El 99% de la atención de los economistas del mundo, especialmente de Estados Unidos, está centrada en el desarrollo de la crisis financiera a nivel mundial, en especial por las ramificaciones hacia Europa e, incluso, el latente peligro hacia otras latitudes.
Pero el 1% restante mira con expectación qué ocurrirá el lunes 13 próximo, cuando la Academia de Estocolmo anuncie al ganador del Premio Nobel de Economía.
Como ha sido la tradición desde 1969, año en que se entregó el primer reconocimiento a un economista (a Jan Tinbergen y Ragnar Frisch), nadie sabe la identidad del próximo laureado hasta que se anuncia en Suecia.
Pero como todo en la vida, rumores y hasta apuestas ya hay sobre quién o quiénes recibirán la medalla dorada en esta edición.
Nombres son pocos. Más bien escasos. Christopher Sims, Lars Peter Hansen, William Nordhaus, Robert Barro y Thomas Sargent, todos ejerciendo en universidades de Estados Unidos, son los únicos que aparecen como posibles merecedores del galardón.
Dos de ellos, Sims y Hansen, destacan por las opiniones contrapuestas que tienen el uno con el otro acerca del momento económico que se vive en el mundo, y las consecuencias que acarreará para la productividad global la caída bursátil experimentada durante las últimas semanas.
Ante la sola pregunta que suenan como posibles ganadores del Nobel se muestran incómodos e, incluso, dudosos de la certeza de dichos comentarios. Sims, actual académico de Princeton, califica su posible candidatura como un simple rumor de Internet, bajándole el perfil a una eventual candidatura al máximo galardón de las ciencias económicas.
Sims, profesor de Economía y Banca en la Universidad de Princeton, y Hansen, experto en Economía y modelos matemáticos, quien enseña en la Universidad de Chicago, llevan décadas analizando las repercusiones que tiene en el mercado -o libre mercado como le gusta calificarlo a Hansen, las intervenciones gubernamentales, como las vividas en las últimas semanas.
Sobre este punto es donde mayores diferencias hay entre estos dos 'candidatos' al Nobel.
Mientras Sims es parte de la mayoría en Estados Unidos (por lo menos entre los economistas), quienes apoyan el salvataje lanzado por la administración Bush, debido a que al menos entregó tiempo extra para buscar mejores alternativas para reparar el sistema; Hansen sigue a cabalidad la doctrina de la Universidad de Chicago, donde se postula que el mercado debe funcionar por sí mismo y de manera independiente, y quienes tengan que caer por los riesgos tomados, deben hacerlo para aleccionar al resto de los actores de este juego económico.
No premiar el mal comportamiento
Siguiendo esta postura, Hansen cree que la actitud del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de permitir que se realice un salvataje -a costa de los contribuyentes- por US$ 700 mil millones no es sano para el mercado. Es un agente externo que contamina su correcto (y, a veces, incorrecto) quéhacer.
Según el profesor de la Universidad de Chicago, "no se puede premiar el mal comportamiento". Y es que, como plantea Hansen, este tipo de acciones no sólo estará dotando de un colchón dorado a aquellos ejecutivos que fueron más allá de sus posibilidades y tomaron riesgos innecesarios, sino además se está sentando un mal precedente para el funcionamiento futuro del mercado financiero en los Estados Unidos.
"Es muy importante que la Fed y el Departamento del Tesoro tomen los pasos necesarios para asegurar el buen funcionamiento del mercado por muchos años sin dar el pie para que se crea que habrá este tipo de intervenciones", explica Hansen.
Es por ello, que cree que en el futuro, de ocurrir algo similar, los bancos de inversión y quienes estén en el ojo del huracán, deban caer.
Es tal su convicción sobre el buen ajuste que podría hacer el mercado por sí mismo, que estima que las instituciones salvadas por Bush deben ser reguladas y se debe transparentar su funcionamiento, para así no contaminar la operación del resto del mercado.
¿Qué libre mercado?
En la vereda opuesta está el otro 'postulante' al Nobel, Christopher Sims. Chris, como le gusta que lo llamen, postula que no hay tal libre mercado, como lo ve su par de Chicago.
