Por Adam Posen
La clara victoria de Shinzo Abe en las elecciones de la cámara alta el fin de semana en Japón es un punto de inflexión para el comercio mundial. El primer ministro japonés ha asumido compromisos a nivel nacional y en el extranjero que, si se autorizan, permitirán que su país pueda participar en las negociaciones comerciales del Acuerdo Estratégico Transpacífico (TPP, su sigla en inglés) y realizar las reformas estructurales necesarias para ser un participante completo y equitativo.
Esto es importante, y no sólo para Japón. Su participación en el TPP aumenta considerablemente las posibilidades de un acuerdo de alta calidad apropiado para el siglo XXI, que haga hincapié tanto en el comercio de servicios como de mercancías; uno que tenga un alto nivel de protecciones para la propiedad intelectual, así como para el medio ambiente; y que vaya más allá de aranceles anticuados y se centre en los flujos de inversión y las barreras no arancelarias (como la contratación pública).
Sobre todo, incluir a Japón en el TPP podría abrirle oportunidades a una serie de economías menos desarrolladas, mientras que tranquilizaría a las economías avanzadas con respecto al nivel y el cumplimiento de las normas. Esta especie de quid pro quo ofrece algunas de las mayores ganancias provenientes directamente de los intercambios comerciales.
Mayor crecimiento
El análisis realizado por Peter Petri y Michael Plummer, profesores de Brandeis y Johns Hopkins, respectivamente, revela que un acuerdo TPP que incluya a un Japón con una política de puertas abiertas para su agricultura y otros sectores, resultaría en un crecimiento del PIB chileno de 1% anual hacia 2025, 5% para Malasia y 10% para Vietnam. El propio PIB de Japón ganaría 2% anual y EEUU casi 0,5%, gracias a mayores inversiones transfronterizas y al acceso a una creciente demanda de servicios.
La oposición a la participación de Japón en las negociaciones del TPP proviene de grupos de EEUU, a pesar de los importantes avances que esto representaría para las empresas y los consumidores. Las tres grandes automotrices de Detroit y los sindicatos de trabajadores de estas firmas han expresado sus preocupaciones. Dejando a un lado sus estrechas y parcialmente válidas quejas relacionadas con el acceso al mercado automovilístico japonés y las tarifas aplicables a los camiones, estos grupos han presentado una gran demanda: que el gobierno de Obama incluya alguna forma de protección contra la subvaluación o manipulación de la moneda por parte de Japón. Esta demanda ha obtenido algo de apoyo en el Congreso.
Por otro lado están las sospechas de manipulación de la moneda japonesa por parte de algunas compañías estadounidenses que se basan en episodios cada vez más lejanos y aislados. En cualquier caso, los esfuerzos unilaterales por debilitar el yen se impiden exitosamente por medio de un acuerdo del G20 bien monitoreado. Aquellos que deseen ver la aplicación de estos principios a manipuladores de divisas más recientes y agresivos que Japón en Asia necesitan armarse de valor para poner otros objetivos comerciales y de política exterior en peligro. No hay justificación para poner en riesgo las negociaciones del TPP y la participación de Japón sólo por temor a la manipulación del yen.