En la inauguración de un evento de gala conservadora en Washington la semana pasada, Michael Orsi, un sacerdote católico y académico, ofreció unas palabras de apoyo a los activistas en la multitud luchando por la “causa de la libertad”.
“Bendice a tus profetas entre nosotros”, afirmó el sacerdote en la cena ofrecida por American Spectator, una revista conservadora, y agregó “especialmente el senador Ted Cruz”.
El senador de Texas y recientemente coronado padrino del movimiento del Tea Party generalmente no requiere ninguna bendición al presentarse ante audiencias conservadoras.
La semana pasada, Cruz volvió a casa, Texas, para encontrarse con multitudes entusiastas que alentaron su dura postura de atar la aprobación de un nuevo presupuesto a la ley de salud del Presidente Barack Obama (Obamacare), a pesar de que esto ayudó a provocar un cierre del gobierno y avivó la crisis de deuda soberana de Estados Unidos.
Rechazo en Washington
En Washington, la reacción republicana ha sido más gélida, culpando de lo que pasa en estos días en la clase política y empresarial a Cruz y al Tea Party por arrastrarlos a una guerra imposible de ganar.
“La reacción de Texas ha sido impresionante, un gran apoyo, estímulo y entusiasmo, y la verdad es que esa es la reacción que hemos estado viendo en todo el país”, declaró Cruz al Financial Times luego de hablar en la cena.
“Washington es un lugar diferente al resto del país, hay una verdadera desconexión entre este lugar y el pueblo estadounidense”.
La furia de los colegas de Cruz hace que lo consideren impuro y poco flexible, y sus primeras apariciones desde las batallas presupuestarias han subrayado cómo la guerra entre las dos partes dentro de los republicanos se está instalando para enfrentar una larga lucha.
Cruzada hacia la Casa Blanca
Después de asistir a la cena de American Spectator, partió hacia Iowa, donde habló en una cena en Des Moines en honor al fallecido presidente Ronald Reagan.
Iowa es un estado barómetro de los posibles candidatos presidenciales, y la visita de Cruz muestra su intención de llevar su cruzada hasta el final en la lucha por su nominación por parte de su partido para la Casa Blanca en 2016.
Al asumir las directrices del graduado de Harvard, cuya esposa trabaja en Goldman Sachs, siente que está en buena compañía, y recordó que en 1976 Reagan se postuló para la nominación del partido en contra del presidente republicano de ese momento, Gerald Ford. Al igual que Reagan, se prevé que Cruz superará al liderazgo republicano, con el apoyo de las bases así como el de una serie de ricos donantes que está separando de lo establecido por el Tea Party.
“La campaña de 1976 fue una insurrección de las bases a la que prácticamente la totalidad de la clase política se opuso”, precisó Cruz. “Lo que finalmente culminó en la revolución de Reagan fue un movimiento del pueblo norteamericano ya que entonces, al igual que ahora, Washington ha dejado de escucharlos”.
Cruz fue recibido calurosamente en la cena de American Spectator en Washington. Pero, a diferencia de lo ocurrido en Texas, la audiencia de 500 poderosos no llegó arrodillada a sus pies para aplaudirlo al final de sus 30 minutos en el escenario.
Su discurso estaba lleno de ataques contra el liderazgo del Senado republicano, aunque no por sus nombres, y del tipo de retórica populista que ha sido durante mucho tiempo una característica del Tea Party, y que muchos conservadores quieren adoptar. “A los ricos les está yendo simplemente genial“, dijo Cruz, el tipo de frase que si la dijera Obama llevaría a acusaciones de “lucha de clases”.
“Usted sabe que el 1% -los millonarios y multimillonarios malvados de los que al presidente le encanta hablar todo el tiempo- tienen una mayor proporción de nuestros ingresos que en cualquier otro momento desde 1928”, comentó Cruz.
Sin embargo, luego se separó claramente de los demócratas, diciendo que los “perdedores, los jóvenes hispanos, afroamericanos y madres solteras “ estaban sufriendo a causa del Obamacare.
El liderazgo republicano, acotó, había abrazado la “austeridad“ al aclamar un anticipado acuerdo sobre el presupuesto que estaba forzando recortes en todos lados para el gasto discrecional de las agencias federales.
Hace dos semanas, Mitch McConnell, líder republicano del Senado, pidió los recortes - conocidos como el secuestro- para reducir el gasto público durante dos años consecutivos “por primera vez desde la guerra de Corea”.
Pero Cruz se burló de cómo los republicanos de alto nivel en Washington están “golpeándose el pecho” al llamar a los recortes como “su mayor logro en la última década”.
Cruz indicó que ”el secuestro suena como una enfermedad exótica y salvaje”.
R. Emmett Tyrrell, editor jefe de American Spectator, dijo más tarde que él pensaba que “hubo mucho apoyo para el Cruz en la sala”.
Cruz dejó Washington tal como llegó, convencido de que había hecho bien al paralizar la ciudad para luchar contra el Obamacare.
“Si se sale de Washington, no hay ninguna ambigüedad”, añadió Cruz.