No creo que se puedan definir con claridad las bases ideológicas del gobierno
Posiblemente por no contar con una mayoría parlamentaria en el Congreso Nacional, el gobierno (de Sebastián Piñera) ha intentado ser más técnico que político, y ha buscado mimetizarse con el establishment de la Concertación.
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Patricia Arancibia Clavel
Esta es una entrevista sui generis, realizada vía mail. Renato Cristi Becker es un destacado académico que salió de Chile a fines de la década del 60, luego de estudiar en el colegio Saint George y Filosofía en la Universidad Católica. Se estableció en Canadá, donde luego de doctorarse en Toronto, ejerce como profesor de Filosofía Política en la Wilfrid Laurier University. En su juventud conoció de cerca y adscribió al pensamiento del padre Osvaldo Lira y de Jaime Guzmán. Sin militancia política, posteriormente siguió estrechamente y con espíritu crítico la evolución de las ideas de derecha, siendo autor, entre otros, de tres documentados libros: El pensamiento Conservador en Chile, con Carlos Ruiz (1992); El pensamiento político de Jaime Guzmán. (2000) y La República en Chile con Pablo Ruiz Tagle (2006).
Abierto y bien dispuesto a conversar con Diario Financiero, Renato Cristi nos entrega una visión aguda y desde arriba del marco ideológico en que se mueven actualmente las fuerzas políticas de la centroderecha y de la Concertación, base de una discusión necesaria, pero que lamentablemente no está en la mira más bien pragmática de nuestra clase política.
-¿Qué bases ideológicas están detrás del gobierno de Piñera?
-No me parece que se puedan definir con claridad las bases ideológicas del gobierno de Piñera. Posiblemente por no contar con una mayoría parlamentaria en el Congreso Nacional, su gobierno ha intentado ser más técnico que político, y ha buscado mimetizarse con el establishment de la Concertación. Su triunfo como candidato de la derecha en la elección presidencial de 2010 pudo ser interpretado como un triunfo del neoliberalismo, y un retroceso para quienes deseaban profundizar las reformas de la Constitución neoliberal heredada de Pinochet. Pero es posible que su distanciamiento de los partidos que lo apoyan le haya permitido optar por una postura más oportunista y menos rígidamente partidista e ideológica. Ello se ha reflejado en medidas tales como el alza de impuestos para financiar la reconstrucción así como en las siete reformas recién anunciadas. Estas últimas están básicamente destinadas a profundizar reformas anteriores de los gobiernos de la Concertación.
-Existen diferencias doctrinarias de fondo entre los partidos de la Coalición?
-Si se considera la matriz ideológica de ambos partidos, que se manifiesta en sus respectivas declaraciones de principios, se puede constatar que no hay diferencia doctrinal alguna entre ellos. Sus declaraciones de principios son prácticamente idénticas. Se trata de documentos redactados por una sola mano, claramente la de Jaime Guzmán, en que quedan de manifiesto los aspectos más idiosincrásicos de su ideario político. Así, ambas declaraciones proclaman el principio de subsidiariedad, la economía social de mercado, y contienen elementos foráneos al constitucionalismo clásico. Uno de ellos corresponde a la noción de un poder de seguridad radicado en las fuerzas armadas como garantes de la Constitución que Guzmán obtiene del jurista español, Alvaro DOrs. Es interesante notar, sin embargo, que la Declaración de RN, en su acápite 11, condena el totalitarismo y el marxismo leninismo, a la vez que omite las referencias, que aparecen todavía hoy en la Declaración de la UDI, y que se refieren al imperialismo soviético y a la lucha contra el Partido Comunista como el agente directo de la Unión Soviética. Aunque ambos documentos han quedado afectos a un proceso de momificación ideológica, el de RN muestra, por lo menos, la intención de ponerse al día históricamente.
-Pero sí las hay en la forma de entender y hacer política
-Si consideramos aspectos de la ideología que se encarna en la práctica de ambos partidos, sí hay diferencias. Podría decirse que, en lo económico, RN es comparable al Partido Republicano, y la UDI al Tea Party. Esto adquiere una base real cuando se considera que un ideólogo prominente del Tea Party, Grover Norquist, ha mantenido una relación de larga data con la UDI. En 2006, Qué Pasa informó que Norquist sería el invitado de honor a la reunión anual de la escuela de formación de líderes de la UDI en San Esteban, a la que también asistieron Joaquín Lavín, Jovino Novoa y Hernán Büchi. Norquist es presidente de Americans for Tax Reform, un grupo de interés que aspira a minimizar el papel del Estado. Quienes no reconocen su nombre seguramente han escuchado su aserto favorito: No deseo abolir el Estado; quiero simplemente reducirlo de tamaño de modo de poder arrastrarlo a mi sala de baño y ahogarlo en la bañera. Próximo al anarco-capitalismo, Norquist piensa que para asfixiar al Estado, hay que privar a la bestia de alimentos, es decir, de los impuestos que pagan sus víctimas. Sólo así podrá eliminarse toda regulación estatal de la economía, que incluye a la salud, la educación, la previsión social, etc.
-Y, en términos prácticos?
-En términos de la realidad práctica, la diferencia principal entre la UDI y RN es más organizacional, que programática o ideológica. La UDI es un partido de cuadros altamente organizados -algunos dirían con rémoras de disciplina leninista-, mientras que RN tiene algo de montonera, en que cada uno hace y dice lo que quiere. Ello se vio graficado recientemente en el caso de Ximena Ossandón. Esto hace que RN sea un partido menos homogéneo ideológicamente, menos hiperpartidista, y más pragmático y biodiverso. Como partido, RN podría estar más dispuesto a lograr compromisos con la oposición, particularmente en lo que respecta a la agenda valórica.
