Luego de dos semanas recorriendo el sur de Chile, el noruego Erlend Aamot no sólo vovió a su país con uno que otro souvenir, sino además con una serie de contratos y prospecciones que deberá presentar en la capital nórdica.
Y es que su paso por el país, que concluyó a fines de septiembre, tuvo como objetivo negociar derechos de agua, para convertirse en un actor más del negocio energético chileno.
Aamot (27 años ), quien tiene la responsabilidad de buscar nuevos negocios para Felleskraft, entidad noruega operativa desde 2005, catalogará como exitoso el viaje si de los nueve derechos que negoció, logra cerrar cuatro, para así dar curso a la fase dos del desembarco vikingo que planean: dotar a la zona centro sur de nuevas centrales de pasada, con capacidad proyectada entre 2 MW y 20 MW.
Para ello cuentan con US$ 50 millones, que serán destinados para comprar derechos hídricos y levantar centrales en la mencionada zona.
Las similitudes con Noruega
El monto, en todo caso, no es el límite. Según Aamot, es sólo la capacidad inmediata para destinar a Chile, pero puede aumentar -si surgen nuevos proyectos- vía endeudamiento.
La incursión en el país fue casi al azar, afirma Aamot. Una vez echado a andar el proyecto de Felleskraft en 2005, la primera opción fue invertir en hidroelectricidad en Noruega. Pero los costos de endeudamiento eran tan altos y los precios de la energía tan poco atractivos, que miraron mercados emergentes, como Brasil y Chile.
En ambos países hay negociaciones en curso. En el mercado local, debido a su parecido en recursos hídricos con Escandinavia, el plan es tener cuatro centrales de pasada, en especial tras la promulgación de beneficios a los proyectos de menos de 20 MW.
"Este tipo de complejos es más fácil desarrollarlos por su construcción, estudios de impacto ambiental, y además porque hay varios incentivos por parte del gobierno para ellos. Además que en está área no hay que competir con las grandes generadoras", explica.
La apuesta es a largo plazo. Según Aamot, la idea es construir las centrales y operarlas, inyectando más energía al Sistema Interconectado Central (SIC), modelo que encuentra muy desarrollado, pero que aún carece de incentivos suficientes para este tipo de proyectos. Y ese que, a juicio del ejecutivo, no es fácil pensar en una central de pasada de 2 MW en la zona cordillerana -donde está la mayoría de los recursos hídricos- para luego hacer una millonaria inversión en líneas de transmisión hasta el SIC, emplazado en el valle central.