- Europa conmemora 100 años de la Primera Guerra Mundial en medio de un conflicto militar en Ucrania. ¿Qué impresión le deja eso?
- Es muy irónico y nos recuerda que Europa no ha resuelto los problemas que llevaron al conflicto. Existe una zona de inestabilidad entre Alemania y Rusia. Y Ucrania está en el centro. Después de la Segunda Guerra Mundial quedó establecido que Rusia controlaría Europa del este. Hace 25 años ese acuerdo colapsó con la caída de la Unión Soviética. Desde 1999 se hizo evidente que el futuro de Europa del este sería incorporarse a la Unión Europea, pero Ucrania es justamente la única parte del ex imperio que los rusos no están dispuestos a dejar.
- Europa, que parecía un proyecto consolidado, está viendo fuertes transformaciones. Grecia estuvo cerca de abandonar el euro. Otros países han seguido ingresando a la Unión. Escocia podría dejar el Reino Unido, y la propia Inglaterra dar la espalda a Bruselas...
- Durante los ‘90, los europeos intentaron hacer dos cosas al mismo tiempo. Profundizar las instituciones europeas a través de la unión monetaria, y ampliar la Unión Europea hacia el este. La ampliación fue un enorme éxito, como demuestra Polonia.
La unión monetaria ha sido mucho menos exitosa. Yo anticipé que tras una primera década, los desequilibrios fiscales la harían inestable. Y eso es lo que pasó. No es fácil entender lo mal que han resultado las cosas para los países del sur, como España, Portugal y Grecia. Esta ha sido una depresión y se podría haber evitado si no hubiera existido el euro, porque habrían devaluado para compensar los enormes shocks. El problema es que una vez que fue creado, era imposible desmantelarlo a un costo razonable.
-¿Qué significan estos cambios desde el punto de vista económico?
- Los europeos han demostrado que están dispuestos a sufrir un costo económico para limitar la agresión rusa. El problema es que el presidente Vladimir Putin puede conformarse con un acuerdo que le dé influencia sobre el este de Ucrania. Los europeos también quedarían satisfechos, porque en verdad no les importa tanto Ucrania. Los mayores perdedores serían los ucranianos, que se quedarían sin gran parte de su base industrial.
- ¿Fracasaron las sanciones económicas?
- La lección de los años ’30 sobre lo que pasó en Italia y en Japón indica que las sanciones económicas no son la respuesta para las agresiones militares. Deberían haber tratado al menos alguna modesta fuerza militar para darle la señal a Putin de que no se pueden resolver estas disputas con invasiones, pero ahora la situación es distinta.
- ¿Cómo se entiende hoy una figura como la de Putin?
- Europa sobreestimó a Putin. Rusia es un Estado débil. Sus problemas son muy serios, internos y externos. Su vulnerabilidad en el este ante una expansión de China es enorme y tiene un gran punto débil en el Cáucaso, una región que es una gran fuente de inestabilidad. Permitir que Putin nos dejara como tontos en Ucrania fue nuestro error porque su posición no era tan fuerte.