La pérdida de fuerza del PC en el movimiento estudiantil amenaza su rol de puente con el gobierno

por valentina fuentes j.

Cuando el vocero de los estudiantes secundarios agrupados en la Cones, Ricardo Paredes, se sube al escenario instalado al final del trayecto de cada marcha educacional, es pifiado por los cientos de convocados que sostienen una crítica generalizada: “la Cones está muy dispuesta a celebrar todo lo que hace el gobierno y mucho menos a coordinarse con el resto del movimiento. Eso es muy grave”.

Paredes milita en la “Jota” (Juventudes Comunistas) y enfrenta el efecto que ha generado, para la calle, la decisión del PC de volcarse al poder formal. En su apuesta por la vía institucional, hoy es parte de la coalición de gobierno, cuenta con la representación de seis diputados, una ministra y un subsecretario. Sin embargo, en directa correlación con esta conquista, redujo su histórica presencia en los movimientos sociales, siendo lo más significativo, la pérdida de importantes federaciones estudiantiles (ver recuadro). De hecho, este año es la primera vez que la JJCC no tiene representación en la mesa ejecutiva de la Confech. 
El vicepresidente de la FECH, Sebastián Aylwin (Izquierda Autónoma), afirma que este panorama es fruto de que “los estudiantes han castigado al PC por legitimar a un conglomerado que es con quien históricamente se ha enfrentado el movimiento”. Por el contrario, desde la JJCC, la secretaria general de la FECH, Iraci Hassler, justifica que la apuesta de su partido “tiene que ver con abrir un espacio en la institucionalidad precisamente para que el movimiento social pueda avanzar en sus demandas, que era la piedra de tope en 2011”.

Pero pese a que los jóvenes comunistas argumentan que la presencia de su partido en la Nueva Mayoría es una nueva oportunidad para posicionar las demandas estudiantiles, “las críticas hacia la “Jota” dentro del movimiento crecen cada vez más”, afirma Francisco Sainz, coordinador político del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), grupo al que pertenece entre otros, la presidenta de la FECH, Melissa, Sepúlveda. “Ellos deberían hacerse la autocrítica de que hoy están más interesados en las propuestas del gobierno y en sus intereses particulares que en los generales y por eso han perdido credibilidad”, agrega Sainz.

El escenario pone en jaque el rol distintivo que prometía la presencia del PC en el bloque oficialista, que con “un pie en La Moneda y otro en la Alameda”, prometía ser el principal vínculo con la calle y, principalmente, con el movimiento estudiantil en el desafío de gobierno de sacar adelante la reforma educacional, la promesa más ambiciosa del programa de la presidenta Bachelet.

Prueba de fuego


El PC no encontraba mayores complicaciones en la estrategia inicial del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, que era -antes que todo- tender vínculos con el movimiento educacional. Con esa intención, incorporó a ex líderes estudiantiles a su equipo asesor, optó por empezar la reforma con un proyecto que atendiera directamente a una de las demandas históricas de la calle y, adoptó un discurso en el que el llamado “corazón de la reforma” no era discutible bajo ningún punto de vista.

Pero luego de tres meses de encabezar el Mineduc, su discurso empezó a sufrir ciertos matices, mostrando apertura a negociar y a modificar su proyecto original, obedeciendo al tono general que ha adoptado La Moneda en el último mes y que tuvo su mayor expresión en el acuerdo alcanzado en la reforma tributaria. Este giro, que advierte que el programa de gobierno podría moderarse respecto de su versión original, no sólo encendió una luz de alerta en el comunismo, sino que también caló hondo entre las filas estudiantiles, cuyos dirigentes ven con profunda desconfianza un eventual consenso que la Nueva Mayoría podría alcanzar con la derecha en materia educacional.

Es en este momento, cuando al PC le toca ejercer su rol de conciliador en su doble faceta de lealtad hacia el gobierno por un lado y de contenedor de las demandas de los estudiantes, por otro. El cientista político de la UDP, Claudio Fuentes, asegura que este es el nuevo juego al que será sometido el PC, en su intento por “evitar que ocurra en educación otra situación como la vivida en la reforma tributaria”.

Frente a este desafío, “el temor que hay dentro del movimiento estudiantil es que el PC prefiera ser el guardián de la Nueva Mayoría sin estar dispuestos a tensionarla”, dice un dirigente. Y en el caso de que ello ocurriese, el escenario para el PC en la calle se haría aún más adverso porque existe la convicción en el estudiantado de que “por la historia del PC, el discurso de la Jota siempre va a estar cuadrado primero con la dirección de su partido que con el del movimiento”.

ALGUNAS FEDERACIONES EMBLEMÁTICAS QUE PERDIÓ EL PC

Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) Hoy la preside Melissa Sepúlveda, del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), movimiento que, junto a la Izquierda Autónoma, ha ganado más respaldo en la U. de Chile. La última vez que la lideró la JJCC fue en 2011 con la actual diputada Camila Vallejo.

Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago (Feusach) Liderada por Takuri Tapia, uno de los dirigentes reconocido como más radical de la Confech. Camilo Ballestero fue el último líder de la "Jota" en la Feusach, en 2011.

Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC) Encabezada por Javier Miranda, de la Unión Nacional Estudiantil (UNE), que con el FEL y la IA lideran la mayoría de las federaciones de la Confech. La última dirigenta electa de la JJCC fue la actual diputada Karol Cariola, en 2010.

Federación de Estudiantes de la Universidad de Valparaíso (FEUV) En abril el Tribunal Electoral anuló la elección en que el que el líder comunista Mario Domínguez iba a ocupar un cupo en la mesa ejecutiva de este año.