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La difícil operación de La Moneda con la que intenta blindar a Bachelet

Para el equipo político ha sido complejo diseñar una estrategia que no afecte la credibilidad, porque sólo cuenta con información fragmentada del caso.

Por: Blanca Arthur | Publicado: Sábado 30 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Con la caída del ministro Rodrigo Peñailillo las expectativas del gobierno eran iniciar una segunda etapa con un equipo renovado que pudiera retomar la agenda, sacando del primer plano los conflictos que gatillaron el cambio de gabinete.

Pero ha sido imposible. Porque la seguidilla de antecedentes que se han ido conociendo tras la partida del titular de Interior, especialmente los relacionados con pagos de la empresa del operador político Giorgio Martelli, hace que el tema siga penando en La Moneda.

Es que apenas se supo que no sólo Peñailillo, sino más de 20 personas de su círculo recibieron dineros de dicha sociedad no sólo en la campaña sino en años antes de ésta, el gobierno no pudo marginarse de la situación. Tanto es así que el vocero Marcelo Díaz es conminado a dar explicaciones en cada oportunidad que enfrenta a la prensa.

La casi certeza de que los pagos estaban destinados a financiar al equipo que preparó la candidatura de Michelle Bachelet, mientras ella permanecía a cargo de ONU-Mujeres, ha obligado al ministro Díaz a reiterar insistentemente el mismo libreto, en el que afirma que la Presidenta no pidió ni autorizó ningún esquema recaudatorio de fondos, porque la campaña sólo comenzó a fines de marzo de 2013, cuando aceptó la postulación presidencial.

La negación a que hubiera existido lo que se ha llamado una "precampaña" o que al menos Bachelet no estaba al tanto de los detalles, es la línea acordada en La Moneda, con la que el equipo político busca blindar a la mandataria. Una decisión que implica tomar distancia de quien fuera por largos años su brazo derecho, no haciéndose cargo de los actos que éste realizó junto a su círculo, al que no sólo instaló en 2013 en el comando, sino posteriormente él mismo puso en distintos puestos de gobierno.

Esta posición fue compartida en el comité político del lunes con los presidentes de los partidos de la Nueva Mayoría, los que a pesar de sus aprensiones iniciales, terminaron alineándose con esa postura.

Pero la determinación de aferrarse a ese libreto no significa que ni el equipo político, ni los dirigentes del bloque oficialista desconozcan que se está frente a un complejo escenario, considerando que la crisis de credibilidad que terminó derrumbando al gabinete se debió precisamente a la actitud de Peñailillo de negar lo que parecía innegable, cuando intentó justificar las boletas entregadas a la sociedad de Martelli.

El grupo de Peñailillo

En La Moneda están conscientes de que no es fácil idear una estrategia que no afecte la credibilidad, porque se enfrentan al obstáculo de que hasta ahora sólo cuentan con información fragmentada puesto que ni Bachelet, ni el actual equipo, ni tampoco los dirigentes de los partidos, saben con certeza qué hizo realmente el grupo liderado por el ex ministro del Interior en la etapa que antecedió a la campaña.

Lo único que aparece como una realidad indesmentible -al punto que el mismo Díaz lo reconoció - es que este equipo de Peñailillo operó desde al menos un año antes, como articulador del regreso de Bachelet para su postulación presidencial.

Considerando el hermetismo con que se trabajó, lo que además se hizo marginando completamente a los partidos políticos de todas las decisiones, los antecedentes son pocos, aunque sí muchas las sospechas.
De hecho, éstas fueron exteriorizadas por el ministro del Interior, Jorge Burgos, quien al trazar la línea de La Moneda en Tolerancia Cero, admitió que lo ocurrido antes de marzo de 2013, era un asunto complicado, porque todo indicaba que en ese período, aparentemente algunas personas usando el nombre de la Presidenta establecieron fórmulas recaudatorias, lo que en su opinión es algo que debe radicarse en la justicia.

Por lo que se sabe o presume, especialmente después de las declaraciones del ex director del SII, Michel Jorratt, es que parte de esos recursos pudieron haberse utilizado en pagar insumos para lo que sería el programa de gobierno, como ocurrió en su caso con trabajos que contenían propuestas para lo que fue posteriormente el proyecto de reforma tributaria.

