por Hugh Carnegy
El espectáculo de un Nicolás Sarkozy sin afeitar y con cara de sorpresa, luego de que comenzara a ser investigado por sospecha de extracción de fondos electorales de una multimillonaria anciana y vulnerable, coronó una semana dramática de acciones judiciales para la élite política francesa.
El hecho culminó tres días que detonaron un duro golpe tanto para la oposición de centro-derecha, que sigue luchando para encontrar el rumbo después de que Sarkozy perdió el sillón presidencial en mayo, como para el gobernante partido socialista de François Hollande hundido bajo el peso de una economía enferma.
La sorpresiva acción en contra del ex presidente, quien no ha sido acusado y que niega rotundamente los cargos, impactó a sus partidarios.
Hollande, cuyos índices de aprobación han caído a 30 puntos mientras el desempleo ha aumentado a 10%, tuvo un problema a su vez el martes, cuando su ministro de Presupuesto fue obligado a dimitir después de que la fiscalía de París abriera una investigación formal sobre denuncias de que habría cometido fraude fiscal por mantener una cuenta bancaria secreta en Suiza.
Como Sarkozy, el ministro Jérôme Cahuzac ha negado las acusaciones en su contra. Pero Hollande sintió que no tenía más opciones que dejar ir a uno de sus ministros más fuertes, y que estaba dirigiendo la crucial e impopular batalla de reducir el déficit fiscal de Francia.
Para agregar un nuevo giro a la historia, la corte ordenó el miércoles allanar la casa de Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, en un caso generado por las acusaciones de los socialistas de que actuó de forma ilegal cuando era ministra de Finanzas de Sarkozy, en un arbitraje comercial que dio lugar a un pago por 400 millones de euros a Bernard Tapie, un exitoso empresario que respaldó a Sarkozy. Lagarde también niega los cargos que se le imputan.
El abogado le dijo a Sarkozy que se escandalizara por el trato que recibió el mandatario en el tribunal de Bordeaux, donde permaneció por nueve horas. Revirtiendo la indicación de que se libraría de los cargos en el caso, lo colocó bajo investigación formal, justo un paso antes de la acusación.
Sarkozy es sospechoso de aprovecharse de Liliane Bettencourt, la heredera de 90 años del imperio de los cosméticos L’Oréal, al procurarse fondos electorales ilícitos de su parte en 2007. Desde entonces, ha tenido sus asuntos financieros bajo tutela.