“Nunca había escuchado, en mi larga vida diplomática, declaraciones tan imprudentes”. Con estas palabras de desconcierto respondió ayer el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Heraldo Muñoz, a las últimas declaraciones del canciller boliviano, David Choquehuanca, quien aseguró el pasado domingo estar dispuesto a “derramar sangre, a pelear para recuperar lo que es nuestro” al aludir al río Lauca.
“Me causa enorme sorpresa, nunca un canciller en tiempos de paz puede hablar como lo ha hecho, de derramar sangre por supuestos derechos. Mínimamente, un canciller tiene que tener la prudencia para no hacer declaraciones de este tipo”, dijo ayer el secretario de Estado en medio de un generalizado rechazo de distintos actores del país a los dichos provenientes desde Bolivia.
Muñoz advirtió que su par boliviano “está yendo demasiado lejos y paralelamente, después de decir estas cosas, llaman al diálogo. Después de haber venido en la visita confrontacional que ustedes han conocido (...) nadie les cree”.
Acto seguido, el canciller comentó que “esto es altamente irregular, inédito”.
Y mientras parlametarios de todos los colores políticos calificaron de “gravísimos” y atribuibles a “un problema médico” -como dijo el presidente de las UDI, Hernán Larraín- los dichos de Choquehuanca, por su parte Muñoz anunció que “Chile va a seguir actuando con serena firmeza, pero por la vía de la solución pacífica de las controversias, para eso está La Haya”.
Choquehuanca, en tanto, se retractó y aseguró que Bolivia es “un país pacifista, un país que busca la paz.”