Por Gideon Rachman
Londres
Margaret Thatcher tuvo un impacto en la escena mundial que sigue presente hasta hoy. Los tres aspectos más importantes de su legado fueron su impacto en la globalización, en la Unión Europea y en la Guerra Fría. De los tres, sólo los debates en torno a la Guerra Fría son ahora parte del pasado.
Thatcher llegó al poder en 1979, un año después de que Deng Xiaoping en China y un año antes que Ronald Reagan en EEUU. De formas distintas, los tres líderes probaron ser cruciales para desencadenar las fuerzas del capitalismo global que siguen dando forma al mundo.
Uno de los primeros actos de Thatcher como primera ministra fue abolir los controles al tipo de cambio en el Reino Unido, algo crucial para el alza de Londres como preeminente centro financiero internacional. Las reformas financieras “Big Bang” de mediados de los ‘80 continuaron su campaña de desregularización.
El éxito de las reformas económicas de Thatcher provocaron admiración internacional y algunos las emularon. Los Thatcheristas se jactan de que “la privatización” fue inventada en Gran Bretaña, pero rápidamente se convirtió en una tendencia internacional.
Thatcher y Reagan también ayudaron a popularizar la idea de que los impuestos a los ricos debían ser recortados, para fomentar el dinamismo económico. El presidente de Francia, François Hollande, es considerado de forma amplia como imprudente y quijotesco por intentar elevar la tasa máxima de impuesto a 75%. Sin embargo estas tasas eran muy comunes antes de la revolución de Thatcher y Reagan.
Sin embargo, mientras Thatcher apoyó la globalización en la economía, fue una defensora del Estado-nación en lo que se refiere a política. La tensión entre estas dos posiciones definió su tortuosa relación con la Unión Europea, y continúa moldeando a Gran Bretaña y la Unión. Su creencia en el libre comercio significó que fue una entusiasta patrocinadora del Acta Única Europea de 1986, que formó el mercado único Europeo.
En esta etapa, trabajó bien y de forma constructiva con Jacques Delors, el visionario presidente francés de la Comisión Europea. Pero cuando Delors, junto con los líderes de Francia y Alemania, comenzó a promover la idea de una moneda única europea, Thatcher se negó.
Su apodo más famoso -la “dama de hierro”- fue acuñado por la Unión Soviética, y fue adoptado con gusto por Thatcher misma. El hecho de que sus años en el poder coincidieran con los ocho años de presidencia de Reagan tuvo un impacto crucial en su lucha con la Unión Soviética. Pero, a diferencia de Reagan, ella seguía en el poder para ver la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética.