El mercado pone la mira en la amenaza inflacionaria más allá de Trump o Harris
Sin un plan concreto para recortar el gasto público, el mercado anticipa alzas de tasas y el dólar hacia el próximo año.
Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Viernes 1 de noviembre de 2024 a las 22:19 hrs.
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La cuenta regresiva para la elección presidencial en EEUU ha estado marcada por el alza en los rendimientos de los bonos del Tesoro. El comportamiento del mercado se atribuye a las crecientes apuestas no sólo de un triunfo de Donald Trump, sino de una “barrida roja” en la que el Partido Republicano se haga además con el control de Senado y la Cámara de Representantes. Incluso de no concretarse ese escenario, analistas advierten de un repunte de la inflación a partir de 2025, ya que la demócrata Kamala Harris tampoco ha propuesto planes concretos para el necesario ajuste en las cuentas fiscales.
En sus últimas proyecciones, publicadas en junio pasado, la Oficina del Congreso para el Presupuesto (Congress Budget Office), una entidad independiente y bipartisana, advirtió que EEUU cerrará 2024 con un déficit fiscal en torno a 7% del PIB (el FMI lo ubica en 7,4%) y una deuda pública que bordea el 100% del PIB y que seguirá avanzando para superar el 122% del PIB hacia 2034.
En ese punto -proyecta la CBO- bajo el nivel actual de ingresos fiscales, todos los recursos públicos estarán comprometidos en servicios sociales (salud, educación, pensiones) y pago de los intereses de la deuda. El Tesoro se vería obligado a aumentar la emisión de deuda (elevando aún más los rendimientos de los bonos) para financiar la operación del Estado, mientras se restringiría la inversión productiva.
Aunque hasta ahora el mercado ve un default real de EEUU como un evento, sí hay un consenso en que el creciente deterioro fiscal limitaría el crecimiento potencial de la economía hacia el final de la década. “Nuestra enorme y creciente deuda nacional amenaza con ralentizar el crecimiento económico, disparar los tipos de interés y los pagos, debilitar la seguridad nacional, limitar las opciones políticas y aumentar el riesgo de una eventual crisis fiscal”, afirmó la CBO en un comunicado el pasado 28 de octubre, en antesala a la votación.
Si bien, gane Trump o Harris, las proyecciones de largo plazo se mantienen, éstas difieren para el corto y mediano plazo según el resultado de la elección del 5 de noviembre.
La “barrida roja”
En una de las proyecciones más concretas, Althea Spinozzi, jefa de Renta Fija de SaxoBank, coloca en 5% el nivel que alcanzaría la tasa de los bonos del Tesoro a 10 años de confirmarse la “barrida roja”. Tal alza de tasas supondría una presión inesperada en los costos de financiamientos para hogares y empresas, pero también un impulso alcista al dólar, alimentado además por las expectativas de mayores aranceles en EEUU.
La proyección de Spinozzi, y de otros en el mercado, obedece al efecto que tendría un Gobierno republicano con capacidad para avanzar rápidamente con medidas que causarían presiones inflacionarias y obligarían a la Reserva Federal a frenar, o incluso revertir, el ciclo de bajas de tasas de interés.
Contrario a lo sucedido en los últimos tres períodos, un Gobierno con mayoría en el Congreso podría sacar adelante las medidas prometidas en campaña.
“Si bien ninguno de los candidatos está planteando austeridad fiscal, una ‘barrida roja’ es el escenario más expansivo a nivel fiscal, según los planes presentados por los candidatos”, escribe Evan Brown, jefe de Estrategia Activa de Multiactivos de UBS Asset Management.
La medida más inmediata de una segunda administración de Trump sería la extensión indefinida de los recortes tributarios instaurados en 2017 y que expiran el próximo año. Se trata de US$1,7 billones que se han restado a las arcas fiscales, pero que han sido parte del estímulo fiscal que ha sostenido el consumo desde su implementación. Además, Trump ha ofrecido reducir la tasa de impuesto corporativa a 15%, a un costo estimado por UBS AM en US$600.000 millones en la próxima década.
