunidades de nuevos negocios están en otras maneras de hacer las cosas, y el design thinking es una de ellas”, advierte el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Añade que esta técnica se desarrolla a través del pensamiento abductivo asociado a la creatividad, dejando de lado los tradicionales procesos deductivos que utilizan las empresas que aún no se suman a esta corriente, la que se inició en 2008 en la reconocida agencia IDEO de Palo Alto, en California. “Las empresas usualmente funcionan en etapas sucesivas sin cometer errores, casi como un manual de operaciones. De esa manera no le dejan espacio a la innovación, ni a abrir más mercado, y menos a crear demanda nueva”.
Para implementar esta metodología se requiere seguir una serie de etapas. La primera es la observación, luego viene la denominada tormenta de ideas, donde un equipo multidisciplinario piensa los pasos que vendrán; el insight del consumidor, donde se descubren sus necesidades latentes, y finalmente el prototipeo rápido de los modelos básicos y a bajo costo de la posible solución.
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