Por Robin Harding
Washington
En 1976, Janet Yellen era una profesora que enseñaba macroeconomía en la escuela de postgrado de Harvard. Uno de sus estudiantes era un joven que ya estaba ganando reputación por su genialidad. Su nombre era Lawrence Summers.
Desde entonces, han pasado 37 años y ahora la profesora y el estudiante son dos de los candidatos para la presidencia de la Reserva Federal de EEUU.
Son dos personas muy distintas que han seguido carreras paralelas. En una reunión a puertas cerradas de los demócratas del Congreso, el presidente de EEUU, Barack Obama, dijo “tienen que cortar el salame muy delgado” para encontrar diferencias en las políticas de Summers y Yellen.
Los registros sugieren que comparten una tradición Keynesiana y un conjunto de prioridades económicas, pero apuntan a diferencias en cómo piensan sobre política monetaria, y cómo podrían conducir la política en la Fed.
Desde que dejaron la academia a comienzos de los ‘90, Yellen ha sido una persona monetaria, dentro y fuera del sistema Fed en varios roles. Summers apagó incendios en el Tesoro, desde la devaluación mexicana en 1994 y la crisis financiera asiática en 1997 hasta burbuja la puntocom en 2000, y luego se convirtió en un controvertido presidente de Harvard.
Eso deja la pregunta de cómo podrían desarrollar la política monetaria. La diferencia crucial podría ser el compromiso de Yellen con más trabajo reciente en economía política. Cuando las tasas de interés están estancadas en cero, urge que los bancos centrales comuniquen más sobre la política futura.
Sobre el alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) la principal diferencia parece ser que Yellen considera que es efectivo, mientras que Summers está más dubitativo. Eso se ilustra en los comentarios que hicieron en junio de 2012, cuando la economía estaba debilitándose, y la Fed estaba comenzando un camino que la llevó a una tercera ronda de QE.
Yellen señaló que el QE había hecho caer las tasas de interés a largo plazo “llevando a costos de endeudamiento a largo plazo más bajos, valoraciones más elevadas de las acciones, y otras mejoras en las condiciones financieras que han apoyado al consumo, la inversión y las exportaciones”.
Tres días antes, Summers escribió en FT que más QE podría ser apropiado, porque había más riesgo de hacer muy poco para ayudar a la economía. Pero hizo una lista de las razones para desconfiar del QE e instó a un estímulo fiscal. Mencionó el peligro de burbujas, que era poco probable que las tasas de interés históricamente bajas incentivaran más inversiones, y el conflicto entre el banco central tratando de comprar bonos a largo plazo y del Tesoro tratando de emitirlos.
Por supuesto, dudar de la efectividad de la compra de activos podría ser una razón para comprar más en vez de comprar menos, pero los comentarios de Summers sugieren que dudaría por más tiempo que Yellen antes de usar el QE si la economía de EEUU tuviera otra caída.
Bradford DeLong, economista de Berkeley y ex colega de ambos candidatos, dice que Yellen y Summers tienen sólidos análisis políticos e instintos, pero que es más probable que Summers “piense distinto a lo usual, lo que es malo en tiempos normales, pero bueno en estos momentos”.