"No hay tal cosa del libre mercado. Siempre estará regido por leyes o actores que operan el mercado. Cuando alguien cae en bancarrota, y si no hay cláusulas que aseguran formas de pago, entra a operar la justicia. Entonces, decir que debe funcionar el mercado por sí mismo, es ignorar que lo que se hace es permitir que un montón de jueces trabajen y decidan quiénes reciben qué en la licuación de activos. No creo que la solución sea dejar que todo quiebre. Me sorprende que los economistas de Chicago piensen eso", explica el experto de Princeton.
Es más. Sus ataques a la falta de regulación no se hacen notar. "Ha habido un exceso de confianza en que el mercado se puede regular a sí mismo y la gente que estaba tan segura de ello, eran quienes echaban para atrás a las autoridades regulatorias", responde Sims, agregando que la mayoría de los problemas de esta crisis financiera, se deben a que el actual gobierno en Estados Unidos permitió una liberalidad en las normas a cumplir.
"(Bush) tenía la idea que la reputación de las compañías las iba a contener para no cometer excesos, lo cual era suficiente para evitar regulaciones. Pero ese argumento no consideraba que las firmas se preocuparían de su propio riesgo y no de que sus acciones podrían afectar a todo el sistema".
Donde sí están de acuerdo es en las repercusiones de la debacle de Wall Street.
Ambos coinciden en que predecir qué ocurriá es imposible, ya que la experiencia de otras crisis anteriores ha tenido distintos resultados, con largos períodos de recuperación para el caso de la Gran Depresión de la década del treinta, como cortos intervalos de bajo crecimiento en la debacle financiera en Japón.
De todo ello, como comenta el experto de Princeton, se ha aprendido y los economistas han metido todo eso en sus modelos, como así también espera que lo esté haciendo Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Por lo mismo, por aún no conocerse los alcances reales -más allá del pánico financiero que se ha vivido durante estas semanas por la incertidumbre que reina en las bolsas del mundo-, el economista y erudito en banca bromea con la consecuencia negativa que podría tener todo esto: que la gente comience a desconfiar de los economistas.
"No se puede saber si les darán crédito a quienes tenían modelos que predecían esto, porque pueden decir que los teníamos, se usaron, pero no se pudo parar esto (risas). Es cierto que es difícil culpar a alguien, pero temo que la gente piense que los economistas cometemos grandes errores. Sí creo que desde nuestro lado hay que poner atención a lo que la gente cree que debemos hacer para que el sistema funcione", argumenta.
El camino al Nobel de Economía
Al igual que los otros tres posibles candidatos a llevarse el Nobel de Economía, Lars Peter Hansen y Christopher Sims tienen larga trayectoria en reconomientos por sus publicaciones y aportes a la economía moderna.
Sims, actual profesor de economía y banca en la Universidad de Princeton, no tiene una decena de publicaciones, sino una centena. La más reciente, en conjunto con el economista Tao Zha, aún se mantiene en categoría de manuscrito, pero planteó precisamente, dos años atrás, si las políticas monetarias pueden generar recesiones. Justamente, lo que está viviendo el mundo en estos días.
En ella los autores consideraron dos preguntas a esta hipótesis. La primera, si los cambios repentinos en la política monetaria pueden acarrear recesiones y, en segundo término, si una seguidilla de modificaciones de la política ha permitido una reducción de la inflación. Según los autores, ello no ocurre, descartando un rol preponderante de estos factores en una depresión financiera.
Ello podría explicar que más que el aumento de tasas por parte de la Fed en Estados Unidos, lo que llevó a este derrumbe fue el exceso de riesgo y falta de regulación al sistema hipotecario y financiero de la mayor economía del mundo.
Lars Hansen, académico de la Universidad de Chicago, al igual que Sims, es miembro de la Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos y también de la Academia de las Artes en ese país.
Hansen, quien se ha especializado en ver cómo afectan las regulaciones al desarrollo del mercado, tiene como más reciente publicación el paper "Valoraciones y controles férreos sin compromisos". Esta obra no sólo es de su autoría, sino además trabajó en conjunto con Thomas Sargent, académico de la Universidad de Nueva York (NYU) y uno de los cinco mencionados como posibles merecedores del Nobel. En el texto, ambos economistas plantean el rol que juega un Estado oculto en el mercado en el comportamiento de éste. Así, el paper muestra cómo se producen distorsiones en el sistema financiero cuando hay operadores sensibles al riesgo y que notan la presencia de un Estado presente, pero que no se deja ver tal cuál está inmerso.
Estas obras y su vasta carrera los tienen compitiendo, al menos ante ojos de los expertos, por el Nobel de Economía.