Eduardo Aninat define posición constitucional: “Como ciudadano, voy a votar a favor. Me costó, eso sí”
El exsecretario de Estado valora especialmente el capítulo de la propuesta que modifica el sistema político; pero alerta sobre la creación de órganos autónomos.
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El exministro de Hacienda durante la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle declinó sumarse a las cartas de economistas que, desde ese estatus, anunciaron su posición a favor o en contra de la propuesta constitucional a través de sendas cartas públicas. No. El exmilitante DC tomó el camino propio para exponer su postura. Para ello, leyó tres veces el texto que se plebiscita en diciembre, tomó notas, socializó el tema con expertos y tomó una decisión profundamente razonada, señala en esta conversación con Diario Financiero.
Y entre aquellos aspectos que destaca de la propuesta, está el cambio al sistema político, porque tiene la convicción de que “una buena parte de los problemas de la demagogia económica y de la demagogia social de Chile, durante Piñera II y durante Boric, ha sido este problema de proliferación y fragmentación del sistema político parlamentario”.
“Resumiendo en una frase general, habiéndola leído tres veces y habiendo consultado algunos aspectos legales, es una propuesta que no es el ideal, en ningún caso; pero me parece que es razonable”.
“Una buena parte de los problemas de la demagogia económica y social de Chile, durante Piñera II y durante Boric ha sido este problema de proliferación y fragmentación del sistema político”.
- En términos generales, ¿qué le parece la propuesta constitucional que se va a plebiscitar el 17 de diciembre?
- Resumiendo en una frase general, habiéndola leído tres veces y habiendo consultado algunos aspectos legales, creo que es una propuesta que no es el ideal, en ningún caso; pero me parece que es razonable. Y después de hacer un balance muy profundo y delicado, al menos en mi caso, como ciudadano, voy a votar a favor. Me costó, eso sí.
- ¿Cuáles son los elementos que usted considera que desequilibraron la balanza hacia el “a favor”?, porque varios economistas dijeron algo parecido a lo que usted plantea.
- Como ya soy viejo y he hecho hartas cosas, supongo que será por eso, hace dos semanas me persiguieron los economistas que hicieron una declaración pública en favor del apruebo, también me persiguieron los del otro lado. A ambos les contesté muy claramente con una opinión en que creo muy profundamente y es que cuando uno trata con una Constitución, con la Carta Magna que nos rige, que está por sobre las demás leyes y le da la majestad a la política, uno no puede andar opinando, para uno lado u otro, con la camiseta de economista, porque es una profesión, yo soy economista, pero hay que opinar como ciudadano. Por eso me abstuve de ambas cartas.
- Usted fue ministro de Hacienda de la Concertación, muchos de cuyos representantes abogaron todos estos años por una constitución que gozara de legitimidad democrática…
- La Concertación, sin criticarla en absoluto, fue un elemento moderador muy razonable y de enormes progresos sociales; pero hoy día el cuadro político se ha ido por otro lado. Lamento que sea así, hay un rebaraje total. Por lo tanto, cada uno debe votar en conciencia, con una evaluación muy razonada y leerse la Constitución, por lo menos el comparado. Y aquí hago un llamado a varios amigos míos que me han propuesto optar por la abstención, de que hay que comprometerse por una u otra opción. Porque, si no, creo que pierden la oportunidad. Además, para solidificar mi decisión, que va por un lado y no me quedo en abstención, que estuve bien tentado; las autoridades de este Gobierno y muchos parlamentarios de todo signo han dicho que esta es la oportunidad, no habrá más proyectos constitucionales, por lo menos los próximos tres o cuatro años. Entonces, no hay que quedarse en la casa.
- Entonces, le insisto, ¿cuáles son los elementos que lo inclinaron a optar por el “a favor”?
