Por Jamil Anderlini
, Beijing
Cuando el primer ministro chino Li Keqiang sostenga su conferencia de prensa anual hoy, una de las principales preguntas que probablemente no responderá es: ¿Qué piensa realmente China sobre las recientes acciones de Rusia en Ucrania y Crimea?
Beijing está en una posición muy difícil sobre el tema, porque los eventos que han ocurrido en las últimas semanas convirtieron las peores pesadillas del liderazgo autoritario en una gran bola desagradable.
Los levantamientos sociales son anatema a Beijing, pero también lo es la ocupación de territorio soberano por cualquier país, especialmente en nombre de proteger minorías étnicas y su derecho de autodeterminación, piense en los musulmanes turcos y los tibetanos en las regiones occidentales de China.
Las respuestas de China a la crisis en Ucrania han seguido la filosofía de Miss Universo de las relaciones internacionales: a China le gustaría ver la paz mundial y espera que todos se puedan llevar bien.
Sin importar cuánto intenten Moscú, Washington o la prensa internacional de forzarlo a inclinarse por un lado de la disputa, lo más dispuesto que ha estado Beijing a decir es que todos los lados deberían “mantener la calma y ejercer control” y llegar a una “resolución pacífica”.
Mientras, el ministro de Relaciones Exteriores de China eligió su primera conferencia anual el sábado como el momento para declarar que los lazos sino-rusos están mejor que nunca. Entonces ¿cuál es la real posición de China sobre la crisis?
Tan raro como pueda parecer a muchos en occidente, que están acostumbrados a que sus líderes a expongan en extensas partes del mundo que no siempre pueden pronunciarse, la segunda economía global y la superpotencia no tiene realmente una postura sobre Ucrania, o muchos otros temas que han ocupado los titulares internacionales.
Como un asesor estratégico senior gubernamental lo dijo en una conversación privada: “Rusia es nuestra amiga, pero esto es comportamiento rudo típicamente agresivo; vamos a pasar desapercibidos en esta materia, esperar y ver cómo termina y al final seremos amigos con todos”.
Esto podría parecer más como la política que países como Luxemburgo o Nueva Zelandia podrían adoptar hacia el conflicto, pero China simplemente no está lista para comenzar a lanzar su peso en partes del mundo que claramente están dentro de las esferas de influencia de otras personas.
En resumen, China representa la no interferencia, el diálogo, la negociación, la resolución pacífica del conflicto, el respecto de la soberanía e integridad territorial y una voz para todas las naciones sin importar su tamaño.
En contraste, en su propio vecindario, China se ha alejado explícitamente de la pasividad y describe su política foránea como “activa”.