Pero crecientemente se ha ido instalando la idea, tanto en el gobierno como entre los dirigentes políticos, de que aparte de eso, los dineros que recaudaba el grupo al mando de Peñailillo por intermedio de la empresa de Martelli, eran también para financiarse en la etapa anterior a que la situación se regularizara en 2013 cuando se conformó el comando.

Frente a esa posibilidad, que se funda entre otras cosas en que se trataba de un equipo que aspiraba a tomarse el poder desligado de los partidos, lo que se estima más delicado, tal como sugirió Burgos, es que efectivamente acudieran a empresas, como SQM o las del grupo Angelini –que son las que se conocen hasta ahora- a pedir recursos para una candidatura que aparecía ganadora, sin que necesariamente fueran fondos para la campaña, sino para su propio sustento.

Esa idea es la que ha hecho que tanto el gobierno como los partidos decidieran tomar distancia de los actos del grupo integrado mayoritariamente por la llamada G-90, incluido el PPD, el que optó por no continuar con una defensa cerrada. En dicho partido indican que la decisión se tomó porque pese a ser militantes de esa tienda, nunca hicieron partícipes a sus dirigentes de sus acciones, por lo que llegaron a la conclusión de que eran ellos, comenzando por Peñailillo, a quienes les corresponde defenderse aclarando lo ocurrido.

Martelli, un paso a la verdad

En un escenario en que son pocas las certezas, porque el ex ministro del Interior no ha aclarado nada ni de manera pública ni privada acerca de los pagos de Martelli, en La Moneda entienden que el diseño estratégico para enfrentar esta situación deberá irse adecuando a la información que se conozca.

En esa línea, aun cuando consideran que a ellos nos les corresponde recabar más datos, asumen que deben estar en estado de alerta, porque no saben, por ejemplo, qué otros antecedentes pueden aparecer en el goteo de datos que se conocen día a día -como el financiamiento de los pasajes a Nueva York o la cuenta del celular de Peñailillo- para lo que se espera con especial expectación el resultado de las declaraciones que el geógrafo realiza desde el miércoles ante el fiscal Sabas Chahuán.

Tomando en cuenta que el propio fiscal nacional reconoció que era una diligencia que estaba resultando "fructífera", a lo que se suma que Martelli decidió colaborar, como también que él habría comentado que los responsables no han dado la cara, todo indicaría que sus declaraciones podrían ser un paso decisivo para conocer la verdad.

Como sea, tanto las autoridades como el mundo político presumen que lo más probable es que Martelli reconozca que actuaba sobre la base de lo que le solicitaba Peñailillo como el hombre de confianza de Bachelet, con quien incluso habría acudido donde el ex gerente general de SQM, Patricio Contesse, a agradecerle los aportes que dicha empresa les entregó.

En el marco de las presunciones, se estima que es difícil que el operador político, a pesar de haber sido recaudador de su campaña, pueda comprometer a la Presidenta, porque todas las informaciones indican que prácticamente no se conocían, puesto que él operaba con quien era su brazo derecho.

Es por eso que aun cuando sus declaraciones puedan ser determinantes en este cuadro, existe la sensación de que nada se conocerá con certeza hasta que Peñailillo desentrañe los misterios de lo ocurrido el período anterior a la campaña.

Es lo que no se sabe ni cuándo, ni cómo, aunque se presume que por tratarse de pagos irregulares, en algún momento deba hacerlo ante la Fiscalía -lo que no descartó Chahuán- pero tampoco se desestima que pueda optar incluso antes por otra fórmula que permita que La Moneda pueda salir del lío político en que está, que compromete incluso a la propia Presidenta.

Es la expectativa que tienen las actuales autoridades, entendiendo que el panorama sería otro si es que el ex ministro hubiera entregado a tiempo toda la información. Como no fue así, sus esperanzas radican en que, más temprano que tarde, lo hará de manera que cuando se conozcan los hechos se pueda confirmar su tesis en cuanto a que Bachelet nunca pidió ni autorizó un esquema recaudatorio, aun cuando no pueda desconocer que el grupo liderado por su entonces hombre fuerte, estaba preparando el terreno para que aceptara la candidatura presidencial.

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