- Creo que lo que tiene este proyecto constitucional, muy similar a lo que propusieron los expertos, que estaba mejor, pero es lo que tenemos, es que hace bastante énfasis en la libertad; no me ocupa tanto la libertad económica, como a algunos de mis colegas economistas, sino que la libertad de opinión, la libertad solemne en el acto de tener votaciones libres, la libertad de credos religiosos, la libertad en la enseñanza, la libertad en obtener y conseguir derechos sociales y la libertad de poder aspirar a paz en la ciudad.
- ¿Cree que la ciudadanía ponga el foco en este tipo de cosas y lo valore tanto como usted?
- Para un ciudadano eso es reimportante, la gente lo minimiza. La ciudadanía debería abrir los ojos en aquellos casos que corresponda. La libertad democrática vale mucho.
Sistema político: “Repara un vacío existente”
- ¿Qué otros elementos lo indujeron a votar a favor?
- Hay que mirar las disposiciones transitorias, esto es bien importante, porque después de construir toda una catedral por la cual voy a votar a favor, con reparos, pero voy a votar a favor, deja muchas de las reformas y leyes para implementar la Constitución a largo plazo, al 2025, tal vez un poco antes alguna menor; al 2027. O sea vamos a pasar más de dos años y medio con mucho de lo mismo. Entonces, esto importa en el sistema político, de los partidos, como que hay un aplazamiento.
- No se implementa en cuanto se apruebe la nueva Constitución, como cree la gente.
- Exacto, entonces, nos ponen el incentivo, pero lo ponen muy a plazo. Actualmente existen 22 agrupaciones con rango de partido político y 26 agrupaciones, si uno cuenta los que están en formación. Eso es una locura, es volver, no sé, al año 1930, y ni siquiera, en esa época habían 10 o 12. Ahí hay un problema. Entonces, una de las grandes ventajas de este proyecto constitucional comparado con el que tenemos, Pinochet-Lagos, es que con el límite que pone del 5% para tener representación parlamentaria repara un vacío existente.
- ¿Por qué eso es tan importante para usted?
- Porque una buena parte de los problemas de la demagogia económica y de la demagogia social de Chile, durante Piñera II y durante Boric ha sido este problema de proliferación y fragmentación del sistema político parlamentario y de las agrupaciones que los acompañan. Porque todo eso es un obstáculo, menor o mayor, cada uno lo juzgará, para llegar a acuerdos y una democracia es el impulso para llegar a acuerdos, para converger, cada lado cede algo, pero ahí están atrincherados. Eso me motivó a decir sí a esta propuesta; en segundo lugar, contrario a lo que opina cierta izquierda, no toda, la izquierda exconcertación está medio callada en este punto; la otra, la nueva, la del Frente Amplio, es que sí expresamente habla de derechos sociales. Y es verdad que esos derechos sociales, que muchos no estaban en la Constitución que nos rige, para su aplicación concreta tienen que estar sustentados con recursos fiscales. ¡Y eso cómo no me va a gustar como economista!
- Lo que algunos alegan sobre ese punto es que si bien se consagran los derechos no le entrega herramientas al Estado para implementarlos, por ejemplo en materia tributaria.
- Eso, a mi juicio, no es así, rigurosamente pensado. Partamos por lo que sí es raro. En cualquier curso de Finanzas Públicas, la clásica y moderna, causa extrañeza -yo nunca lo habría sugerido en mi curso como recomendación de política pública sana-, cuando se habla de que va a haber una exención, insinúa que total, pero exención es la palabra clave, de pagos al impuesto territorial y local de bienes raíces, cuando el propietario de ese bien raíz, de cualquier tipo, habite esa casa. Después, como les dio vergüenza, porque sabían que estaban metiendo un gol de demagogia -creo yo en mi modesta opinión-, pusieron que estará sujeto a algunos indicadores de ingreso y familiares. Eso, para mí, es un absurdo. Hay una opción de política pública mucho mejor que esa.
- ¿Cuál?
