Por B.Muñoz y A.Clavería
Durante décadas, el uso de microorganismos se ha asociado a la medicina humana y al desarrollo de diversos productos farmacéuticos como antibióticos e inmunosupresores. Sin embargo, en los últimos años la utilización de estas especies se ha diversificado en nuestro país, impactando positivamente en otras industrias, en especial, en la minería y agroalimentaria.
Tanto para mejorar procesos productivos, como para desarrollar y aumentar la calidad de productos nuevos o existentes, variadas especies de bacterias y hongos son empleadas actualmente con el fin de optimizar la producción “con bajos costos asociados, siendo mayor el beneficio que generan”, comenta Francisco Chávez, director por Santiago de la Sociedad de Microbiología de Chile.
“Los microorganismos pueden aumentar la productividad debido a que se implementan como opción para obtener materia prima u otros elementos a partir de materiales ya utilizados o reciclados, como también se pueden usar en forma masiva, con un costo de mantención bajo, ya que para ello se necesita muy poco capital”, afirma Chávez.
Gonzalo Osorio, encargado del programa de Microbiología y Micología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, añade que la productividad industrial se ve aumentada pues estas especies se encargan por sí solas “de realizar los complejos procesos químicos requeridos, sin necesidad de utilizar catalizadores orgánicos o inorgánicos que pueden ser muy costosos”. Además, “pueden crecer autónomamente, por lo que sólo se requiere un pequeño inóculo inicial que luego crecerá de forma exponencial maximizando así la eficiencia del proceso”.
Actualmente, el 6% del cobre que Chile produce es mediante la biolixiviación, un proceso que lleva tiempo implementándose en nuestro país y que permite tratar minerales de cobre de baja ley utilizando bacterias, algo que no sería económicamente viable a través de métodos tradicionales.
Pilar Parada, gerente general de la filial de Codelco y JX Nippon Mining & Metals Corp, BioSigma, comenta que aplicar esta tecnología a la industria “puede reducir los tiempos de procesamiento respecto del uso de tecnologías convencionales de lixiviación e, incluso, agregar nuevos recursos minerales considerados económicamente poco atractivos de explotar”. En promedio, para un mineral mixto con predominancia de sulfuros primarios, esta tecnología permite generar en un año de operación “entre 30% y 60% más de cobre extraído”, señala Parada.
Juan Rivadeneira, director del proyecto de biolixiviación de concentrados de Pucobre, estima que “en la medida en que las minas están pasando de una transición de minerales oxidados a minerales sulfurados, la biolixiviación debiera ser una tendencia al alza en Chile”.
Hoy, Pucobre está impulsando un proyecto en este ámbito, cofinanciado por InnovaChile y un presupuesto total de $ 1.000 millones, para tratar concentrados de cobre con altos niveles de impureza, de forma amigable y a costos más competitivos.
Previniendo enfermedades
Con el fin de prevenir enfermedades en la papa y tomate, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) está implementando distintas iniciativas empleando microorganismos.
Una de ellas es un sistema de control biológico contra el tizón tardío en la papa, utilizando hongos antagonistas y agua ozonizada, indica Paulina Erdmann, ejecutiva del FIA. El proyecto, financiado con $ 157 millones, logrará “un control más efectivo para esta enfermedad que puede producir la pérdida total del cultivo, afectando la competitividad de los agricultores”, señala la especialista.
En tanto, a través del cultivo de biocontroladores nativos, se busca mitigar los efectos dañinos de los hongos que más afectan al tomate de Arica, como el naupactus xanthographus con azinfos metil, sin utilizar productos químicos, explica Alfonso Yévenez, ejecutivo del FIA. La iniciativa tendrá un costo total de $ 196 millones.