José Pablo Arellano: “Para cambiar de trayectoria de crecimiento se requiere, en primer lugar, creer que es posible”
El economista de Cieplan sostiene que Chile tiene las condiciones para superar el estancamiento de la última década y alcanzar el desarrollo. Sin embargo, para ello es necesario que esto se transforme en un objetivo común de todos los actores de la sociedad.
Por: David Lefin | Publicado: Sábado 28 de diciembre de 2024 a las 04:00 hrs.
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Fotos: Rodolfo Jara
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La semana pasada, la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales recibió como nuevo miembro numerario al economista de Cieplan, José Pablo Arellano Marín, en una ceremonia solemne encabezada por el presidente de la Academia, Jaime Antúnez; el vicepresidente, Luis Riveros; y el secretario académico, Jorge Peña.
Se trata de una organización de miembros numerarios y honorarios, que tiene como propósito la promoción de las ciencias humanas en sus aspectos sociales, políticos y morales, mediante sesiones de estudio, seminarios y conferencias.
El exdirector de Dipres, expresidente ejecutivo de Codelco y exministro, José Pablo Arellano, reflexionó sobre los avances del país en las últimas décadas, la situación de estancamiento actual e instó a mirar el vaso medio lleno, pues, a su juicio, Chile ha sentado bases para un desarrollo sostenido.
Es posible lograr consensos. La ciudadanía lo demanda y así lo ha manifestado en las urnas. Le está pidiendo a los dirigentes políticos que salgan de las trincheras, porque hay demasiadas urgencias".
- ¿Por qué cree posible que Chile alcance el desarrollo?
- Primero, estamos conscientes de que atravesamos un período de relativo pesimismo sobre nuestra situación y las perspectivas económicas. Entre 1990 y 2013 el PIB creció anualmente un 5,2% y, en cambio, en los últimos once años lo hemos hecho apenas al 2%. ¿Quiere decir esto que somos un “caso de desarrollo frustrado” como escribió Aníbal Pinto el siglo pasado? Por el contrario, yo quiero proponer que ahora tenemos condiciones para pensar en un desarrollo posible. Es la reflexión a la que invité en ese discurso.
- ¿Por qué en la última década Chile se estancó en su avance hacia el desarrollo?
- Para resumir, puedo decir que hay tres variables claves para el crecimiento económico que se frena: la inversión, las exportaciones y la productividad.
La inversión se volvió menos rentable, por mayores costos, por más dificultades e incertezas impuestas por los permisos y sobre todo por mayor incertidumbre. Todo esto ha empezado a cambiar, pero todavía lentamente.
Las exportaciones bajaron su crecimiento por dificultades específicas de la minería que, como sabemos, es muy importante en nuestro país. Los mismos problemas que han afectado a la inversión, golpean a la minería que es una actividad que requiere gran cantidad de capital y es de muy largo plazo. En otros sectores exportadores también ha habido pérdida de dinamismo. Y, si bien es cierto que las exportaciones a nivel global han estado más débiles en la última década, en nuestro caso hubo un debilitamiento adicional, porque hemos perdido participación de mercado.
- ¿Cuáles son las condiciones que harían posible avanzar al desarrollo?
- Yo me concentro en tres. Parto por nuestra capacidad para evitar las crisis económicas. Lo primero que se requiere para avanzar de manera sostenida, es no retroceder, porque aparte de la pérdida que significa el retroceso, toma tiempo volver al punto en el cual estábamos. Hoy tenemos estabilidad macroeconómica, que no es fruto del azar. Obedece a cambios en nuestro funcionamiento e institucionalidad macroeconómica referidas a la institucionalidad fiscal, el manejo del Banco Central, a nuestra mayor integración a la economía internacional, y a una adecuada regulación y funcionamiento del sistema financiero.
Desde 1990, Chile tuvo estos grandes avances y muchos otros, pero también hay que advertir un riesgo que se ha ido acentuando en los últimos diez años con el deterioro de la disciplina legislativa, producto de la fragmentación política. Ese deterioro se manifiesta en la aprobación de indicaciones parlamentarias que no respetan la iniciativa del Ejecutivo en materia de gastos e impuestos. Esta es una disposición constitucional que, producto de los aprendizajes del pasado, se logró aprobar en 1970 y que es básica para el equilibrio fiscal y el control del endeudamiento público.
- ¿Esa indisciplina es un riesgo para la estabilidad macroeconómica?
- Creo que el populismo económico es un riesgo que se aprovecha de la debilidad de las instituciones. La actual fragmentación política representa una seria amenaza para la gobernabilidad. Hemos visto que dificulta los acuerdos para lograr políticas de largo plazo.
La estabilidad económica no es garantía, pero sí es requisito para un desarrollo sostenido. Por eso creo que es indispensable cuidar los avances que el país ha hecho en esa dirección.
