Una de las pocas noticias positivas en materia económica del año pasado fue la inesperada resiliencia del mercado laboral.
A pesar de la marcada desaceleración del PIB, la tasa de desempleo se mantuvo baja en el país e, inclusive, se redujo hacia finales del año pasado, para alcanzar niveles de 6,1% en el trimestre móvil septiembre-noviembre. Cifras que ha celebrado el gobierno, recordando que las expectativas del mercado hablaban de una desocupación que en 2015 superaría el 8%.
Argumentos que rebate Libertad y Desarrollo (LyD). En un informe, el think tank identifica a lo menos ocho síntomas de que ha aumentado la precariedad laboral en los últimos dos años, a pesar de la caída en la tasa de desempleo.
Dicho esto, advierte que el crecimiento de la ocupación medido en 12 meses se redujo casi a la mitad, a 1,6% desde el avance de 3% para el período 2011-2013.
También, recalca que la fuerza de trabajo se ha desacelerado, pasando de expandirse desde 2,2% a 1,7% en el mismo periodo.
“Esta menor expansión de la oferta laboral se explica en parte por factores demográficos y tiene como contrapartida un aumento de los inactivos, que de crecer a un ritmo anual de 0,7% entre 2011 y 2013, duplicaron su tasa de expansión en los últimos dos años, a un 1,4%”, señala la economista de LyD, Cecilia Cifuentes.
El informe argumenta que la mantención de la tasa de desocupación se debería, entre otros factores, a la caída de las horas trabajadas, que bajaron de 39 a 38,8 semanales en el último trimestre, además de la disminución en el número de trabajadores que realiza horas extraordinarias.
¿Cuál es el verdadero desempleo?
El informe realiza un ejercicio práctico y corrige la tasa de desempleo general en base a tres indicadores para obtener una desocupación que efectivamente mide el nivel de calidad del trabajo.
Así, las correcciones incorporadas al indicador tradicional son sumar a los desocupados los inactivos potencialmente activos (trabajadores “desalentados”), los iniciadores (inactivos que declaran estar por iniciar alguna actividad) y los trabajadores que se desempeñan en jornadas parciales, pero que están dispuestos a trabajar más horas.
Hecho el cálculo, la tasa de desempleo “corregida” ascendería a 23%, cifra alta pero por debajo del 28% que se ubicaba en 2012.
“Dado que la definición de desempleo establecida por la OIT es muy poco estricta respecto del criterio de las horas trabajadas, es necesario complementar la información que entrega la tasa de desempleo con otras series estadísticas que dan una visión más completa”, señala Cifuentes.
De hecho, recalca el informe, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se encuentra trabajando en esta línea para entregar cifras aproximadas a una tasa de desempleo “corregida”.
Empeora la percepción
LyD utiliza los datos de su encuesta de percepción de empleo para dar cuenta del deterioro de las expectativas de las personas respecto del mercado laboral.
Así, en el sondeo de diciembre se incrementó a 44% el porcentaje de familias que declara que al menos uno de sus miembros está sin trabajo.
El temor a perder el empleo se mantiene en un “elevado” nivel de 38% de los encuestados (ver gráfico).
“Es preocupante también el hecho de que el porcentaje de personas que tiene poco temor a perder su fuente laboral también se encuentra en un mínimo histórico de 29%”, recalca el informe del Instituto Libertad y Desarrollo.
