Si el gobierno argentino no quiere agudizar la actual crisis que vive el país, las autoridades tendrán que acomodar el tipo de cambio. Esa es la visión que tiene Federico Sturzenegger, economista transandino y diputado del partido opositor Propuesta Republicana (PRO), quien estima que este proceso ocurrirá hacia fin de año.
En su presentación en el seminario “América Latina: de la recuperación a la desaceleración” organizado por la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, el ex presidente del Banco Ciudad de Buenos Aires explicó que “para que el tipo de cambio se acomode a la inflación que ha tenido el país –cercana a 40%–, debe estar en 11,2 pesos argentinos y está en 8,4 pesos”.
El académico de la Universidad Torcuato Di Tella acotó que la administración de Cristina Fernández tiene tres opciones: devaluar la divisa, con el impacto distributivo que tiene esta medida; aumentar el cepo cambiario, lo que destruiría aún más la actividad económica; o que el banco central pierda reservas. Esta estrategia se utilizó en 2013, pero ante el riesgo de que el organismo se quedara sin fondos extranjeros, finalmente la Casa Rosada llevó a cabo una devaluación a principios de año.
“En diciembre o enero el gobierno se va a encontrar en exactamente la misma coyuntura”, aseguró Sturzenegger antes de advertir que “si no se ajusta el tipo de cambio, el nivel de recesión va a ser muchísimo peor”.
El ex economista jefe de la petrolera estatal YPF calcula que el PIB argentino se contraerá entre 2% y 3% en 2014 y detalló que en lo que va del año se han perdido 300 mil puestos de trabajo de una masa laboral de 16 millones de personas.
El experto cree que si las autoridades logran un acuerdo con los holdouts –acreedores que no aceptaron los términos de las reestructuraciones de la deuda argentina– en enero, tendrán un poco más de margen para actuar, lo que podría temperar los efectos negativos exhibidos actualmente.
Críticas al gobierno
El congresista de centro derecha aprovechó de abordar los que, desde su punto de vista, son los principales problemas que aquejan al Ejecutivo. Sturzenegger afirmó que el gobierno ha enviado señales confusas y mencionó dos casos que ejemplifican esta situación. Durante el primer semestre, la administración subsanó el tema de la expropiación de Repsol y el del Club de París, pero no ha querido resolver el asunto de los bonistas no reestructurados.
La noche del 30 de julio, cuando vencía el plazo para pagarles a los acreedores reestructurados, el presidente del banco central Juan Carlos Fábrega y el jefe de gabinete Jorge Capitanich se mostraron a favor de que los bancos privados locales compraran la deuda de los holdouts, pero el ministro de Economía Axel Kicillof y la presidenta no estaban dispuestos a negociar.
En términos domésticos, el economista criticó el excesivo gasto gubernamental. “La situación fiscal está claramente fuera de control”, declaró y puntualizó que el Ejecutivo debe emitir 150 mil millones de pesos argentinos para financiarse en el segundo semestre, cuando la cantidad total de billetes en el sistema es de 350 mil millones de pesos argentinos. “Esto generará un problema de inflación muy grave”, alertó.
Con todo, Sturzenegger destacó dos legados que dejará el kirchnerismo: el país no tiene déficit de cuenta corriente, por lo que desde el punto de vista macroeconómico, no necesita un ajuste. El especialista afirmó que “probablemente en 2015 van a entrar capitales, por lo que el desafío es atajar esos dólares para evitar la apreciación cambiaria”.
El otro avance logrado será el bajo nivel de deuda. El economista recordó que cuando Néstor Kirchner asumió el poder en 2003, la deuda era de 160% del PIB. Actualmente, la deuda privada asciende a 15% del PIB.