Para muchos inversionistas, 2013 fue un año muy bueno. Para los fundadores de cuatro private equity de EEUU fue un año de fortuna excesiva.
Leon Black, fundador de Apollo Group, consiguió US$ 546,3 millones. Su rival, Stephen Schwarzman de Blackstone, recibió US$ 374,5 millones. Henry Kravis y George Roberts de KKR hicieron más de
US$ 150 millones cada uno, mientras que Bill Conway, David Rubenstein y Daniel d’Aniello, los cofundadores de Carlyle, compartieron US$ 750 millones.
Los enormes pagos, aunque excepcionales, reflejan el resurgimiento en las riquezas de los private equity. Cuando los mercados estallaron, estas firmas finalmente fueron capaces de vender las compañías en sus portafolios, muchas compradas antes de la crisis a precios altos. Y los planes de pensión, fondos de riqueza soberanos, aseguradoras y familias ricas han comenzado a confiar su dinero de nuevo en los administradores de fondos de capital privado.
Después de cuatro magros años, los grupos de private equity recaudaron US$ 485 mil millones el año pasado, un alza de 26% frente a 2012. Los “mega fondos” -criticados hace no mucho como reliquias de los años de auge- han tenido un resurgimiento dramático. Apollo recaudó
US$ 18.400 millones, 20% más de lo que amasó en 2008, en la víspera de la crisis. Carlyle aseguró US$ 13 mil millones, mientras que Warburg Pincus levantó US$ 11.200 millones. En Europa, que ha estado atrayendo a los inversionistas en medio de señales de recuperación, CVC Capital Partners atrajo casi 11 mil millones de euros.
La industria ha sido ayudada por el alivio monetario de la Fed, que ha mantenido las tasas ultra bajas, empujando a los inversionistas hacia bonos corporativos más riesgosos. Los private equity aprovecharon esa demanda al retrasar la madurez de los préstamos para sus firmas más frágiles. Incluso fueron más allá al buscar disputadas “recapitalizaciones de dividendo”, que involucraban añadir más deuda a una firma para pagar un dividendo para los inversionistas. Esto tuvo un fuerte regreso en 2013, con volúmenes cercanos a US$ 54 mil millones en EEUU, un aumento de 25% frente a 2012 y más del doble del monto de 2007, según S&P Capital IQ.
La recuperación es parte del “ciclo de la vida”. El ciclo ciertamente ha dado la vuelta desde su mínimo hace seis años, cuando la bancarrota de Lehman Brothers agitó los mercados públicos y los acuerdos de private equity se detuvieron.
A medida que las bolsas se hundieron y las ganancias se contrajeron, los fondos de compra desde Blackstone hasta Permira enfrentaron enormes pérdidas en papel sobre adquisiciones multimillonarias. Ellos tuvieron problemas para invertir el dinero que quedaba, mientras los bancos frenaban el préstamo y los mercados crediticios se cerraban.
Ahora, con la recuperación a la vista en EEUU, la crisis de la zona euro contenida y el enorme apoyo financiero de los bancos centrales manteniendo las tasas en niveles mínimos, el dinero está volviendo a fluir en el sistema, a una velocidad vertiginosa.
Retornos para inversionistas
Los optimistas mercados de crédito y de acciones a ambos lados del Atlántico ayudaron a los grupos de private equity a devolver US$ 471 mil millones a sus inversionistas de las ventas el año pasado, aperturas a bolsa o refinanciamientos. Esto fue 57% más que el máximo de 2007, según Hamilton Lane, el asesor de fondos de pensiones.
Sin embargo, a pesar del excelente estado de ánimo, algunos han expresado su preocupación por una nueva burbuja que podría arruinar la fiesta. Y no todas las ofertas antes de la crisis han tenido un final feliz.
Sin embargo, esto no es lo que preocupa a los negociantes de capital privado. El renovado entusiasmo de los inversionistas por sus fondos significa que el dinero en efectivo disponible para ofertas está aumentando. El “polvo seco” –el dinero que las empresas de capital privado han recaudado de sus clientes por inversiones- se ha elevado a un récord de US$ 1,07 billón (millón de millones), al incluir las compras apalancadas, capital de riesgo, el crédito y los fondos de infraestructura, de acuerdo con Preqin.
Esto debería ser una buena noticia. Pero el auge de los mercados bursátiles que elevaron el valor de sus inversiones también significa que las potenciales compras objetivas son más caras. El uso del polvo seco es más bien un desafío.
El volumen de las operaciones de capital de riesgo sigue siendo la mitad de lo que eran en el máximo antes de la crisis. Los precios de esos activos ya han trepado hasta niveles cercanos a los altos niveles de 2007, dice Rubenstein.
El monto de la deuda utilizada para financiar los acuerdos también se ha incrementado a niveles que recuerdan a los años de auge. Esos indicadores “hay que tenerlos en cuenta”, asegura Rubenstein.
Hay que tener cuidado
El frenesí está arrojando dudas sobre los retornos futuros, de los que los ejecutivos de la industria dicen que inevitablemente declinarán en medio de la creciente competencia por ofertas. Por ello, los grandes entre ellos -como Blackstone, KKR y Carlyle- se abrieron a bolsa y se están diversificando más allá de las compras tradicionales hacia el sector inmobiliario, infraestructura y crédito, que son áreas menos riesgosas que las adquisiciones corporativas. Se han convertido en gestores de activos grandes, con énfasis en su capacidad para invertir “capital flexible” a través de la estructura de capital de las empresas.
Los inversionistas deben tener cuidado. El aumento de las ventas de activos no es sostenible, advierte David Bonderman, cofundador de TPG Capital. “Es una obviedad en nuestro negocio que cuando no se puede obtener capital, los retornos suben y cuando obtienes una gran cantidad de capital, los retornos bajan”. Al preguntale sobre si hay una solución, él dice: “whisky con soda, tal vez”.
Henry Kravis, de KKR. US$150 millones
Stephen Schwarzman, de Blackstone. US$374 millones
Leon Black, fundador de Apollo Group. US$546 millones
David Rubenstein compartió con los cofundadores de Carlyle las ganancias. US$750 millones