Otro de los pilares de la agenda económica del candidato republicano es el alza de aranceles a los productos importados: Un 60% para las importaciones desde China, y entre 10% y 20% para los provenientes de otros mercados. En su administración anterior, Trump se vio obligado a moderar sus amenazas tarifarias. Pero si vuelve a la Casa Blanca con mayoría en el Senado y la Cámara su agenda de guerra comercial se volvería una amenaza real.
Sin embargo, analistas consideran que presiones dentro del Partido Republicano lo obligarían a moderar su agenda de tarifas, para evitar conflictos mayores con otros socios comerciales. En un escenario en el que una segunda administración de Trump impone aranceles promedio extra de 10% a los productos importados Berenberg Economics anticipa un aumento de 1% en los precios para los consumidores estadounidenses sobre un escenario sin aumento de tarifas. “La Fed frenaría las bajas de tasas antes de lo previsto, los rendimientos de los bonos del Tesoro subirían, y las tensiones comerciales combinadas con un menor crecimiento de las importaciones impulsarían el dólar”, analiza Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg.
A pesar de que la campaña del republicano incluye críticas a la gestión de Joe Biden, y Harris como su vicepresidenta, por el aumento del gasto público y creciente déficit y endeudamiento, son pocas las menciones sobre cómo planea corregirlo. Durante los últimos días de campaña, Elon Musk, quien se propone como posible director de una Oficina de Eficiencia Gubernamental en un eventual Gobierno republicano, ha propuesto recortar “fácilmente” US$ 2 billones del gasto fiscal. Pero no ha dado detalles.
Analistas como Schmieding y Brown, coinciden en que los recortes tributarios de Trump, sumadas a esperadas medidas de incentivo para sectores como energía y defensa, y un relajamiento regulatorio generarían un impulso al crecimiento de corto plazo y un escenario positivo para las acciones estadounidenses. Sin embargo, se agravaría el deterioro fiscal y reduciría el potencial de crecimiento a largo plazo.
La CBO estima que, de aplicar todas las medidas propuestas, incluyendo el alza de tarifas y la eliminación de subsidios del plan ambiental de Biden, el programa de Trump añadiría unos US$7,75 billones a la deuda estadounidense hacia 2035.
El alza de tarifas comerciales no garantiza que podría reemplazar los ingresos fiscales de los impuestos a recortar. En lo estructural, la campaña antiinmigración de Trump, sobre todo si implica una reducción neta de la mano de obra, afectaría la capacidad de crecimiento de la economía y aumentaría las presiones salariales.
El escenario descrito anteriormente se moderaría en un resultado de Gobierno dividido. Es decir, en el que Trump vuelve a la Casa Blanca, pero el Partido Republicano no logra el control de ambas cámaras del Congreso. Los mercados de apuestas están dando a este escenario la mayor probabilidad (59%).
Bajo estas condiciones, se vería un aumento del déficit fiscal más moderado que en el caso de una “barrida roja” sobre todo por una menor reducción tributaria dado el contrapeso del Congreso. De ser este el resultado de la elección, Brown prevé que “las acciones estadounidenses tendrían probablemente un buen rendimiento y el dólar se apreciaría, pero la magnitud (de las alzas) sería menor” que con un triunfo general del Partido Republicano.
La “barrida azul”
Si Berenberg da un 35% de probabilidad a una “barrida roja”, a una “barrida azul” del Partido Demócrata le asigna apenas un 5%. Las encuestas para los cupos en juego para la Cámara de Representantes y el Senado no permiten proyectar un triunfo de los candidatos demócratas como para ganar el control, especialmente de la Cámara Alta.
Harris llega a la elección con la promesa de reestructurar el sistema tributario a favor de la clase media. Su plan incluye una serie de beneficios y subsidios, incluyendo para el cuidado infantil y la compra de vivienda, así como recortes de impuestos para los grupos de ingresos bajos y medios. Medidas que plantea financiar con un alza del impuesto para empresas e individuos de mayores ingresos del 21% al 28%, y la imposición del impuesto a las ganancias de capital.
