General Motors acusa el golpe de la guerra comercial y anuncia cierre de plantas
La firma despediría a unos 10 mil trabajadores mientras se prepara para una posible desaceleración en EEUU y la prolongación de los aranceles.
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General Motors puso fin ayer a meses de trascendidos y especulaciones en torno a una posible reestructuración de su negocio, al confirmar que cerrará al menos cinco plantas en Estados Unidos y Canadá ante la incertidumbre sobre la economía global y su propia reorientación hacia los vehículos eléctricos y autónomos.
“Estamos tomando estas decisiones mientras la economía es robusta”, manifestó la CEO de la firma, Mary Barra, a periodistas. “Esta industria está cambiando muy rápidamente y queremos estar seguros de que estaremos bien posicionados. Creemos que es apropiado hacerlo en momentos en que la empresa es fuerte y la economía también”.
La ejecutiva agregó que ve “contextos muy desafiantes” en el futuro, en referencia a una posible desaceleración de la economía estadounidense, su principal mercado. Las ventas de toda la industria en la primera economía del planeta van a la baja desde 2016 y podrían cerrar este año bajo el umbral de las 17 millones de unidades nuevas. En China, el segundo país más importante para el negocio de GM, también ha caído la actividad.
Pero la compañía también admitió la incertidumbre en la arena comercial, en un año en que los aranceles cruzados entre las dos mayores economías del planeta han preocupado a inversionistas. GM ha asegurado que los gravámenes impuestos por Washington a la importación de acero y aluminio ya han aumentado sus costos en unos US$ 1.000 millones.
La firma -el mayor fabricante de automóviles en EEUU- cerrará cuatro recintos en Detroit, Baltimore y Ohio el próximo año, además de uno en la ciudad canadiense de Ontario. En total, la medida implicará el despido de entre 8 mil y 10 mil trabajadores, entre ellos un cuarto de su planta ejecutiva, con lo que pretende hacer más eficiente la toma de decisiones.
A fines de 2019, la compañía además evalúa cerrar otros dos recintos en otros lugares del mundo, que se suman a la clausura anunciada antes de su planta de ensamblaje en Gunsan, Corea del Sur. En América Latina, la compañía cuenta con sedes en México y Brasil.
El anuncio de la reestructuración fue bien recibido por los inversionistas, que habían castigado a la compañía durante el año. Las acciones de GM llegaron a saltar 7,9% ayer para cotizarse en US$ 38,75, su mayor precio desde julio.
Adaptarse a los tiempos
Los cambios anunciados buscan reducir los costos de GM en unos US$ 4.500 millones, además de bajar el gasto capital en unos US$ 1.500 millones al año.
La empresa también dejará de construir algunos de sus modelos (Buick LaCrosse, Chevrolet Cruze y Cadillac CT6, entre otros), a medida que se enfoca en el desarrollo y producción de vehículos eléctricos y de conducción autónoma. Ello implica que podría reforzar sus equipos de GM Cruise, la unidad encargada de desarrollar automóviles sin conductor. En el último año, ese departamento, con base en San Francisco, ha crecido en cerca de unos 1.000 trabajadores.
Pero los esfuerzos de adaptación de la compañía no fueron celebrados por todos. Trump aseguró ayer que habló con Barra y dijo que “pusimos mucha presión” para que no cierren las plantas, algunas de las cuales están en áreas relevantes para la victoria del presidente en 2016.
En tanto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dijo en Twitter que había transmitido su “profunda decepción” a la CEO de GM por el cierre de la planta en Oshawa, Ontario, que cuenta con 65 años de historia y unos 2.200 trabajadores. Se trata de la penúltima fábrica de la empresa en ese país. La última, en Toronto, está en riesgo de ser trasladada a México. La autoridad agregó que “haremos todo lo que podamos para ayudar a las familias afectadas a ponerse de pie”.
Por su parte, el alcalde de Detroit, Mike Duggan, dijo en un comunicado que la decisión de GM es “preocupante” y que la ciudad “está dispuesta a llenar todo el espacio disponible para manufacturas con entidades relacionadas a GM o con otras empresas”.
El momento de la industria
Diez años después de la crisis financiera que llevó a muchas de las grandes marcas a declarar la quiebra, la industria automotriz de EEUU enfrenta un nuevo escenario de incertidumbre por los cambios tecnológicos y de consumo, ante el creciente giro hacia los automóviles eléctricos y autónomos, y la movilidad compartida.
Otras grandes firmas estadounidenses también han anunciado medidas dramáticas este año. Ford dijo en abril que reduciría ampliamente su producción de vehículos sedan y apunta a recortar los costos anuales en US$ 25 mil millones a 2022.
“Las ventas de vehículos nuevos son desafiadas por las tasas de interés más altas y los mayores costos”, dijo a FT el economista jefe de Cox Automotive, Jonathan Smoke. “Históricamente, las grandes compras como casas y autos tienden a declinar antes de una recesión. La era en que las tasas de interés históricamente bajas impulsaban ventas récord se acabó oficialmente”, sentenció.