Experta en educación digital: “Es muy importante reorganizar la manera en que estamos aprendiendo”
Socióloga y docente de la UC, Magdalena Claro, considera que la irrupción de lo digital y la “virtualización” de la vida presenta tantas oportunidades como desafíos y que el impacto del uso de la tecnología depende sobre todo de quién y cómo se use.
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Cuenta que cuando hace quince años partió con sus investigaciones sobre tecnologías digitales y educación le costaba que la gente lo entendiera o lo considerara importante. Hoy es radicalmente distinto. La demanda por comprender qué significa y qué impacto tiene la irrupción tecnología en todos los ámbitos en alta y creciente.
"Esta misma consulta que hace el Ministerio de Educación sobre el uso de celulares, básicamente lo que muestra es incertidumbre, necesidad de entender", señala Magdalena Claro, socióloga, docente de la UC y experta en los desafíos de la digitalización en el sistema educativo.
-Obligada a resumir, ¿cuál diría que es el principal cambio cultural que implica esta irrupción tecnológica?
-Uno de los impactos más grandes es que se virtualiza la vida en todo ámbito, en nuestras relaciones sociales, trabajo, relaciones familiares, educación. Aparece un espacio nuevo donde nos relacionamos y donde no hay presencia física del otro, y eso replantea mucho las relaciones entre las personas. Estamos acostumbrados a una cultura de lo presencial, que tiene un valor referido a las confianzas y, cuando aparece esta nueva dimensión, genera posibilidades, pero también desconfianza, dudas.
-¿Esta desconfianza en lo digital, se da en todas las generaciones?
-Lo estamos estudiando todavía, pero creo que da de distinta manera: hay más desconfianza en las generaciones que no nacimos con lo virtual porque valoramos y porque nos criamos con los códigos culturales de que mirar a la cara al otro es la manera de saber realmente qué es lo que piensa y que una relación de calidad es aquella a la que uno le dedica tiempo físico.
En las nuevas generaciones, lo virtual y lo físico no son lo mismo, pero el espacio virtual aparece como uno más en el que me relaciono con el otro. Los niños hablan de conversar por whatsapp. Están desarrollando nuevas categorías, donde lo virtual se incorpora a lo lineal de la relación y donde están siempre conectados con el otro. Uno podría decir que el problema es la hiperconexión.
-¿Qué tan distinto es el impacto de la digitalización en las distintas etapa de la enseñanza?
-Hay diferencias por edad. En los primeros años, los niños tienen adultos más cerca, entonces hay un cierto control y lo que se discute es cuánto y desde cuándo es bueno pasarle, por ejemplo, un celular. Hay cierto consenso entre los expertos de no hacerlo antes del año y medio y algunos plantean incluso hasta los tres años, y que a partir de esa edad sea algo mediado y gradual hasta los doce años más o menos. Después de esa edad, la capacidad principal de guiar a los niños va pasando desde los padres a los pares, entonces hay que asumir que el uso va a ser mucho más autónomo y habrá otras influencias. Cuando se piensa en medidas educativas, es importante tomar eso en cuenta.
Una de las pocas maneras en que podemos guiar hoy a los niños es acompañándolos y desarrollando criterios para que sepan qué hacer frente a determinadas situaciones, porque otra complejidad que trae lo virtual es que ya no controlamos a qué acceden. Si recién le das acceso al celular a los trece años, no habrás, como adulto, tenido la oportunidad de guiar ese uso y desarrollar criterios. Esto es un proceso progresivo de acompañamiento donde hay que ir dando de a poco.
Y en la vida universitaria, son adultos y la autorregulación ojalá ya esté súper desarrollada. En general, en esta etapa es casi pura oportunidad, pero para eso tienes que tener capacidades ejecutivas, de organización, de control.
-¿Están preparándose bien los jóvenes para el mercado laboral que viene?
-Hay bastante consenso respecto de que los currículum están muy centrados en los contenidos y hay poco espacio para el desarrollo de habilidades y competencias que tienen que ver con el pensamiento crítico, colaboración y creatividad. Para ir desarrollando eso es fundamental que el alumno tenga tiempo para trabajar en problemas y construir su propio aprendizaje.
Cuando tienes un trabajo mecánico, para el que necesitas algo de información o reproducir contenidos que aprendías, está bien, pero hoy saber qué hacer con toda la información que recibimos y darle una cualidad creativa, si no tuviste esa experiencia en ninguna etapa del aula, es difícil que se empiece a dar en el mundo laboral. A nivel escolar, uno de los desafíos es cómo hacemos este cambio. En el sistema universitario, una de las discusiones es hasta qué punto tener cinco años de educación superior es eficiente y necesario, en vez de trabajar con experiencias más interdisciplinarias y sobre problemáticas, que hoy hay, como el calentamiento global, cuestiones éticas, en fin.
Lo que se ve hoy es que es muy importante reorganizar la manera en que estamos aprendiendo porque el desafío es cómo vamos resolviendo problemas, que son inciertos, porque no sabemos cuáles van a ser. Hay un tema de velocidad de cambio muy grande.
-¿Estamos atrasados?
-Siempre la educación está un poco atrasada, es parte de la naturaleza de esta disciplina porque la hacemos las personas, y somos culturales y nacemos en determinada época. La educación es lenta, no porque sea una institución lenta, sino que se transmite entre las personas y tenemos valores y lenguajes que se instalan en los primeros años y ahí más o menos quedan. Entonces esto requiere un cambio generacional, como quizá otros ámbitos no lo requieren tanto. Tiene que ver también con nuestro nivel de desarrollo.
-¿La transformación digital significa una posibilidad de avanzar más rápido?
-No creo. Somos nosotros mismos puestos en una realidad que se está transformando. Para algunos esto es una oportunidad y hay ciertos ámbitos donde efectivamente mejora la calidad de vida y disminuye la desigualdad; otro ámbito, donde la mantiene y algunos, donde la aumenta.
-¿Cómo?
-Algo que he investigado son las habilidades digitales en el ámbito de la educación: las habilidades informacionales, que es la capacidad que tiene un estudiante de buscar información, evaluarla, seleccionar la que corresponde, procesarla y desarrollar algo propio; cómo uno trabaja con información de manera creativa y productiva. Muchos piensan que, con esto de que lo digital te permite acceder a mucha más información, todos los niños van a ser más educados e informados. Pero no es así, eso no se desarrolla automáticamente por el hecho de nacer nativos digitales. Es más, las desigualdades se reproducen e incluso se amplifican algo porque éste es un ámbito más complejo y abstracto. También hay algunas áreas en las que sí se disminuye la brecha, que uno podría aprovechar mucho más, como el contacto con otras personas o la educación online.
Hoy se habla de tres brechas. La primera es de acceso, dar acceso a internet. La segunda, darle uso, buscar un tutorial por ejemplo. La tercera brecha es quién realmente se beneficia de ese uso.
Entonces, esta idea que la tecnología va a generar una nueva sociedad, donde al fin seremos todos más iguales y más felices, no creo que sea así, más bien lo que se está observando es que se reproduce lo que ha pasado antes. Cambian los problemas y las oportunidades y hay mucha necesidad de entender lo que implica esto.