Si la República de Chile fuera un banco, la colocación de su bono en EEUU habría sido -en apariencia- uno de sus peores negocios.
¿Por qué? Según indicó el propio ministro de Hacienda, parte de los recursos de la emisión soberana -que logró ubicarse con 131 puntos básicos de spread- se mantendrán en el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), fondo que a su vez, invierte en bonos del Tesoro. En otras palabras, el resultado inmediato de la colocación ocasionó pasivos para el gobierno más caros que sus activos.
Para los expertos en renta fija, estos datos indican que el objetivo del gobierno con esta emisión no estuvo en necesidades propias e inmediatas de financiamiento, sino que en las llamadas “externalidades positivas”.
Según el subgerente de Economía y Renta Fija de BCI Estudios, Luis Felipe Alarcón, el gobierno quiso dar una “potente señal” que puede endeudarse a tasas históricamente bajas, en un contexto económico y bursátil de extrema complejidad.
Y por sobre todo, al existir la posibilidad que haya una recesión, las condiciones y oportunidad de buscar endeudamiento podrían no ser tan favorables en el futuro. Así, el gobierno prefirió fortalecer su posición de caja, que a julio de este año llega a
US$ 12.000 millones, según datos de la Dipres. Además, una de las ventajas es el nuevo benchmark que habrá para que las empresas puedan emitir deuda en Estados Unidos. Así, “si el financiamiento local está muy caro, está la puerta abierta el hacerlo afuera”, dice el analista de BCI Estudios.
Parte larga de la curva aún necesita de un benchmark
Existe cierto consenso sobre lo valioso de la emisión soberana, en línea con la generación de una política anticíclica. No obstante, hay discrepancias en cuanto a lo oportuno del plazo de vencimiento. Para el gerente de renta fija y local de Munita, Cruzat y Claro, Diego Torres, dado que la curva de bonos soberanos chilenos ya tiene referentes en su parte corta, la nueva emisión no haría demasiada diferencia en cuanto a una generación significativa de nuevas emisiones corporativas. “Ya existe un bechmark con el bono de Chile al 2020. Si se hubiese emitido un bono a 30 años, eso sí que generaría una diferencia y a lo mejor habría servido para satisfacer la parte larga de la curva”, dice el experto en renta fija.
Lo que definitivamente entrega un buen benchmark, según Torres, es el bono en pesos. Éste le permitiría a las empresas emitir deuda en el extranjero, evitando el riesgo cambiario.