En dos convocatorias relevantes participó esta semana el exministro de Hacienda y actual director de Clapes UC, Felipe Larraín, para analizar el impacto que tendrá en Chile la guerra comercial y posibles medidas para mitigarlo. El lunes formó parte del grupo de economistas convocados por la candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei -de quien dice ser cercano, pero no parte de su equipo- y el jueves participó del encuentro organizado por el actual ministro de Hacienda, Mario Marcel, con todos los extitulares de la cartera y expresidentes del Banco Central, desde 1990.
“La señal que está detrás, y así lo dije el lunes en la reunión que tuvimos en la oficina de Evelyn Matthei, es que estamos en un momento que yo calificaría de emergencia nacional. Aquí tenemos una situación externa que puede generar una recesión mundial, y esto requiere una respuesta que vaya más allá de los colores políticos”, afirma Larraín. “Más allá de las discrepancias que tengo con el Gobierno y que puedo tener con el ministro Marcel, creo que antes está el interés del país. Esta es una circunstancia que amerita un esfuerzo conjunto de todos los sectores”, agrega.
El exministro explica que ya se aprecian los efectos financieros de la política arancelaria del Donald Trump y pronto se verán los efectos en la economía real. Algo se verá durante este año, para el cual ya están bajando las proyecciones de crecimiento, pero la mayor parte se verá desde el 2026, es decir, en el próximo gobierno.
"Tenemos que buscar eliminar esa tasa de 10% con que quedamos. Debemos sentarnos a la mesa y ver qué pasa, por ejemplo, con los mecanismos de solución de controversias que establece el Tratado de Libre Comercio"
Por ello, valora que Marcel convocara a los exministros y expresidentes del BC para crear un grupo de trabajo transversal, que aporte con su visión respecto de cómo enfrentar la emergencia. Para ello dice estar “absolutamente dispuesto”.
-¿Por qué podríamos ir en camino a una nueva recesión?
-Estamos en un escenario de una posible recesión mundial que a nosotros nos va a golpear de todas maneras. La pregunta es cómo y cuánto. Eso es lo que está por verse. Chile es una economía muy abierta. Tenemos exportaciones por US$ 100 mil millones, eso es 30% del PIB, y cerca del 30% del PIB en importaciones. Es decir, cerca de un 60% del PIB en comercio exterior.
Por lo tanto, necesitamos un plan que tenga respaldo transversal para enfrentar esta emergencia externa. Pero también hay que aclarar que es imposible evitar los efectos. Lo que podemos tratar de hacer con buenas políticas es minimizar el impacto en la economía, en los chilenos, en los empleos, en los salarios, en la inversión y en el crecimiento.
-¿Pero qué tendría que ocurrir para que esto pase de una desaceleración mundial a una crisis económica mayor?
-Que estos aranceles permanezcan en el tiempo. Esto puede ser parte de un proceso de toma de posiciones, de rivalidad… En el fondo, aquí hay una confrontación entre las dos principales potencias del mundo: Estados Unidos y China. Pero el resto de los países, incluso México y Canadá, son todos actores secundarios en este juego y, nosotros claramente actores de reparto. Lo que me cuesta entender es por qué Estados Unidos lleva esa confrontación incluso a sus aliados.
El problema es que esto ya está conduciendo a un menor crecimiento. Y la economía mundial, que crece al 3%-3,2%, se puede ir tranquilamente a un crecimiento de la mitad o incluso al 1%. Y lo más preocupante es que esta incertidumbre de cómo esto finalmente va a decantar golpea fuertemente a la inversión, porque hay muchos proyectos que se paran en un escenario como este.
-Para Chile, la encuesta de expectativas del Banco Central ya mostró un ajuste a la baja en las proyecciones de crecimiento de este año de 2,2% a 2%. ¿Qué le parece esa corrección?
