El debilitamiento competitivo parece configurar
definitivamente el talón de aquiles de la economía chilena. La trayectoria que
exhibe la productividad es alarmante, pues los exiguos crecimientos de inicios
de década, hoy han sido abiertamente reemplazados por retrocesos en la
eficiencia agregada. De acuerdo a estimaciones de la Cámara de Comercio de
Santiago (CCS), en 2007 la productividad retrocedió nuevamente en alrededor de -0,3%,
que sigue a una baja de -0,7% en 2006.
Datos de la CCS indican que de no haber caído la productividad
en 2007, el PIB habría crecido en 5,5%, y no en 5,1%, como de hecho creció.
Este fenómeno es el responsable directo de la pérdida de competitividad de la
economía chilena y de la reducción del crecimiento potencial a menos de 5%, en
lugar del 7% y más que exhibió durante un prolongado período.
La CCS alerta que más que un fenómeno puntual de 2007, la cifra negativa de
-0,3% sugiere seriamente que el impulso competitivo parece haber abandonado a
la economía chilena. Desde 2000 en adelante la productividad ha crecido en
apenas 0,1% promedio por año, produciéndose valores negativos en 5 de los 8
años del período. Preliminarmente, se estima un nuevo retroceso del orden de
-0,5% para 2008. En contraste, entre 1987-1997, el crecimiento de la productividad
fue de 2,6% promedio por año.
Sin duda que también se han conjugado aspectos más
directamente coyunturales, como lo es el alza del precio del petróleo que ha
agravado la crisis energética. En 2007 Chile gastó en energía US$ 10.700
millones, duplicando lo que hubiese gastado con el estándar de precios de 2003.
De hecho, la CCS estimó que los costos totales de las empresas se elevaron en
alrededor de un 1,5% real sólo por este concepto, contribuyendo claramente a la
erosión competitiva. El aumento de las tarifas eléctricas no ha sido sólo por
efecto del mayor precio internacional del petróleo o la sustitución por este
combustible del gas natural argentino, o por la sequía. Ha sido también
consecuencia de un retraso de inversiones, producto de un marco regulatorio que
fue inadecuado por largo tiempo, hasta ocurrida su modernización en 2004.
Para el país, esta pérdida de competitividad se ha hecho
visible en el frente externo, en que se observa un distanciamiento respecto del
resto de las economías emergentes y en desarrollo, las que avanzan más
rápidamente en reformas y fomento a la competencia. El
volumen de exportaciones de los países emergentes ha crecido a un ritmo medio
de 9,8% entre 2000 y 2007 , muy por sobre el 6,4% observado en Chile. Ello ha
significado una pérdida de 22% en la participación de mercado en las
exportaciones chilenas en dicho lapso.
En este sentido, el descenso del tipo de cambio real
constituye más bien evidencia, y no causa, de la pérdida de competitividad
exportadora, y los esfuerzos de contención en materia de política cambiaria, si
bien pueden ser marginalmente efectivos, adolecerán de la fuerza suficiente de
no ser directamente abordados con tópicos de competitividad.