-¿Hay una verdadera renovación de la derecha en Chile?
-No cabe duda que hay una renovación en el pensamiento de ciertos sectores de la derecha en Chile. En este sentido hay que tomar en cuenta la extraordinaria actividad intelectual que se desarrolla al alero del CEP. En 1986, aparece en la revista Estudios Públicos un artículo de John Rawls que critica el argumento neoliberal y al que opone una postura netamente liberal. Esta publicación anuncia el nacimiento de un nuevo pensamiento de derecha en nuestro país, que se encarna en una derecha más liberal. El liberalismo que define Rawls propone una meritocracia equitativa según la cual aquellos que provienen de familias de obreros no calificados puedan lograr igual acceso a una educación de calidad. Todos compiten, pero esta vez todos llegan al punto de partida en igualdad de condiciones y sin ventajas arbitrarias. El lastre de desigualdades substantivas que genera un sistema fundado en el mercado formal de oportunidades puede corregirse si se establece un sistema educativo que asegure una igualdad substantiva. Para Rawls este sistema significa avanzar hacia una meritocracia equitativa y dejar atrás la igualdad puramente formal de oportunidades. En todo caso, en el siglo XXI , la pregunta más relevante no es si la derecha ha logrado sacudir el lastre de los peluconismo y su concepción de un orden social jerárquico determinado por la cuna en que nacemos, sino si ha dejado atrás el fantasma del pinochetismo. Ese es el aspecto más novedoso de la propuesta de Hinzpeter.
-El tema valórico (uniones de hecho, matrimonio homosexual, aborto terapéutico etc.) ha entrado en la agenda de la derecha. ¿Hay raíces que puedan sustentarlo o es puro pragmatismo?
-Paradojalmente, habría que señalar que hay raíces en la UDI misma que permiten que el tema valórico pueda avanzar. Podría decirse que la cruz ideológica que cargan nuestros conservadores es la consolidación del liberalismo en Chile ¿No es precisamente Jaime Guzmán, católico ultramontano, quien consagra constitucionalmente el liberalismo económico y logra transformar la mentalidad de los chilenos? ¿Y no tienen que lamentar ahora los conservadores lo imposible que resulta separar el contractualismo en la moral del contractualismo en la economía?
-¿Cuál es la frontera que divide hoy a izquierdas y derechas desde una perspectiva política?
-Una clara frontera que divide hoy a la izquierda y la derecha es el anhelo de la izquierda por la consolidación de un constitucionalismo republicano. Esto significa dejar atrás la idea negativa de la libertad que la concibe como ausencia de interferencia. Lo que la izquierda aspira es a una libertad de corte republicano definida como ausencia de dominación. Muchas veces es la interferencia estatal la que nos libera de ser dominados, explotados, manipulados por otros. También aspira, y en esto adopta la agenda del liberalismo clásico, al imperio de la ley, la separación de poderes públicos, la apertura de canales de participación ciudadana y la protección de grupos minoritarios. La izquierda se compromete con los valores democráticos del auto-gobierno, la intervención del Estado en favor de la justicia, la deliberación y decisión públicas, la educación pública gratuita y obligatoria. Está por verse si la izquierda se puede comprometer con la idea de Rawls de avanzar más allá de una meritocracia equitativa. Esta no satisface el ideal de justicia que propone Rawls. Aunque el liberalismo pueda contribuir a eliminar la influencia de las contingencias sociales, siempre permite que la distribución resultante de riqueza e ingreso quede sujeta a la distribución natural de capacidades y talentos. Según Rawls, el liberalismo sigue preso de una arbitrariedad la lotería natural de los talentos.
-¿Hasta qué punto la UDI sigue fiel a los postulados de Jaime Guzmán?
-No cabe duda que la UDI mantiene fidelidad con respecto a la figura personal de Jaime Guzman y añora su indudable carisma político. Me parece también que se ha hecho un intento infructuoso de separar su actividad política en pro de la transición a la democracia del caudaloso fondo de ideas que elabora desde su juventud, particularmente entre 1970 y 1975, que lo muestran como el autor intelectual del pronunciamiento militar.
-La ultima encuesta CEP deja al desnudo la desvalorización de la política, políticos y partidos. ¿A qué se debe este fenómeno?
-La peor herencia de la dictadura ha sido la desvalorización de lo público y de la política. Algunos de quienes hoy gobiernan son ex funcionarios del régimen militar o adhieren a sus postulados. Y, en general, los políticos no se han renovado. Tienden a ser los mismos del año 1990 e incluso de antes de 1973. Los partidos políticos chilenos mantienen prácticas oligárquicas y no asumen la democracia en su interior. El sistema binominal y el sistema electoral como un todo, y la ausencia de canales de participación y la manipulación de la opinión pública, genera apatía en las personas comunes.
-La Concertación vive el gran dilema de continuar o no como alianza política. El tema se relaciona con la mirada progresista y la mirada DC en su interior. ¿Tiene perspectivas a futuro?
-Es un hecho histórico que la Concertación ha sido la fuerza política más exitosa en Chile. Derrotó a la dictadura pacíficamente. Gobernó 20 años y todavía conserva importantes cuotas de poder en el Congreso y las municipalidades. En cuanto a la DC, el progresismo no está en absoluto reñido con sus ideales. Comparte el proyecto de centro izquierda de buscar la justicia social, la acción del Estado en pro de la igualdad y la libertad, la educación pública, etc. El problema de la Concertación me parece ser su renuncia a generar un nuevo proyecto político y nuevos cuadros. Creo que lo que se requiere es presentar frente a la ciudadanía una nueva épica republicana. En este sentido, habría que tomar en cuenta el ideario cívico republicano al que ha adherido Obama en Estados Unidos.