-Efectivamente ya empezaron a bajar y es posible que se ajusten más. Estamos empezando a ver estos efectos colaterales, dado la importancia del comercio exterior. Vamos a tener efectos económicos de esta situación externa. Chile no está blindado, pero sí podemos estar bien preparados. Para eso hay que trabajar y esperamos contribuir para que podamos resistir.
-¿Con cuál de las últimas crisis económicas podría compararse esta, si llegara a ocurrir? ¿La pandemia, la crisis financiera, la asiática…?
-Eso es algo que hay que ver. Es muy pronto. Pero yo creo que, si hay algo, va a estar más cerca de una cosa moderada. Quiero decirlo con claridad, aquí no estamos frente a la Gran Depresión. A pesar de que en términos comerciales, si esto permanece, llevaría el proteccionismo de Estados Unidos a niveles similares a los de hace 100 años atrás, precisamente para la Gran Depresión. Estamos hablando de 1930, con la famosa enmienda Smooth-Hawley.
-¿Y cómo encuentra esta situación a Chile?
-Claramente Chile está mejor preparado para esta emergencia que muchos países, pero está menos bien preparado que lo que estábamos hace un tiempo atrás. Chile está creciendo menos en los últimos diez años. El crecimiento se cayó como piano el año 2014. Y, además, ha habido un deterioro fiscal, en parte por la pandemia y también porque estamos creciendo poco. Entonces, no tenemos las mismas municiones que teníamos antes. Hay que recordar que cuando nos agarró la crisis financiera de 2008, la deuda pública estaba en 4% del PIB y hoy día está en 42%. Mientras que los fondos soberanos bordeaban US$ 20 mil millones, hoy día tenemos US$ 3.500 millones. Entonces, hoy día no hay recursos, tendríamos que salir a endeudarnos.
-¿Qué puede hacer ahora el Gobierno?
-Lo primero es buscar una negociación con Estados Unidos. Con tranquilidad, con respeto, como corresponde a lo que ha hecho siempre Chile. Tenemos que buscar eliminar esa tasa de 10% con que quedamos. Debemos sentarnos a la mesa y ver qué pasa, por ejemplo, con los mecanismos de solución de controversias que establece el Tratado de Libre Comercio. Eso puede funcionar o no, pero hay que hacerlo. Hay que tratar de negociar y buscar una solución en el más corto plazo posible. Y en esto el sector privado también se debe involucrar.
-¿De qué manera?
-Me imagino que los exportadores están hablando con sus socios recibidores distribuidores en Estados Unidos y les están advirtiendo que ellos también se ven perjudicados por esto. También son nuestras aliadas las compañías americanas que están en Chile, las mineras que operan en el país y que ven lo que está pasando con el cobre y, en general, todas inversiones americanas importantes deberían ayudarnos.
Al mismo tiempo, en materia comercial debemos buscar profundizar nuestra estrategia de inserción con los tratados de libre comercio que ya tenemos y los que estamos negociando. Estamos negociando, por ejemplo, acuerdos con India, Emiratos Árabes y Filipinas. Me parece muy positivo el viaje del Presidente con empresarios a India, que es una economía que crece entre el 6% y el 7%. Y también deberíamos perseguir una profundización de los acuerdos que tenemos en Latinoamérica.
Creo que esta debiera ser una estrategia, en general, del mundo. Si Estados Unidos está en una política proteccionista, parte de la respuesta del resto del mundo debe ser decir: “nos vamos a integrar más nosotros”.
-¿Qué más debiera tener esta estrategia?
-Internamente debemos acelerar proyectos de ley procrecimiento e inversión y olvidarnos de aumentos de impuestos. Un ejemplo: el proyecto de permisología. Ese es un proyecto bien encaminado, que deberíamos acelerar. No digo aprobarlo tal como está, porque siempre los proyectos se pueden mejorar, pero sí actuar con sentido de urgencia. ¿Cómo va a ser posible que haya entidades e instituciones del Estado que tienen plazos máximos legales de seis meses para pronunciarse respecto de un permiso, y algunos pasen 48 meses esperando? Al final eso se transforma en un impuesto enorme. Quiero además decir que este centro (Clapes UC) ha cooperado con el Gobierno en el proyecto de permisología. Hemos tenido dos seminarios con el ministro Grau.