De contar con el control de la Cámara y el Senado, el Partido Demócrata, especialmente el ala de izquierda (con senadores como Bernie Sanders y Elizabeth Warren) impulsaría el avance rápido de la reforma tributaria, la entrega de subsidios y un mayor ajuste regulatorio que podría significar riesgos para las acciones estadounidenses.
Si el arma recaudatoria en el plan de Trump son las tarifas comerciales, en el caso de Harris es el alza de impuestos. Bajo la ley actual, los dividendos y las ganancias de capital se gravan con una tasa de hasta el 20%. Además, hay un recargo del 1 % sobre la recompra de acciones. Harris propone aumentar la tasa de ganancias de capital y dividendos al 28 % para hogares con ingresos superiores a un millón de dólares al año, cuadruplicar el impuesto a las recompras de acciones e implementar un impuesto mínimo para multimillonarios sobre las ganancias de capital no realizadas.
La implementación de estas medidas se ve como poco probable en un escenario de Gobierno dividido. Dado que es el Congreso el que tiene el poder en la definición del Presupuesto, si éste queda bajo control Republicano, Harris deberá negociar.
Analistas creen que, sin el control del Congreso, una nueva administración demócrata tendrá problemas para sacar adelante promesas como el subsidio para la construcción de viviendas o el alza de impuesto a las empresas. Probablemente, en dicho escenario, Harris pedirá la aprobación de algunos beneficios, como para guarderías y cuidado infantil, a cambio de una extensión de los recortes tributarios que vencen el próximo año.
De ahí que, al igual que en el caso de Trump, un escenario en el que Harris gana, pero no tiene control sobre el Congreso es visto como menos expansivo en lo fiscal que de darse una “barrida azul”. En este último caso, la estimación central de la CBO es que el programa de Harris elevaría en US$3,6 billones la deuda hacia 2035 y llevaría el déficit en torno a 8% del PIB.
Para el mercado, apunta Brown, los riesgos vinculados a una “barrida azul” tienen que ver menos con la prudencia fiscal que con un escenario regulatorio y otras políticas públicas que podrían suponer riesgos a la baja para las acciones estadounidenses. “Un dólar más débil -impulsado por un menor riesgo arancelario- podría compensar en cierta medida, pero el aumento de los impuestos lastraría las utilidades de las empresas. Estos factores aumentarían la probabilidad de que la renta variable estadounidense obtuviera peores resultados que el resto del mundo”, sostiene el estratega de UBS AM.
El riesgo
En el largo plazo, la falta de ajuste fiscal tanto bajo una administración de Trump como una de Harris supone una amenaza a la economía de EEUU y global. “La política fiscal laxa podría causar inflación y tipos de interés más altos, así como una caída de la confianza en EEUU, si el déficit se percibe como inmanejable”, afirma a Señal DF la profesora de Economía y Análisis Países del IE Business School, Gayle Allard.
Hasta ahora, el mercado no ha reaccionado a la amenaza. Para Allard, es más fácil que el punto de quiebre en la confianza del mercado se alcance más rápido con Trump que con Harris, debido a que -como proyecta la CBO- la deuda crecería mucho más bajo la administración del republicano. “Si se produce esta caída de la confianza, el dólar sufrirá y perderá más terreno como moneda mundial. Esto podría conducir a un círculo vicioso de menor demanda de bonos estadounidenses, mayores costos de endeudamiento, mayores déficits y más deuda. El mundo depende de que Estados Unidos pueda endeudarse a bajo costo sin límite, tanto para cubrir sus déficits fiscales como sus balanzas por cuenta corriente”, agrega Allard.
En el corto plazo, la economista ve con preocupación el impacto en el crecimiento global por una mayor tensión comercial. Se espera que Harris mantenga una política dura contra China, siguiendo lo delineado por Biden, pero el alza de tarifas generalizada prometida por Trump podría provocar una desaceleración global, con más impacto en Asia y Europa.
El mercado, sin embargo, se mantiene optimista, en parte por la confianza en la gestión de la Reserva Federal y el buen momento y perspectivas para las acciones estadounidenses. Pero un cambio, la pérdida de confianza, podría darse rápidamente, suponiendo un impacto mayor.