Cristián Candia Heimpel
Mucha agua bajo el puente ha pasado para la industria salmonera. Superada la etapa de renegociación de pasivos tras la crisis por el virus ISA, el sector se abre ahora a otro escenario distinto, pero no menos complicado: el de mayores costos productivos.
Al interior de la industria, sitúan dicho incremento en torno al 30% y tienen claro a qué responden.
En materia de inversiones, los mayores costos están en dos grandes áreas: una tiene que ver con el traspaso de la smoltificación de los peces (principalmente de salmón del Atlántico) desde agua de mar a agua dulce (a tierra), lo que implica un desembolso mayor en torno al 40%, y la otra que se relaciona con los aspectos de carácter sanitario, lo que se explica básicamente por la restricción al ingreso de ovas y la aplicación de las vacunas. Respecto de los mayores costos en activos físicos, estimaciones de lo que implica el nuevo sistema productivo señalan que para cada centro se requieren unos US$ 2,5 millones, cifra que representa un alza importante respecto de lo que era operarlos con anterioridad al virus ISA. También están los costos relacionados con la bioseguridad que se pretenden para esta industria. En este punto, Carlos Odebret, gerente general de SalmonChile, comenta que los ensilajes -sistema para tratar la mortalidad de los centros de cultivo- implican del orden de US$ 50 mil por cada una, lo que multiplicado por varios centros y pisiculturas no dejan de ser una inversión mayor, señala. Otro aspecto clave son las ovas y las vacunas. Mientras las primeras han incrementado su valor en torno a un 40% producto de las restricciones que existen para su internación, las vacunas han implicado mayores costos para las empresas debido a la necesidad de aplicarla en los peces. No hay que olvidar que todos estos incrementos responden a una regulación muchos más estricta para la producción de salmones que busca evitar una nueva crisis sanitaria como la del virus ISA, episodio que le costó a esta industria cerca de US$ 2.200 millones Yariv Abramovich, vicepresidente mundial de ventas de Atlantium -empresa proveedora y que incorpora nuevas tecnologías para la desinfección y pasteurización de agua-, reconoció que estas medidas han encarecido la producción, por una parte, pero, por otra, también han rendido sus frutos en términos de mayor sobrevivencia e incrementos de productividad. A pesar de que todavía queda un largo camino y no todas las empresas cuentan con las mismas condiciones a nivel de infraestructura, distribución geográfica, pisciculturas en tierra, etc., existe una gran heterogeneidad, por lo que creemos que para algunas empresas representará un incremento de un 20% y a otras de un 30% o más, estimó Abramovich.
Al respecto, el gerente general de Salmones Itata, Gerardo Balbontín, confirma que para tener los niveles de bioseguridad se requieren sistemas que son bastante más tecnificados y, en consecuencia, más costosos". Por otro lado, agrega que los activos deben tener un período más largo de descanso, por lo que la depreciación de éstos "es mucho mayor de lo que era antes". Otro línea de inversión se relaciona con el trasporte de los peces. En esta materia, un proveedor de este servicio en la industria estima que para implementar todo lo que tiene que ver con sistemas cerrados de recirculación, desinfección de aguas, equipos de ultravioleta, en los well boats (naves que transportan los peces) se debe desembolsar entre US$ 80 mil y US$ 100 mil, y "para una flota de este tipo significa millones de dólares". Con ello, se busca impedir el traspaso de patógenos entre los barrios y los centros de cultivo. Se estima que este costo debería ser traspasado a las tarifas que se cobran a las empresas que precisan de estos servicios.
Costos se compensan
Si bien en la industria hay un amplio consenso en cuanto a que todo lo anterior implica costos no menores y que deben ser absorbidos inevitablemente en favor de un patrimonio sanitario más seguro, aclaran que ello se debería compensar con mejoras productivas al interior de la industria.
Al respecto, Odebret afirma que toda esta línea de mayores costos de producción se compensan con la productividad que tenemos. Donde antes se morían 100 peces hoy se mueren 12. Donde antes se cosechaban peces de 4,5 kilos, hoy se cosechan a 5 kilos, Donde teníamos factores de conversión de 1,2, hoy son 1,1; por lo tanto, toda la productividad se ve claramente mejorada y cualquier inversión en lo sanitario tiene un claro un retorno por el lado productivo". Balbontín comparte este juicio e indica que lo que significa la inversión en un centro y en biomasa para poder llegar al producto final es una inversión que no tiene ninguna costo significativo en términos relativos al negocio, pero sí las ventajas que tienen de trasladar las mortalidades en sistemas que no tenían la contención suficientes este es un gran avance". En este escenario, el representante de Atlantium destaca que han tenido una buena recepción por parte de los proveedores de transporte de peces vivos, donde se ha concentrado mayoritariamente el segmento de venta. "Han sido tan buenos los resultados, que en estos momentos estamos entrando y con gran interés en el negocio de las pisciculturas, donde también necesitan contar con estándares mundiales de bioseguridad para brindar una total protección de los cultivos frente al ISA y otro tipo de patologías", comentó. En cuanto a otros costos, como los alimentos para peces, desde la industria se comentó que no se espera un alza mayor en los precios de la harina y aceite de pescado, toda vez que sus costos están en dólares y este rubro se encuentra muy indexado a esta moneda. Por otro lado, ven precios estables, ya que la producción a nivel mundial se mantendrá sin grandes movimientos al menos hasta fines de año y sin grandes cambios respecto a hoy.