Brasil vive uno de sus mejores momentos. Fue el anfitrión del G20, asumió la presidencia de la COP30 y selló este viernes el ansiado acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea.
Además, el Gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva celebró esta semana la caída de la pobreza entre 2022 y 2023 del 31,6% a 27,4%, su menor nivel desde 2012; y la economía sorprendió con una expansión anual de 4% en el tercer trimestre.
La relación con el mercado financiero es, sin embargo, muy diferente. En su más reciente colocación de deuda, el jueves pasado, la tasa que los inversionistas exigieron a Brasil para endeudarse a 10 años saltó a 13,69%, 3 puntos porcentuales más alta que a inicios de año.
El índice MSCI de acciones brasileñas acumula una caída de 27% (los emergentes han subido 7,7%), y el real ha retrocedido 23% para transar en un mínimo histórico de 6 reales por dólar.
Aquí hay cinco claves para entender la reacción de los inversionistas.
1. Medidas tardías
Con la elección de Fernando Haddad como su ministro de Finanzas, Lula logró calmar los temores del mercado que recordaban con preocupación el énfasis de las dos primeras administraciones del mandatario en el aumento del gasto público.
Desde enero de 2023, Haddad ha logrado pasar algunos cambios tributarios, como la simplificación del IVA, que han ayudado a impulsar los ingresos fiscales. Pero el mercado esperaba ansioso las medidas, sobre todo tras recurrentes postergaciones de su presentación.
Finalmente llegó el 26 de noviembre. El atraso se atribuyó a la resistencia de Lula da Silva y ésta habría quedado en evidencia con la introducción de un alza del techo para la exención del impuesto a la renta, exonerando del pago a quienes ganan hasta US$ 800 mensuales.
Mário Sérgio Lima, analista jefe para Brasil de Medli Global Advisors, lo explica muy bien en el podcast de The Brazilian Report: “Cuando se añade una medida populista, lo que se le está diciendo al mercado es que no están realmente comprometidos a ofrecer unos superávits fiscales que sitúen la deuda pública en un nivel sostenible”.
2.Medidas poco ambiciosas
También fue la magnitud de los recortes. El paquete de ajuste fiscal presentado por Haddad promete ahorrar 70 mil millones de reales en 2025 (unos US$ 11.641 millones). Entre las principales acciones destacan la limitación de aumentos reales del salario mínimo al 2,5% (hoy se ajusta según el crecimiento económico); la revisión de subsidios y exenciones fiscales, y la implementación de controles más estrictos para el acceso a beneficios sociales.
Las acciones no eliminan el déficit primario de 2% del PIB (unos 140 mil millones de reales). “Incluso después de las medidas anunciadas, estimamos que se necesita un ajuste fiscal del 3% del PIB para estabilizar la relación deuda/PIB”, afirma Jason Tuvey, deputy chief economist de mercados emergentes de Capital Economics.
3. Juego político
Las medidas de Haddad deben pasar aún por el Congreso y hay pocas garantías para su aprobación. Lula gobierna en una coalición de partidos de izquierda, con socialistas, comunistas y verdes, pero sin mayoría en el Congreso. El paso de las reformas requiere de permanentes negociaciones con el Centrão, un bloque pragmático, y que controla casi el 50% de los votos en la Cámara de Diputados.
Varias de las iniciativas, como los mayores requisitos para ciertos beneficios sociales, generan desde ya rechazo al interior de la coalición del Gobierno y del propio Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.
4. Deterioro
El mercado teme que el perfil fiscal de Brasil se siga deteriorando. Sumados los pagos de intereses, el déficit de Brasil ha saltado a un 9% del PIB, desde algo menos del 5% cuando Lula asumió en enero 2023. La deuda pública ha pasado del 84% del PIB a casi 88% y se acercará al 95% al cierre de 2026, según proyecciones del FMI.
Tuvey, de Capital Economics, advierte que este año, por primera vez desde 2020, la tasa de interés que Brasil paga por su deuda creció más que la economía y todo apunta a que la tendencia se mantenga en el futuro cercano.
Recortar el gasto público parece cada vez más difícil dada la dependencia de la población a las ayudas sociales. Sin ellas, la tasa de pobreza pasaría de 27,4% a 32,4%, reportó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas.
5. Tasas más altas
Ya lo ha advertido el banco central: se necesita de un ajuste de la política fiscal. Tras iniciar un rápido proceso de recortes de tasas en julio 2023, el emisor brasileño tuvo que interrumpirlo en mayo pasado ante un sorpresivo repunte inflacionario. Lo que siguieron fueron más alzas en el IPC y los tipos de interés. En su reunión de noviembre pasado, tras acelerar el ritmo de alzas a 50 puntos base hasta el 11,25%, el emisor advirtió del impacto de las dudas sobre la sostenibilidad fiscal en las expectativas de inflación.
La firma financiera XP ahora proyecta que el banco central elevará la tasa de referencia en 1 punto porcentual el próximo 11 de diciembre y en enero. Las alzas continuarían hasta alcanzar un 14,25% hacia junio 2025.
Con un escenario internacional más complicado por las amenazas tarifarias de Donald Trump y la desaceleración de la economía china, el mercado ve con especial preocupación el alza de tasas en Brasil, por los mayores costos de financiamiento y el impacto en el crecimiento.