Por Guy Chazan
Las compañías petroleras le dieron el visto bueno a la reforma energética en México, pero advierten que el gobierno tendrá que ofrecer términos competitivos si quiere atraer la inversión extranjera necesaria para desarrollar las riquezas aún no utilizadas del país. El presidente Enrique Peña Nieto reveló el lunes planes para permitir el ingreso de inversionistas extranjeros en el sector energético por primera vez en 75 años, marcando una ruptura radical con el proteccionismo del pasado.
Kurt Glaubitz, vocero de la compañía estadounidense Chevron, manifestó que la reforma era “una buena señal para nosotros y otras compañías internacionales de que la puerta se comienza a abrir”. Agregó que la firma se encuentra “contenta y optimista” acerca del plan del presidente.
El entusiasmo de Chevron se entiende. La compañía ha hecho grandes descubrimientos de petróleo en una capa de roca bajo la parte correspondiente a Estados Unidos del Golfo de México conocida como la placa Baja Terciaria, que se extiende hacia las aguas mexicanas. Los geólogos petroleros frecuentemente han especulado que la parte mexicana de la placa debe ser igualmente prolífica.
De manera similar, la Cuenca de Burgos se ve como una extensión del esquisto de Eagle Ford en Texas, una formación que ha estado al frente de la poco convencional bonanza petrolera y de gas en Estados Unidos. En total, se estima que México puede tener 115 mil millones de barriles en recursos, de los cuales 75% correspondería a no convencionales, es decir, petróleo atrapado en depósitos difíciles de explotar y en aguas profundas.
Hasta ahora, Pemex, la compañía estatal que monopoliza el sector, no ha tenido el músculo financiero ni las habilidades técnicas para explotar estas riquezas. Eso podría cambiar ahora si bajo las reformas del gobierno se pudiera asociar con las compañías extranjeras y aprovechar su capacidad financiera, conocimiento tecnológico y habilidades gerenciales.
Sin embargo, había alguna incertidumbre acerca de los términos de esta sacudida energética. La reforma presidencial contempla contratos de utilidad compartida, un arreglo que las grandes compañías normalmente evitan. Generalmente, las empresas petroleras prefieren contratos que les den la posesión de algo del petróleo bajo el subsuelo.
“Los contratos de utilidad compartida han sido utilizados en el pasado por Ecuador, Irán y Bolivia, y no puedo pensar en tres países con los que menos a uno le gustaría estar asociado”, dijo Daniel Kerner, director de práctica latinoamericana en el Grupo Eurasia. Pero Ayman Asfari, director general de la compañía de servicios petroleros Petrofac, que trabaja en México, afirmó que eso no debería importar. “Aunque los términos no son ideales, las reservas de México, particularmente en aguas profundas y gas de esquisto, son tan grandes que definitivamente van a ser atractivas para las grandes compañías”.
Además, puede ser que exista la oportunidad de que los acuerdos que México está contemplando puedan por lo menos permitir a las grandes compañías apartar reservas, reflejando entonces el valor potencial de los depósitos de petróleo o gas en sus cuentas.
Este no es el caso normalmente bajo los contratos de utilidad compartida. Pero Asfari declaró que Pemex y el gobierno mexicano habían estado en conversaciones con la Comisión de Seguridad e Intercambio de EEUU durante los últimos seis a ocho meses para garantizar que los inversionistas extranjeros puedan apartar su parte de las utilidades de los contratos mexicanos como reservas.
Los analistas aseguraron que la reforma era un significativo primer paso en el camino para resolver la inminente crisis energética de México: los expertos predicen que se convertirá en un importador neto de petróleo antes de una década a no ser que se haga algo.