Los 29 días de Siches: un estilo que La Moneda necesita corregir
El espaldarazo que le dio el Presidente Boric a su ministra del Interior intenta cerrar la crisis, pero no soluciona el asunto de fondo: una forma de la jefa de Gabinete que pone en problemas constantemente al Presidente y a su gobierno.
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La ministra del Interior, Izkia Siches, fue confirmada en su cargo por el Presidente Gabriel Boric, que ratificó que la expresidenta del Colegio Médico cuenta con “toda” su confianza. La Moneda, sin embargo, no entró en detalle sobre lo sucedido, la cadena de errores que llevó a la ministra a una acusación falsa contra el gobierno anterior y tampoco –para sorpresa de experimentados dirigentes que han pasado por estos cargos– se anunciaron bajas internas. Ni en el servicio donde supuestamente se originó la información –el Servicio Nacional de Migraciones, según el comunicado de ayer en la tarde donde se anunció una investigación sumaria en dicha repartición, casi a 24 horas de los dichos de Siches– ni tampoco entre los responsables de chequear las informaciones, el propio equipo de la jefa de gabinete.
La ministra y su equipo quedaron por el momento blindados, mientras los dardos apuntan a la directora subrogante que quedó en el cargo luego del 11 de marzo, Carmen Gloria Daneri, con 25 años de trabajo en Extranjería. Pero el tema sigue abierto y la propia Siches, nuevamente, en una situación complicada… a menos de un mes de haber asumido.
Pero sus logros están todavía en lo simbólico, aseguran en las coaliciones de gobierno, porque Siches no ha mostrado todavía grandes conquistas políticas.
Los hechos
En el oficialismo se reconoce transversalmente que la falsa denuncia de Siches originó una crisis y, al margen de lo dicho por dirigentes públicamente, se le considera grave, porque afecta no solo su propia credibilidad –lo que ya es delicado–, sino la del gobierno y la del Presidente Boric.
La ministra, en una entrevista publicada hace una semana en “El diario de Atacama” señaló por primera vez: “Se nos informó que uno de los aviones de deportación organizado por Chile, no pudo tener el destino que era Venezuela, y todas aquellas personas que tenían deportación judicial, volvieron al país. No sabemos el detalle de la situación de aquellas personas, pero es gravísimo porque se dispensan recursos fiscales”.
Como ese pasaje pasó inadvertido para buena parte de la opinión pública, en los días posteriores ni la ministra Siches, ni sus asesores y tampoco sus subsecretarios –nadie en el gobierno, en realidad– se detuvieron nuevamente sobre el asunto hasta que, cinco días después, la secretaria de Estado reiteró la falsa denuncia, pero en la Comisión de Seguridad Ciudadana en la Cámara de Diputados.
“El problema es que identificamos que uno de los aviones que se hicieron, por ejemplo, a Venezuela, retornó con las mismas personas”, aseguró la ministra. “Realmente es algo gravísimo. La cantidad de recursos que implica trasladar un avión lleno de personas y retornarlo entero. ¿Dónde están esas personas que tienen indicación judicial de expulsión? Por lo mismo, cuando hagamos nuestras expulsiones que sean necesarias, tenemos que garantizar que no nos pase lo mismo, porque es una chambonada, a nivel nacional, que es realmente impresentable”, dijo el miércoles la secretaria de Estado.
Siches, además, acusó al gobierno de Piñera de “tapar con tierra” lo sucedido.
A las 22.30 horas del miércoles, cuando la falsa denuncia de Siches circulaba con fuerza en las redes sociales, Rodrigo Delgado –último ministro de Interior de Piñera– desmitió los hechos, como otros funcionarios de esa administración. Recién de madrugada la ministra reconoció que emitió “información incorrecta”, disculpándose con Delgado y su equipo. A horas de que la información había sido difundida ampliamente en Twitter y a cinco días de haber sido publicada en “El diario de Atacama”.
En las propias fuerzas de gobierno se habla de inexperiencia estructural, aunque se trata de un asunto que no solo afecta a Siches, sino que a una buena parte de esta administración.
La versión acotada de La Moneda
La primera versión oficial de lo sucedido se dio ayer, pasadas las cinco de la tarde, luego de varias versiones de prensa que intentaban una respuesta. En un comunicado emitido por el Servicio Nacional Migraciones, donde se anuncia una investigación, se explica que el 3 de marzo se dio inicio al proceso de expulsión de un grupo de colombianos y venezolanos condenados por tribunales chilenos. La PDI y Gendarmería eran los encargados de coordinar su salida desde los centros penitenciarios al aeropuerto. Pero antes del embarque, la PDI fue notificada que Venezuela no autorizaba la apertura de fronteras para los 53 venezolanos. Entonces, la policía embarcó a los colombianos, mientras que los venezolanos fueron encomendados nuevamente a Gendarmería para reintegrarlos a los centros de reclusión.
Lo siguiente sucedió el 25 de marzo, según la versión de las actuales autoridades. De acuerdo al comunicado, la directora subrogante del Servicio Nacional de Migraciones, Daneri, en una reunión con el ministerio del Interior habría informado que los venezolanos llegaron a embarcarse, que volaron, que no fueron admitidos en su país y que regresaron a Chile. Que esta información, equivocada, fue transmitida por Siches a la comisión (en el comunicado no se indica que ya había sido formulada en la entrevista en “El diario de Atacama”).
