El sonido de una acalorada discusión surge de tres miembros del parlamento en el Bar Strangers de la Cámara de los Comunes del Reino Unido.
“Es absurdo”, grita un conservador, un conocido euroescéptico. “¿Cómo se atreve este presumido seudo-parlamento europeo a fijar un pago en la ciudad de Londres y así dañar nuestra industria más valiosa? Los franceses y los alemanes están celosos de la ciudad. Ahora, planean destruirla”.
Su vecino, un laborista moderado, se ríe. “¿Crees que David Cameron y George Osborne deberían declarar la guerra en defensa de los banqueros? Espero que lo hagan. Estos miembros del parlamento europeo son más inteligentes de lo que esperas. Han encontrado una manera de atacar al Reino Unido que seguramente será favorecida por gran parte del público británico. Muchos votantes, incluso conservadores, ahora ven la cultura del bono como ‘cara yo gano, sello tú pierdes’. ¿Por qué defender este exceso?”.
“Sí”, interrumpe el tercero en el grupo, un joven liberal demócrata prometedor con un buen título en economía. “Los bonos crean incentivos perversos. Los bancos son negocios ultra-apalancados cuyos fracasos siempre recaen sobre el público: directamente, a través de enormes rescates, e indirectamente, a través de terribles recesiones. La Comisión de Basilea sobre Supervisión Bancaria estimó el costo económico medio de una crisis financiera en 60% del PIB anual. No podemos darnos el lujo de otra”.
“¿Entonces qué?”, el conservador interrumpe bruscamente. “Vamos a resolver estos problemas protegiendo a los bancos de retail de los bancos de inversión e imponiendo restricciones a los bonos. Pero este plan hará las estructuras de pago de un negocio cíclico muy rígidas. Peor aún, empujará a la banca móvil fuera de la Unión Europea. Eso es una locura”.
“No tan rápido”, responde el liberal demócrata. “Nosotros también apoyamos las recomendaciones de la Comisión Vickers. Pero no es muy fácil abordar el problema de los bonos. Los bancos tienden a ganar retornos atractivos casi todo el tiempo, compensados con pérdidas catastróficas poco frecuentes. Para alguien que gana bonos relacionados con su desempeño, valen la pena estrategias como esta. Luego ellos tienen una buena oportunidad de ser recompensados por arriesgarse exitosamente, en vez de por tener verdaderas habilidades. El aspecto positivo es enorme, mientras que, si no tienen suerte, pierden bonos espectaculares o tal vez sus trabajos. Naturalmente, ellos apuestan el banco”.
“Es el trabajo de los accionistas detener eso”, responde el conservador. “Eso es absurdo”, contesta su colega. “Los accionistas no tienen idea. Además, con un apalancamiento de 30 a uno, el capital que se necesita para proteger al público de ‘riesgos de cola’ simplemente no está ahí. Las administraciones tienen los mismos retornos de lados positivos sesgados como receptores de bonos subordinados. Así que el público tiene el derecho a intervenir. Sí simpatizo con el parlamento europeo”.
“Lo harías”, balbucea el conservador. “Si sólo Cameron decidiera salir de la UE. Entonces ganaríamos en 2015 y tú desaparecerías. ¡Abajo con esta horrible coalición!”.
“Mantengan esto y retrocederemos”, interrumpe el miembro laborista. “Andy Haldane, el director ejecutivo del Banco de Inglaterra para la estabilidad financiera, estimó el subsidio anual promedio para los mayores cinco bancos del Reino Unido en más de 50.000 millones de libras entre 2007 y 2009, lo que es casi igual a las ganancias anuales de los bancos británicos antes de la crisis. Si algo es subsidiado, mucho de eso será suministrado. Eso es lógica fina de mercado. La regulación debe compensarla. ¿Cuál es la alternativa realista?”.
“Asociaciones”, responde el tory. “Así de anticuado soy. Estoy de acuerdo con que un largo período de espera antes de los pagos tiene sentido. Pero se está ignorando el costo de los probables altos salarios: serán tan ofensivos para el público como los bonos, convertirán a los banqueros en funcionarios y serán rígidos, como ya lo he dicho. ¿Eso es lo que se quiere? Limitar los bonos en relación a los salarios probablemente tampoco funcione. La Lex Column de FT ya ha ofrecido una clara idea para escapar al límite. Y si los banqueros no pueden con el límite, probablemente sólo huyan de la Unión Europea, llevando con ellos el impuesto a la renta y a los ingresos. ¿Eso es lo que ustedes los comunistas quieren, matar a la mejor industria del mundo?”.
“Espere un momento”, responde el miembro laborista. “Todas estas cosas malas no pueden ser verdad. Si ellos pueden evadir el límite, como dice, entonces ellos no necesitan abandonar Londres. Concuerdo en que podría ser imposible librarse con una compensación completa por bonos perdidos en salarios más altos. También concuerdo en que algunas actividades podrían dejarse. Sin embargo, ¿qué tan valiosas son para nosotros las empresas capaces de imponer ese terrible daño económico? ¿No están ahora muy lejos también de nuestros huevos económicos en la canasta de la City? Creímos en la City también, desgraciadamente. Pero la crisis ahora se ve como legándonos una década perdida”.
“En cuanto a transformar a los banqueros en funcionarios, bueno, lo son, ¿no? Sabemos que la deuda bancaria es deuda gubernamental implícita. Por lo que los banqueros serán empleados públicos. Es sólo un problema de establecer un pago razonable para ellos”.
“Y…”, interrumpe el demócrata liberal, “¿qué significa ser el mejor del mundo si una industria es fuertemente subsidiada por la oferta del Estado de seguros a muy bajo precio? Cualquier industria puede ser la mejor del mundo si es lo suficientemente subsidiada.
“Estoy de acuerdo con que esto es una regulación simplista. Sería mucho mejor imponer requisitos de capital mucho más altos y permitir bonos, pero insisto en que ellos serán pagados en la deuda de los bancos de los beneficiarios y se tendrá por diez a quince años antes de ser convertidos en efectivo. Pero no veo cómo alguien puede estar feliz con los incentivos que operan en esta industria”.
“De cualquier modo, no se pueden quejar si los europeos son tan intransigentes. Los tories se han complicado la vida para ofenderlos. Piensen en el veto del primer ministro de un tratado fiscal en 2011 o su retiro del Partido Popular Europeo. Como lo siembran, lo cosechan”.
“No”, responde el tory. “Estás equivocado. Tú cosecharás. Vamos a dejar la Unión Europea. Espera y verás. Entonces no tendremos que soportar más esa interferencia. Estos continentales deben tener sus tanques fuera de la City. Estoy seguro que la gente lo verá de esa manera”.
“Estás equivocado” replican los otros con regocijo. “Defender a los banqueros, incluso contra Bruselas, es una mala apuesta”.