Rodney Brossart, que es dueño de una granja de ganado de 3.000 acres en Dakota del norte, es un poco probable pionero. En 2011, seis vacas de una propiedad vecina ingresaron a su granja. Al parecer, se negó a devolver el ganado y le prohibió la entrada a la justicia para registrar su propiedad. Entonces la policía envió un dron Predator desde una base aérea local para sobrevolar su granja y verificar si Brossart estaba armado.
El campesino enfrenta ahora un juicio por cargos de robo luego que un tribunal rechazara su afirmación de que había sido objeto de un “registro ilegal”. Pero Brossart ya hizo historia al convertirse en el primer estadounidense en ser arrestado en territorio de EE.UU. con la ayuda de un dron.
Armado con misiles Hellfire, los drones se han convertido en el símbolo de la guerra global de EEUU contra el terrorismo. Operar un dron en EEUU requiere un permiso especial que se emite con mucha cautela. Sin embargo, el Congreso ha decidido abrir a partir de 2015 el espacio aéreo nacional a las pequeñas naves voladoras no tripuladas.
Para sus partidarios, la medida provocará una revolución comercial equivalente al lanzamiento del automóvil o de Internet, una nueva y poderosa tecnología con la capacidad de transformar docenas de industrias y cambiar los conceptos sobre la distancia. Se estima que el mercado potencial de los drones tendría un valor cercano a US$ 12.000 millones para 2023. “Es como la introducción de la informática en la década de 1980, está en ese nivel”, dijo Peter Singer, experto de la Brookings Institution. “Tiene muchos usos diferentes, tantas aplicaciones diferentes, pero también muchas preguntas complejas”.
Para los críticos, la llegada de aviones domésticos trae la amenaza de un nuevo tipo de vigilancia, una versión aumentada del espionaje dirigido por la tecnología que se ha dramatizado por las revelaciones de Edward Snowden sobre la Agencia de Seguridad Nacional. “La mayor amenaza para la privacidad de los estadounidenses es el zumbido y el uso de los aviones no tripulados y las pocas regulaciones que hay hoy”, dice Dianne Feinstein, senadora demócrata líder.
Diversidad de drones
Los drones -o los sistemas aéreos no tripulados- como la industria les llama, vienen en todas formas y tamaños. Los Predators y los Global Hawks operados por los militares son casi tan grandes como un avión de combate. En contraste, los Nano Hummingbird de Aerovironment tiene una envergadura de 16 cm, mientras que Harvard ha estado desarrollando un robot volador del tamaño de un insecto llamado Robobee.
Chris Anderson, el ex editor de la revista Wired que ahora dirige 3D Robotics, empresa que fabrica pequeños drones, dice que la industria es en cierto modo un “spin- off de la revolución de los smartphones“, que creó nuevas cámaras, sensores y dispositivos de localización que son pequeños y baratos. “Los militares inventaron Internet, pero el pueblo la colonizó”, agrega. “Queremos desmilitarizar y democratizar los drones“.
Las fuerzas de seguridad están pensando en los drones como una alternativa mucho más barata que los helicópteros que usan para algunas operaciones. La policía de Boston dijo que les gustaría implementar un avión no tripulado para controlar la ruta del maratón de la ciudad después de las bombas que explotaron en la recta final de este año.
Don Roby, un capitán de la policía de Baltimore, dice que la tecnología podría ser eficaz en las operaciones de búsqueda y rescate, trazar la escena de un crimen o vigilancia de accidentes de tráfico. “En comparación con helicópteros, estamos hablando de centavos en vez de dólares para operar“.
Entre las potenciales aplicaciones comerciales, la industria de carga es uno de los candidatos obvios. Durante los últimos 18 meses, infantes de marina de EEUU han utilizado un helicóptero no tripulado llamado K-Max para transportar carga de hasta 6.000 libras en Afganistán, que ha llamado la atención de las empresas de logística, como FedEx y UPS.
Matternet quiere utilizar aviones para entregar medicamentos y otros bienes esenciales a lugares con carreteras en mal estado. Los drones podrían usarse para detectar plantaciones ilegales de marihuana, pero también para atender los súbitos ataques de apetito de quienes fuman. Entre los planes de negocio que se han propuesto está mini-drones que pueden transportar burritos y tacos a los estudiantes.
Los expertos creen que la principal demanda comercial por drones provendrá de la agricultura. A medidas que los cultivos se vuelven cada vez más grandes, los drones podrán vigilar las cosechas en busca de daños o plagas, permitiendo un uso más selectivo de pesticidas y riego. Los investigadores ya están desarrollando sensores que identifican enfermedades de las viñas antes de que lleguen a las uvas. Los analistas de la industria creen que la agricultura podría representar 80% de la demanda por drones en la próxima década.