Por Benedict Mander
, Buenos Aires
La ex presidenta Michelle Bachelet dejó el poder hace cuatro años bajo una nube, acusada de manejar de manera incompetente las consecuencias del poderoso terremoto que golpeó al país sólo días antes de que terminara su período.
Sin embargo, dejó el cargo con niveles de popularidad históricos, a diferencia de su sucesor Sebastián Piñera, quien le devolverá la banda presidencial a Bachelet hoy luego de que venciera en diciembre a la coalición de derecha en su mayor derrota electoral en más de dos décadas.
El multimillonario empresario debe estar preguntándose qué hizo mal. No sólo limpió el caos que dejó el terremoto de magnitud 8.8 –97% de la infraestructura destruida ha sido reconstruida, afirmó recientemente–, sino que también está legando una economía estable, con el desempleo en mínimos de 30 años.
Aún así, es probable que la economía chilena, que en enero creció a su ritmo más lento desde el terremoto hace cuatro años, presente serios desafíos para Bachelet, una ex pediatra, quien navegó de vuelta al poder sobre una promesa de implementar ambiciosas reformas incluyendo alzas en los impuestos a las empresas para financiar los planes para proveer educación universal gratuita.
“Bachelet ha hecho grandes promesas que van a ser muy difíciles de cumplir”, asegura José Miguel Barros, director de LarraínVial, el mayor banco de inversión chileno. Los economistas manifiestan que Chile ya no puede sostener un crecimiento promedio anual de 5,4% –comparado con un promedio mundial de 1,6%– que se logró durante el período de Piñera, quien no sólo se benefició de una aceleración por la reconstrucción del terremoto, sino también de un repunte de la crisis global de 2008-2009.
El auge global de materias primas que favoreció al país rico en cobre está comenzando a terminar a medida que la demanda desde China cae, mientras que el recorte del alivio monetario de la Fed presenta mayores riesgos para la economía.
La actividad económica retrocedió a sólo 1,4% año sobre año en enero, muy por debajo de las expectativas, mientras que se espera que una devaluación de 6% del peso este año disminuya el crecimiento aún más a medida que el consumo de bienes importados decae.
“La economía va a sufrir”, dice José Ramón Valente, economista de Ecoconsult, quien sostiene que gran parte del daño para el gobierno de Bachelet será “autoinfligido”.
Aunque la contracción económica de Chile refleja tendencias más amplias en los mercados emergentes, Valente señala que las inversiones han quedado en suspenso debido a la incertidumbre generada por los planes de Bachelet presentados el año pasado para aumentar los impuestos “agresivamente” en un 3% del Producto Interno Bruto.
Él sostiene que el aumento de los impuestos a las empresas afectará el ahorro de las empresas, y, por lo tanto, sus inversiones y crecimiento económico más amplio. De hecho, los críticos cuestionan la lógica de aumentar los impuestos cuando la economía se está desacelerando, diciendo que tendría más sentido reducirlos.
“Pero Bachelet perdería credibilidad si retracta su programa de reforma, tiene las manos atadas”, comenta Valente.
Él predice que el crecimiento anualizado durante el mandato de Bachelet es probable que promedie alrededor de 3,5%, no lo suficiente como para que Chile se gradúe al grupo de los países “desarrollados”, como tanto lo anhela.
Otros han expresado su preocupación sobre el compromiso de Bachelet con la Alianza del Pacífico, un bloque comercial que incluye a México, Colombia y Perú, y que fue defendido por Piñera con la esperanza de abrir oportunidades comerciales con las empresas asiáticas.
“La diplomacia de Piñera subordina todo a intereses comerciales y mercantiles”, sostiene Gabriel Gaspar, ex diplomático y analista internacional de Chile 21, un think tank de izquierda en Santiago.
“Queremos hacer valer una política más plural, que acepte la diversidad y ponga fin a las fronteras ideológicas”.
Se espera que Bachelet fortalezca alianzas políticas con los países más proteccionistas, como Brasil y Argentina, en lugar de profundizar en la Alianza del Pacífico.
Y a pesar de la desaceleración de la economía, ve un resquicio de esperanza. El gobierno de Piñera se vio sacudido por protestas que exigían mayor igualdad de ingresos, que se espera continúen durante el mandato de Bachelet. “La desaceleración podría ser una oportunidad para moderar las expectativas y advertir que los cambios tendrán que ser más graduales”.