-El ministro Marcel ya dio esta semana la señal de que el proyecto de impuesto a la renta se podría aplazar dado la coyuntura…
-Sí. Es que ya es suficiente. Ahora dediquémonos a que este país crezca, no a hacer más reformas tributarias.
-¿Aunque eso implique que tampoco baje el impuesto a las empresas?
-Entiendo al ministro cuando dice que para bajar el impuesto de primera categoría para llegar más o menos al promedio OCDE, es decir, de 27% a cerca de 23%, tiene que compensar eso de otra manera. A mí no me gustan las compensaciones que hay arriba de la mesa, un impuesto a los dividendos y a las personas. Uno podría pensar, por ejemplo, en impuesto verdes. Pero creo que no es bueno discutir aumentos tributarios en este momento.
-¿Quedará para el próximo gobierno?
-Sí. Lo que pasa, en este caso, uno debería propender a una cierta estabilidad tributaria a largo plazo. Y quizá luego ver alguna forma de bajar impuestos y, al mismo tiempo, buscar formas de eficientar el gasto.
“Si hay voluntad política siempre puede haber un ajuste”
-En los próximos días Hacienda debe presentar al Congreso un ajuste de gasto para cumplir con su meta fiscal que, según el Consejo Fiscal Autónomo, debe ser de al menos US$ 1.500 millones ¿Puede recortar gastos con esta incertidumbre externa?
-Nosotros hicimos un ajuste en tres oportunidades en los dos gobiernos del Presidente Piñera en que tuve el honor de ser ministro de Hacienda. Hicimos un ajuste el 2010 con motivo del terremoto, el 2011 y el 2018. La suma de los tres ajustes es alrededor de 1,2% del PIB, del orden de US$ 4 mil millones. Lo que quiero decir es que si hay voluntad política siempre puede haber un ajuste.
Además, hay que pensar que más adelante se puede necesitar ese ajuste para poder hacer frente a gastos extraordinarios que tengamos con motivo de la coyuntura que nos viene de fuera. Hay que tener esa herramienta siempre presente. Y tampoco debemos deteriorar aún más nuestras cuentas fiscales, porque hay que tener ojo con la clasificación de riesgo país, ya que eso se traduce en la tasa para el gobierno y para los privados.
-Algunos plantean que sería complejo cortar gasto ahora, cuando la economía puede necesitar más estímulo…
-Sí, pero no son los mismos gastos. No es lo mismo el gasto de un programa mal evaluado que el que se podría requerir después, por ejemplo, para un subsidio de empleo. Son gastos muy distintos.
“El Banco Central tiene espacio para proveer liquidez al sistema si se necesitara”
-Si se requiriera, ¿tiene espacio el Banco Central para bajar la tasa de interés en esta coyuntura?
-No solo para eso. El Banco Central tiene espacio para proveer liquidez al sistema si se necesitara. No es solamente jugar con la tasa de política monetaria, sino también con instancias para proveer liquidez al sistema en la medida que sea necesario. Y eso es algo que yo estoy convencido que es lo que corresponde hacer, es lo que se ha hecho en otros períodos, en momentos complicados.
-Pero con la inflación nuevamente cercana al 5% y el tipo de cambio cerca de $1.000 ¿Puede bajar la tasa?
-Pero si el dólar se deprecia internacionalmente y hay una caída en los precios de los commodities, esto puede traducirse en fuerzas deflacionarias a nivel mundial.
Por lo tanto, habrá que ver qué pasa con la tasa, pero otra cosa es proveer liquidez. Son medidas distintas. Recordemos que el Banco Central tiene que jugar su rol de prestamista de último recurso en los momentos complicados. Y eso se mantiene.