Con el análisis de que lo peor del shock que ocasionó la pandemia en la economía “se iba dejando atrás”, el Consejo del Banco Central en su Reunión de Política Monetaria (RPM) de fines de marzo aclaró que para su primer ajuste de tasa no es necesario retirar previamente las medidas no convencionales que ha desplegado junto a los recortes que la tienen en su nivel mínimo técnico hace poco más de un año.
En este contexto, en que si bien las perspectivas para la economía “habían mejorado”, todos los consejeros concordaron en que “la convergencia de la inflación a la meta en el horizonte de política requería que la política monetaria siguiera siendo altamente expansiva”, con lo que la Tasa de Política Monetaria permanecería en 0,5% “durante varios trimestres”, de acuerdo con la minuta publicada este jueves, sin anticiparse alzas durante este año.
Ante esto, en un escenario de recuperación -aún considerados todos los riesgos y dudas sobre la evolución futura de la economía-, “se acercaba el momento en que la política monetaria volvería a ser implementada de la manera tradicional, donde el impulso estaba determinado por el nivel de la TPM y la orientación que el Consejo entregaba sobre ella”.
Para ello, los miembros del Consejo que asistieron a la reunión, Pablo García, Alberto Naudon, Rosanna Costa Costa junto al presidente de la entidad, Mario Marcel aclararon que no se requería que “las medidas extraordinarias tomadas durante la pandemia se extinguieran de forma previa” como la FCIC y el programa de compra de bonos. Estas últimas, según explica el reporte “tenían condiciones de monto y vigencia que ya estaban definidas y, de no mediar cambios, se extinguirían con el solo paso del tiempo”. Eso sí, destacaron que ello "no era obstáculo para que el Banco realizara, de ser necesario, las adecuaciones que permitieran ir acomodando el fin de estas medidas cuando ese plazo llegara”.