Más de tres décadas después de que las autoridades chinas comenzaran a implementar reformas de mercado, los 168 millones de trabajadores migrantes del país están descubriendo sus derechos laborales a través de la expansión de los medios sociales.
Las redes sociales están en el centro de un movimiento de protestas laborales que está creciendo y que está siendo cada vez más incómodo para el gobernante Partido Comunista.
"El partido tiene que pensar dos veces antes de suprimir el movimiento laboral porque todavía asegura que es un partido para la clase trabajadora", dijo a la agencia AP el académico Wang Jiangsong, citado por South China Morning Post.
Motivados por un sentimiento de explotación de las empresas y de abandono por parte del gobierno, los trabajadores están organizando protestas y huelgas a una tasa que se ha duplicado cada uno de los últimos cuatro años a más de 1.300 el año pasado, en comparación con sólo 185 en 2011, según datos del Boletín Laboral de China, que con base en Hong Kong recolecta información de los medios sociales del país.
De acuerdo con abogados laborales, lo que se está viendo en China es la formación de un verdadero movimiento laboral. Hasta ahora, las autoridades han respondido aplicando mano dura, mientras que las empresas han despedido a los organizadores de las protestas.
Las autoridades, que por mucho tiempo ignoraron las violaciones a las leyes laborales por parte de las empresas, están enviando a la policía a las fábricas para restaurar el orden y reiniciar la producción.
Asimismo, han detenido a algunos activistas y han perseguido a las organizaciones que ayudan a los trabajadores. La ley laboral de China, que entró en vigor en 1995, establece el derecho a un sueldo decente, períodos de descanso, que no haya horas extra excesivas y el derecho a la negociación en grupo.
Los trabajadores pueden realizar huelgas, pero sólo bajo el amparo de la Federación de Sindicatos de China, controlada por el gobierno.
Los trabajadores que se han organizado por sus propios medios enfrentan la posibilidad de ser arrestados, pero no por protestar, sino por cargos como interrumpir el tráfico, el orden empresarial o social.
Por ahora los trabajadores migrantes han encabezado esta ola de protestas, pero el activismo laboral se está expandiendo en la clase trabajadora, que representa a la mitad de los 1.400 millones de habitantes.