"Es evidente que el pastelazo de Penta nos está pegando a todos". Fue la frase con que el timonel de Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, dejó de manifiesto algo que muchos dirigentes de su partido se venían guardando hace semanas: La molestia y preocupación en la casona de Antonio Varas por la forma cómo sus socios han manejado la crisis provocada por el llamado caso Penta y que involucra a emblemáticas figuras del gremialismo.
El escándalo inevitablemente está arrastrando al sector a una debacle que quedó en evidencia con la última encuesta Adimark, según la cual en un solo mes la Alianza bajó de un 20% a un 11% de aprobación. Una cifra que además se transformó en la voz de alerta respecto de la necesidad de iniciar un proceso que revierta el mal momento y le dé un reimpulso al sector.
Aunque la directiva gremialista trató de enviar la señal de que hay que tomarse con calma las desalentadoras cifras, sus aliados no están muy convencidos de querer esperar a que pase el chaparrón y asumir unidos los costos electorales que presumen significará este mal momento de la UDI. De ahí la presión pública que distintas figuras de RN comenzaron a ejercer para que el gremialismo termine con lo que perciben como una defensa corporativa y tomen definiciones a corto plazo, en un intento por dar el punta pie inicial a la fórmula que permita sortear este episodio.
En medio de este escenario poco promisorio para varios, un alto dirigente de la UDI ve en las elecciones municipales de octubre de 2016 la salida al conflicto. El personero tiene la convicción de que el desafío del partido es sortear con éxito las elecciones municipales del próximo año y de paso demostrar que la tienda puede atraer a su electorado por las ideas que representa y no sólo por los recursos que invierte en períodos de campaña. Un mito que la colectividad ha debido sobrellevar desde que comenzó su proceso de crecimiento y que para la clase política habría sido corroborado con el estallido del caso Penta.
El triunfo que necesita la UDI
En la misma línea del dirigente, un histórico fundador de la UDI sostiene que en el partido "hay una cierta coincidencia de que en la elección municipal nos jugamos la vida por un rato largo, por lo que las principales figuras que quedaron disponibles, tras el gobierno de Piñera, tienen que y van a ser candidatos".
Su interpretación es que si la noche de la elección, la UDI puede mostrar a su electorado y al país que recuperó y ganó un paquete de comunas emblemáticas podrá decir que dejó atrás lo más difícil del conflicto en que se encuentra.
Así se entiende que el gremialismo le esté dando prioridad a la labor de preparar el desafío municipal. Sobre todo, porque –según como lo plantea éste histórico- el voto voluntario requiere de una "logística" mucho más intensa que el sufragio obligatorio.
Esto se hace extensivo para la Alianza, ya que el "escándalo Penta", como lo definió el propio secretario general de RN Mario Desbordes, habría arrastrado a Renovación, según los datos de la última encuesta Adimark que alarmaron a los habitantes de la casona de Antonio Varas y los hizo reaccionar con dureza frente a sus socios.
De hecho, a menos de una semana de la firma del protocolo que le dio vida a la institucionalización de la derecha, el pacto se ve amenazado por una eventual guerra civil, justamente porque desde RN no ven suficiente firmeza de parte de los dirigentes de la UDI para tomar medidas sancionadoras al interior del partido y que, muy por el contrario, habrían optado por la defensa corporativa.
Por otro lado, existe una mirada mayoritaria en cuanto a que tal como están las cosas, "la actual directiva no puede sostenerse hasta abril". En ese contexto sería imprescindible que la UDI estuviera discutiendo no el nombre del eventual reemplazo del timonel Ernesto Silva, sino qué es lo que deberá hacer. Es decir, se tendría que estar definiendo el perfil del proyecto político que se va a delinear a más largo plazo.
Levantar agenda
Más pragmático resulta ser el análisis del decano de la Facultad de gobierno de la UDD, Eugenio Guzmán. En su opinión, en el corto plazo, la Alianza debería optar por la unidad –que estos últimos días no ha sido el sello del sector- y la táctica de "construir una agenda" que tenga un relato que permita romper comunicacionalmente con el caso Penta.
Guzmán advierte que en situaciones como la que está pasando la UDI y que compromete a la Alianza se corre el riesgo de una "guerra civil" que los adversarios naturales como la Nueva Mayoría podrían usar a su favor. Por lo mismo insiste en que la coalición opositora debe generar una agenda con temas que le son propios y con los que les ha ido bien, como la reforma tributaria y educacional y, a partir de ahora, el aborto, sistema electoral y otros.
Proyecto de futuro
Y si bien hay quienes perciben en la institucionalización de la Alianza o la creación de una federación de partidos la salida al conflicto, otros estiman que estos procesos no son la fórmula mágica para salvar la situación. Aunque la unidad es necesaria, como sostiene Guzmán, también lo es un proyecto a más largo plazo en que surjan liderazgos que encarnen la mirada que el sector tiene para ofrecerle a la país.