Entre el 11 de marzo y el 2 de abril –cuando Boric nombró a Luis Eduardo Thayer al mando del servicio– Migraciones estuvo a cargo de la subrogancia. Fueron tres semanas.
La seguidilla de polémicas
En sus 29 días, la ministra Siches –la primera mujer en ocupar Interior– ha realizado gestos simbólicos y ha marcado hitos. Cuando el Presidente Boric realizó su primera gira oficial al extranjero, a Argentina, fue la primera mujer vicepresidenta en la historia de Chile.
Pero ha tenido una seguidilla de polémicas.
Su frustrado viaje a Temucuicui el 15 de marzo, donde fue recibida con una emboscada. En el mismo viaje habló de la existencia de “presos políticos”, lo que fue corregido por el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve.
El 24 de marzo, en Enade, dijo: “Si yo pillo a una persona al lado de un crimen y es en Las Condes, es rubio y tiene un apellido, no pasa nada”.
Su reacción de condena al carabinero que el 25 de marzo, atacado por una turba, sacó su arma para defenderse en una marcha de la Confech. La ministra lo calificó de “gravísimo”, aunque luego de algunos días –al conocerse la golpiza que sufrió el uniformado– realizó un gesto y lo visitó.
Luego habló reiteradamente de Wallmapu, en la antesala del viaje de Boric a Argentina, lo que provocó que la semana pasada tuviera que pedir disculpas.
El miércoles, en el Congreso, volvió a hablar de Wallmapu ante los senadores. Poco antes de la polémica por su falsa acusación, la ministra ante la comisión de seguridad ciudadana de la Cámara de Diputados tuvo otra intervención polémica: “Vivo en La Florida, paso por el lado, escucho todas las organizaciones de narcotraficantes cada vez que voy a mi trabajo, diariamente”.
Un estilo
En las propias fuerzas de gobierno se habla de inexperiencia estructural, aunque se trata de un asunto que no solo afecta a Siches, sino que a una buena parte de esta administración, con un fuerte recambio generacional y mayoritariamente sin experiencia en el gobierno.
Siches ganó mucha popularidad en el contexto de la pandemia y su enfrentamiento al gobierno de Piñera, pero, salvo las elecciones del Colegio Médico, no ha competido para cargos de elección popular. En buena parte del oficialismo se le atribuye un papel crucial en la segunda vuelta –cuando hizo campaña con su hija de meses en un bus recorriendo distintas ciudades–, en una apuesta que intentó instalarla en dupla con Boric, como en las elecciones norteamericanas.
Pero sus logros están todavía en lo simbólico, aseguran en las coaliciones de gobierno, porque Siches no ha mostrado todavía grandes conquistas políticas.
Su llegada al Ministerio del Interior ha sido compleja y no solo por la falta de experiencia y porque a su primer anillo de confianza haya instalado a tres médicos con los que trabajó en el Colegio Médico, entre los que está su jefe de gabinete, Roberto Estay, sin mayor bagaje en las trincheras del poder gubernamental. En el oficialismo se recuerda que en su intervención en Enade, donde aseguró que las relaciones con los otros ministerios pasan por Interior: “Nuestra voluntad es poder tener un diálogo fluido, cercano con las distintas carteras que se relacionan, pero también directamente conmigo, que soy la jefa entre comillas del gabinete y el gobierno en su totalidad, para articular acuerdos que nos permitan conducir estos cambios que son necesarios y no frenarlos, sino vehiculizarlos o redirigirlos de forma sustantiva y que colabore en lo que requiere nuestro país”.
No resulta evidente, a su vez, que con el socialista Monsalve exista una relación de trabajo fluida.
Su delicada situación
Sin partido, a diferencia del resto del comité político, el episodio del avión fantasma la deja sin espaldas y con todo el período por delante. En el oficialismo se asegura que ha cometido errores de principiante, en un cargo clave, pero que Boric –que ayer estaba muy molesto, según informaron desde La Moneda–, finalmente optó porque la pérdida de confianza que ha generado su ministra lo afecte a él mismo y a su gobierno. En parte por su gran relación personal y, en parte, porque apenas lleva un mes en el cargo y no existen opciones fáciles de reemplazo. Es una cartera compleja a la que varios actuales ministros le hicieron el quite justamente por la presión de una cartera que tiene en sus manos asuntos clave como el conflicto en la Araucanía, el tema migratorio y la seguridad pública, fundamentales para los chilenos.
Ayer, en la presentación del plan económico –en parte opacado por este asunto–, el silencio de Siches y de la vocera Vallejo hizo que Boric tuviera que hablar del tema, pese al diseño original de protegerlo, y demostrando que no hubo un diseño para blindar al Presidente.
Se salvó por ahora Siches, con un espaldarazo de Boric, pero queda muy debilitada y por ahora lejos de la líder potente que parecía nacer en la segunda vuelta de la campaña presidencial.
Mientras, una pregunta se repite en el oficialismo: ¿Qué hacer?