Muchas cosas van mal en Estados Unidos actualmente. Washington no funciona y Wall Street no puede cambiar. Los mares están subiendo y las carreteras se están desmoronando. Los inversionistas extranjeros están ganando el control de sus proveedores de ketchup, queso procesado y otros alimentos esenciales para la vida de la nación.
Así que era fácil pensar lo peor la semana pasada, cuando se supo que un desconocido cómico sudafricano llamado Trevor Noah, de 31 años, reemplazaría a Jon Stewart como presentador de The Daily Show.
El nombramiento se produjo una semana después de que James Corden, un actor británico, debutara como presentador de The Late, Late Show en la CBS y menos de un año después de que el británico John Oliver se hiciera con su propio programa en HBO. Era difícil evitar la idea de que a EEUU se le han agotado las personas divertidas y ahora necesita importarlas.
Pero los estadounidenses no deben temer a Noah ni a sus compañeros extranjeros. Su ascenso no es ningún signo de decadencia nacional. Es la evidencia del triunfo del poder blando estadounidense. Gracias a las redes sociales, las cadenas de televisión y al poder permanente de las tradicionales máquinas de sueños de Hollywood, el estilo estadounidense en la comedia ha crecido de manera tan penetrante que sus productores de televisión pueden encontrar a la gente adecuada para sus formatos de entretenimiento en todo el planeta.
Lo gracioso de la comedia estadounidense es que está creciendo más como otros negocios en este mundo interconectado. Está llegando a ser mundial, con la capacidad de obtener mano de obra, materiales y otros insumos en todo el mundo.
De hecho, se diría que EEUU todavía goza de una ventaja comparativa natural cuando se trata de la producción de risas. En cualquier momento dado de su historia, gran parte de su población ha estado viviendo en un estado de desorientación, tratando de dar sentido a su nueva vida, como los pioneros, los inmigrantes, los esclavos, los trabajadores migrantes o los vagabundos. Se han convertido en extraños en una tierra extraña, y el humor es el aliado natural de las personas que se encuentran en una minoría de algún tipo.
A modo de ejemplo, hay que señalar las diferentes producciones cómicas de los judíos que forman una mayoría en Israel y una minoría en Estados Unidos (ambos grupos son aproximadamente del mismo tamaño).
No puedo pensar en muchos judíos israelíes divertidos; como cualquier facción gobernante, son consumidos por los asuntos de Estado, que son famosamente serios. Pero los judíos estadounidenses todavía les hacen reír. Estrellas de la comedia estadounidenses con raíces en las comunidades judías de Europa del este incluyen desde los hermanos Marx a Jack Benny, George Burns, Lenny Bruce, Woody Allen, Jerry Seinfeld y el propio Stewart.
EEUU también ha proporcionado un terreno fértil para los pueblos de habla inglesa más divertidos. Desde Reino Unido, varios han golpeado la comedia de Estados Unidos, desde Charlie Chaplin y Stan Laurel hasta el tipo listo estadounidense por excelencia Bob Hope, que nació en Eltham, sureste de Londres, y el rey nacional de las frases ingeniosas, Henny ("llévate a mi esposa, por favor") Youngman, que hizo su debut biológico en Liverpool.
Noah comenzó a aparecer en The Daily Show como colaborador a fines del año pasado. Él es de otro lugar y es algo diferente. Nacido de una madre negra Xhosa y de padre blanco suizo en 1984, cuando los matrimonios interraciales estaban prohibidos en Sudáfrica, ha dicho que "creció en un mundo donde mi existencia en sí era un delito".
Lo que diferencia a Noah es que proviene de la tan improbable esquina de la cadena de suministro global de la comedia. Cuando estaba creciendo, Sudáfrica estaba en un estado de tumulto. Era posible que su juventud desafecta pudiera alejarse de la cultura popular estadounidense.
Pero eso no sucedió. En su lugar, veremos un adecuado reemplazo para Stewart.