Al sur de Arizona, apenas a 100 kilómetros de la frontera con México, los trabajos en la mina John Camp (JCM) se han acelerado desde enero. Gunnison Copper, la firma a cargo del proyecto, confirmó que a partir del tercer trimestre se producirán las primeras toneladas de metal ya procesado. “Los cátodos de cobre totalmente Made in America abastecerán directamente a las cadenas de suministro de energía, defensa y manufacturas estadounidenses”, reza el comunicado de la minera.
La producción de JCM no es comparable con la de Chile. Su ley mineral es menor (0,31% versus una media de 0,56% en 2022) y las 11.380 toneladas de cátodos de cobre es apenas una fracción de las 681.000 toneladas de cátodos que produjo Chile en 2023, equivalente al 21% de la demanda global del material procesado.
Pero JCM es solo uno de los proyectos mineros que la administración de Donald Trump quiere acelerar, citando el autoabastecimiento de minerales críticos como un tema de seguridad nacional.

En 2023, EEUU produjo 1,1 millones de toneladas, equivalentes al 65% de su demanda, obligando a la importación de unas 600.000 toneladas del metal, principalmente de Chile (41%), Canadá (27%) y México (7%), según cifras de ING Research.
Con su nivel de producción, EEUU se ubica quinto en la tabla mundial, detrás de China. Pero hay una decena de proyectos mineros detenidos por problemas legales y medioambientales desde hace más de una década. Según un análisis de Benchmark Minerals, los proyectos mineros pendientes podrían sumar dos millones de toneladas anuales al suministro de cobre de EEUU. Es decir, EEUU podría producir 3,1 millones de toneladas, convirtiéndose en el segundo a nivel mundial detrás de Chile (5 millones) y superando a Perú (2,6 millones).
El principal proyecto en la lista es Resolution, la mina de Rio Tinto (55%) y BHP (45%) también en Arizona. El proyecto, con una vida mínima de 40 años, podría generar 454.000 toneladas métricas de cobre anuales, suficiente para cubrir un cuarto de la demanda actual de EEUU. Al igual que JCM, el cobre de Resolution contaría con una ventaja sobre el metal importado desde Chile u otros países: el sello Made in America.

La tendencia no es nueva, cita un experto de la industria. Desde la interrupción de las cadenas de suministro por la pandemia de Covid-19, varios países identificaron el riesgo de la dependencia de China en el abastecimiento y procesamiento de minerales clave para la elaboración de baterías y la transición energética. A lo que ahora EEUU y la Unión Europea agregan el factor militar, dadas las expectativas de un mayor gasto en defensa.
“Hay un intento de las economías occidentales de "apuntalar" las cadenas de suministro de minerales críticos. Un proceso que es probable que se acelere ante el escenario de fragmentación de la economía mundial”, apunta Kieran Tompkins, analista senior de Commodities en Capital Economics.
Ya hay señales de aceleración. En Canadá, desde el Presupuesto 2023 se incluyó un beneficio tributario de 30% a las mineras que realicen proyectos de exploración minera. Según un estudio de S&P Global Intelligence, a octubre pasado, Canadá es el país donde más ha aumentado el presupuesto para exploración de nuevas minas de cobre. Mientras Australia y Chile están entre los países donde estos presupuestos han sufrido la mayor contracción.
La Unión Europea, que no tiene entre sus 27 miembros ninguna potencia minera, identificó 47 proyectos que recibirán financiamiento directo para producir minerales críticos, entre ellos cobre y litio. En la lista aparecen cinco minas de cobre, en proyectos que incluyen, además de la extracción del mineral, su procesamiento. Otros cinco son proyectos de reciclaje del metal.
“Aquí es donde la Unión Europea puede avanzar más rápido. Ya tienen empresas importantes de reciclaje, y podrían aumentar la producción de cobre a partir de chatarra sin grandes problemas”, explica un asesor internacional de una de las grandes mineras en Chile.
La industria ve en el reciclaje una fuente de suministro cada vez más importante. En 2023, el cobre refinado a partir de fuentes secundarias alcanzó un 17% de las 26,6 millones de toneladas, según cifras del Grupo Internacional de Estudios sobre el Cobre.
El monto podría llegar a 25%, según el ejecutivo entrevistado.
El plan de EEUU
En EEUU, la Casa Blanca ha declarado la minería una prioridad. A pesar del discurso de un interés por garantizar el autoabastecimiento de minerales para la transición energética, la administración de Joe Biden dio prioridad a la política industrial a favor de la fabricación de semiconductores y energías limpias. Incluso, en 2021, Resolution, el proyecto de Rio Tinto/BHP vio revocado el permiso entregado por el primer Gobierno de Trump en 2019, en demanda de nuevas consultas medioambientales por protestas de las comunidades indígenas de la zona (Oak Flat).
Mientras Twin Metals, el proyecto de cobre de Antofagasta Plc cerca de una reserva natural en Minnesota, fue golpeado en 2023 con una moratoria de 20 años a las actividades mineras en la zona por el posible impacto medioambiental.
“Tenemos el firme deseo de invertir más en Estados Unidos, sobre todo en cobre… Está claro que bajo la administración Trump, hay un creciente reconocimiento de la necesidad de fuentes nacionales de cobre y otros materiales críticos en los EEUU, para apoyar la fabricación y el futuro energético del país”, declaró Katie Jackson, jefa de la división de Cobre de RioTinto, en reacción a la firma de una orden ejecutiva de parte de Trump para impulsar la industria minera.