- ¿Cuáles son las otras condiciones para alcanzar el desarrollo?
- Un segundo aspecto muy relevante para nuestro desarrollo es la relación con la economía mundial. En el último medio siglo hemos recorrido un proceso de plena inserción en la economía mundial, lo que desató una dinámica de desarrollo de las empresas, sus relaciones y sus capacidades.
- ¿El tercero?
- Y el tercer aspecto que menciono es el Estado. Lo primero es que el Estado que tenemos tiene una mayor solvencia económica. La recaudación tributaria es superior a la de fines de los 80 y principios de los 90 y los ingresos son menos dependientes del cobre.
Por el lado de la estructura de gastos destaco, en primer lugar, la importancia del gasto social y de las transferencias y subsidios a personas y organizaciones de la sociedad civil, que son la base de la política social. En segundo lugar, la menor necesidad de inversión pública directa, ya que la mayor parte de la inversión en infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, energética, sanitaria y de comunicaciones es realizada por empresas concesionarias e inversionistas privados. Y un tercer aspecto destacable es el importante crecimiento de los recursos que administran las municipalidades.
Además, hubo dos reformas modernizadoras con cambios de gobernanza de algunas entidades de la administración del Estado y empresas públicas que quedan bajo un consejo o directorio plural.
- Pese a esos avances, hay consenso en que se requiere una modernización más profunda del Estado para poder acelerar el crecimiento…
- Lo que trato de destacar son los aspectos en los que considero que nuestro Estado está en mejores condiciones para contribuir al desarrollo de lo que estuvo en el siglo pasado. Pero es cierto que, junto a estos avances y aspectos positivos, hay otros en que el Estado está lejos de facilitar el desarrollo y, es más, muchas veces lo frena. Ha sido ampliamente diagnosticado el exceso normativo, con múltiples permisos y autorizaciones y que se sobreponen y demoran en resolverse, lo que se ha convertido en una traba para el desarrollo.
“Hay una tendencia a sobreregular y normar”
- ¿A qué atribuye usted el exceso de “permisología”?
- Hay una tendencia a sobreregular y normar. Pienso que esta inflación normativa, que complejiza la gestión del aparato estatal, en cierta medida, también es resultado del fraccionamiento del sistema político, que deriva en múltiples demandas particulares.
Ese mismo fraccionamiento hace muy difícil concordar reformas más ambiciosas que corrijan problemas que tienen diagnósticos compartidos.
Es evidente que este tercer pilar para hacer posible nuestro desarrollo aparece menos avanzado que los dos anteriores. La modernización del Estado sigue siendo una tarea pendiente, aunque, en mi opinión, es más viable de lograr que en otras realidades, con Estados muy sobredimensionados, de estructuras mucho más pesadas o que enfrentan mayor desconfianza.
- Si en su opinión Chile tiene las bases para alcanzar el desarrollo, ¿por qué no lo logra?
- Para cambiar de trayectoria de crecimiento se requiere, en primer lugar, creer que es posible y confiar colectivamente en que el desarrollo del país es alcanzable o, al menos, conseguir que esa confianza se vaya alimentando con acciones. Junto con eso es necesario que se vaya instalando un relato compartido. Cuando hemos compartido ciertos objetivos que nos movilizan hemos avanzado y, por el contrario, nos hemos estancado o retrocedido cuando predomina la polarización que enfatiza las diferencias en vez de los puntos de acuerdo.
Ojalá que los analistas, comentaristas y dirigentes no se limiten a mostrar los problemas y las dificultades, que las hay y muchas, sino que también llamen la atención sobre las condiciones que tenemos para superarlas.
- ¿Cree posible alcanzar esos consensos ahora, considerando que el próximo año hay elecciones?
- En la medida en que se vaya constituyendo una coalición por el desarrollo, esto será una transversalidad que coincida en entender que ningún Gobierno podrá avanzar si no se respetan ciertas instituciones básicas que se han ido construyendo en las últimas décadas, y que son requisito para una economía moderna que progresa en democracia.
Esas instituciones se deben perfeccionar, reformando a partir de lo que se ha construido, no pretendiendo refundar y rechazando la tentación del populismo.
- ¿No ve un riesgo de que las elecciones polaricen aún más las posturas?
- Yo pienso que es posible lograr consensos. La ciudadanía lo demanda y así lo ha manifestado en las urnas. Le está pidiendo a los dirigentes políticos que salgan de las trincheras, porque hay demasiadas urgencias. Las personas necesitan seguridad, los jóvenes empleos, el déficit habitacional no puede seguir creciendo. Y el mundo estará más complejo en los próximos años.
Con todo, pienso que estamos en mejores condiciones que en elecciones previas para que la competencia electoral respete esas ideas básicas que el país necesita para progresar.