- No está mencionada aquí, porque no tiene rango constitucional y no debería tenerlo, pero la verdadera discusión de política pública, es si le conviene al Estado invertir en un sector riesgoso, bien riesgoso, aunque positivo como es el litio, donde va a necesitar capital, mano de obra, tecnología, se va a endeudar como Estado; o, le conviene asociarse, en el porcentaje que corresponda, con algún nacional o extranjero privado, para desarrollarlo en conjunto y liberar ese capital, para hacer más políticas sociales, como quieren desde los republicanos hasta los comunistas. Esa es la disyuntiva verdadera. Otra cosa rara, es la creación de una agencia que tiene mucha fuerza, pero hay semiausencia de cómo se va a constituir o manejar y se refiere a la obsesión de mis colegas con la eficiencia.
“Las autonomías no siempre son óptimas”
- ¿La agencia que debiera medir la productividad de los programas?
- Exactamente. Esa agencia me parece de una importancia estratégica bien interesante. Como es ambigua todavía, no puedo pronunciarme si va a ser muy exitosa o no; pero es bien interesante. Esta agencia de evaluación que va a ser autónoma, con recursos que no sé de dónde van a sacar y va a ser grande. Me parece buena, con una salvedad, que cuando esto se implemente, en uno o dos años más, ojalá luego, se defina cuál es el carácter de autónomo que tiene.
- ¿Por qué?
- Porque las autonomías no siempre son óptimas, porque creamos otro pequeñito Frankenstein alrededor o cercano al Estado, que le está quitando tiempo, empantanando; a veces, haciendo públicas prematuramente las cosas y entrabando la verdadera eficacia social del Estado. Entonces, no le demos tanta automaticidad a una supragencia que controle a muchos ministerios, por ejemplo, Economía, Agricultura, a la propia Dipres, que es el zar de zares, de tal modo que termine entramando la velocidad y la urgencia de un programa público razonable.
- Todo lo que me dice es en parte bueno y en parte malo e igual va a votar a favor.
- Es que estoy de acuerdo con la agencia, lo que estoy criticando aquí es el grado de autonomía que le dan, porque la autonomía total… Yo hubiera preferido, tal vez no en la Constitución, pero yo le daría mucho más énfasis a la carrera pública a obligar a los que ejerzan cargos públicos, sobre todo que manejen programas sociales, programas redistributivos, programas de desarrollo, que vengan con una formación adecuada en el tema. Al final, como todo en la vida, la eficacia, que es la palabra que me gusta, no la productividad, la eficacia, se mide por el compromiso humano que tenga bien preparado al empleado público que lo ejerce. Para mi experiencia y educación técnica valen mucho más, que estar corrigiendo los daños después.
- ¿Le faltó algo a la propuesta?
- Ya que se metieron a hacer detalles que no tiene la Constitución de Pinochet-Lagos, por qué no entraron en cosas que vienen con máxima importancia a futuro. Por ejemplo, yo habría propuesto algún párrafo relacionado con las libertades y respeto a la persona ciudadana del resguardo de la privacidad de los datos personales, familiares, del hogar, de la intimidad. Aquí está viniendo un mar de cosas sobre las que esta propuesta no se pronuncia.
- ¿Qué efecto puede tener el triunfo de una u otra opción?
- Tengo un analista político estupendo cercano a mí, que después de discutir en su casa acaloradamente; al final de cuentas, me dijo ‘tampoco te hagas tanto drama Eduardo’, porque mal que mal, con la Constitución de Pinochet-Lagos, de los dos hoy día, por las modificaciones que tuvo durante el buen Gobierno de Ricardo Lagos; elegidos seis presidentes con la actual Constitución, hemos hecho reformas de todo tipo, hemos cambiado políticas sociales, se crearon los gobernadores; y, suma y sigue… Entonces, tampoco es un drama, no estamos saltando a un vacío. Esa una buena respuesta pragmática, no ideológica.