El 20 de marzo, el mandatario de EEUU firmó una orden ejecutiva, dando 10 días a las agencias federales involucradas en el otorgamiento de permisos mineros para que identifiquen los proyectos que puedan ser aprobados de inmediato; y que se acelere la aprobación de otros que estén pendientes. También ordena al Secretario del Interior identificar todas las tierras federales con depósitos minerales y priorizar su uso para la producción minera, modificando los planes de uso del suelo si fuera necesario.
Organizaciones medioambientales en Minnesota, por ejemplo, se declararon de inmediato en alerta y condenaron la orden ejecutiva que podría levantar la moratoria que ha frenado hasta ahora el proyecto de Antofagasta, y otros.
Mientras, las acciones de Northern Dinasty Minerals (NDM) saltaron 32% tras la acción de Trump. Según la firma, su proyecto, Pebble, en Alaska, es el mayor yacimiento de cobre sin explotar del mundo.
A pesar del entusiasmo del mercado, NDM optó por mayor cautela. La minera emitió un comunicado recordando que, si bien la orden ejecutiva implica un cambio en el ambiente político hacia la minería, no anula las restricciones impuestas por la Agencia Medioambiental en 2023.
El Proyecto Pebble ha sido duramente criticado por su posible impacto en el ecosistema de la Bahía de Bristol, una de las mayores reservas de salmón salvaje del planeta.
En la misma línea, el asesor internacional de la minera chilena duda sobre el impacto de la medida de Trump. “Su decisión de gobernar con órdenes ejecutivas es un intento por sortear al Congreso. Pero EEUU no es una dictadura, y la orden ejecutiva no cambia los requerimientos medioambientales o regulaciones de uso de tierras, por lo que las decisiones o permisos amparados bajo esta orden enfrentan -de seguro- batallas legales”, plantea.
Reconoce que Chile sí tendría una mayor competencia, en términos de una mayor producción de EEUU, si es que el Congreso -en donde Trump y los republicanos tienen mayoría- pasan los cambios regulatorios vía un proyecto de ley.
Pero aún así, la incertidumbre generada por la Casa Blanca hace difícil proyectar un aumento de las inversiones en el corto plazo.
“¿Quién va a invertir cientos de millones de dólares en un país donde la política económica cambia en cuestión de horas? El dinero no va donde hay incertidumbre”, pregunta el ejecutivo.
Dicha incertidumbre es producto de la otra parte de la estrategia de la Casa Blanca. Al igual que con otras industrias, la administración de Trump plantea que con el alza de aranceles a las importaciones puede movilizar las inversiones para la producción doméstica.
“Si siguen adelante, los aranceles sobre las importaciones de cobre a todos los socios comerciales afectarán a Chile en la medida en que se produzca una cierta destrucción de la demanda, los proveedores ofrezcan algún descuento, o alguna combinación de ambas reacciones. Dado que sería un arancel general para todos los socios comerciales de EEUU, no conduciría a ningún tipo de sustitución hacia otros proveedores”, apunta Tompkins de Capital Economics.
Algunos actores de la industria aún están convencidos de que la Casa Blanca no cumplirá con la amenaza arancelaria al cobre, dado que la medida aumentaría de inmediato los costos para el 35% del metal consumido por el país, ante la incapacidad de aumentar la producción por varios años.
Pero, apunta Tompkins, “los economistas se están dando cuenta rápidamente de que sería ingenuo suponer que EEUU no hará algo porque no le conviene”.
Posibles excesos
Otra amenaza para la industria general, no sólo en Chile, es una demanda menor a la esperada por el metal. Al igual que varios CEO de la industria, Olivia Markham, coadministradora del BlackRock World Mining Fund, ha planteado que el precio del cobre debería alcanzar los US$12.000 dólares por tonelada (unos US$ 5,44 por libra) para incentivar una ola de inversiones en nuevos proyectos.
De ahí que los estudios augurando un aumento acelerado de la demanda, por la transición energética y la Inteligencia Artificial, que se han publicado en los últimos años fueron bienvenidos por la industria.
Sin embargo, el mencionado “boom de la demanda” se está postergando cada vez más, a consecuencia de la menor demanda en China, la desaceleración de la transición energética, y el esperado impacto en el crecimiento, a consecuencia de la guerra comercial.
De forma estructural, la industria del cobre avanza hacia un déficit, debido a la falta de inversiones en nuevos proyectos. Proyecciones de S&P Global consideran que la producción mundial de las minas actuales de cobre alcanzará su peak entre 2025 y 2026, con 23,5 millones de toneladas, para luego caer a una tasa de 2,3% anual hacia 2035.
Pero en el corto plazo, el mercado no enfrenta un déficit. Es más, si bien hay cierta estrechez en el suministro de concentrado de cobre, hay un exceso de producción de metal refinado, lo que ha llevado a China a parar sus principales fundidoras, equivalentes a un 10% de su producción.
Para los analistas de Capital Economics, el déficit en la industria del cobre no se sentirá hasta la segunda mitad de la década. Por el contrario, anticipan que la corrección aún pendiente en el sector inmobiliario chino neutralizará la demanda generada por la transición energética, por lo que incluso proyectan una caída del precio del metal en torno a los US$8.000-US$8.500 por tonelada este y el próximo año.
Esto último se convierte en otra amenaza para la industria del cobre chilena. La antigüedad de las minas y la caída en las leyes del mineral reclaman con urgencia nuevas inversiones en exploración y desarrollo.
En numerosos foros en los dos últimos años, las principales mineras han acusado la falta de incentivos para invertir en el país, citando la permisología y la incertidumbre tributaria entre los principales problemas.
En momentos en que la incertidumbre aumenta en EEUU, quizás Chile pueda aprovechar la coyuntura para aumentar su atractivo para las mineras y asegurar inversiones para mantener su liderazgo en la industria en las próximas décadas. 