“Un día, creo que era de sábado a domingo, a las tres de la mañana tocaban y tocaban el timbre de mi casa. Yo dije ‘estos son chiquillos que vienen de alguna farra” y tocaban el timbre por chistosos. Pero fue tanto que me levanté y era él (Horst Paulmann) que estaba afuera, en la puerta. Yo pensé ‘aquí hay algo grave’, pero me dijo que tenía insomnio y que necesitaba conversar conmigo. Y era por los proyectos que teníamos en desarrollo: empezamos a hablar de negocios a las 3:00 am”.
Óscar Anwandter Quentin fue el primer gerente general de los supermercados Jumbo.
Anwandter trabajó con Horst desde mediados de los años ‘70 hasta 1996, y desde hace varios años lidera la Corporación de Desarrollo y Protección del Embalse Rapel, que busca fomentar el turismo en el lago de forma sustentable.
Llegó a Jumbo por un aviso en el diario. “Postulé y me llamó a una entrevista. Él quería que uno hablara, por lo menos, dos idiomas además del español; el inglés y el alemán. Y perfecto el alemán, porque su idea de implementar el primer hipermercado en Chile era trayendo conceptos de Alemania”, cuenta Anwandter a Diario Financiero.
“Las copuchas que corrían en el ambiente eran que esto (el Jumbo de Kennedy) iba a ser un elefante blanco y que no iba a funcionar”.

Claudio Haase llegó a liderar el área de supermercados del grupo en Chile.
“Se decidió por contratarme y armar juntos este proyecto y así nació el Jumbo de Kennedy en 1976. (Horst) estaba en pleno proceso de separar los negocios con su hermano, porque él no estaba muy convencido de que eso iba a ser un éxito”, recuerda.
Y partieron juntos: “En esa época, el año 1976, veníamos saliendo de una economía absolutamente proteccionista hacia la industria nacional (…). Cuando se abrió el mercado se globalizó la economía: se podía importar mercadería de todas partes del mundo. Y así partió el Jumbo, con una posibilidad de tener un surtido mayor. Ese fue el gran ojo que tuvo don Horst”.
El exejecutivo recuerda que el primer Jumbo no requirió una gran inversión, pues se emplazó en un terreno que en ese entonces estaba en la periferia de Santiago, en Av. Kennedy con Padre Hurtado. “Alguna gente decía que estaba cerca de la frontera con Argentina”, explica y añade: “Las copuchas que corrían en el ambiente eran que esto iba a ser un elefante blanco y que no iba a funcionar. Eso lo tenían asustado (a Paulmann), pero el negocio funcionó muy bien y se le fue el nerviosismo”.
Luego, vino el segundo Jumbo, en Av. Bilbao. “En los primeros años de la década del ‘80 hubo una crisis económica y las inversiones como que se estancaron un poco y decidimos explorar el mercado argentino. Ahí me tocó viajar mucho, pero finalmente don Horst decidió instalarse él mismo en Argentina y me dejó a mí a cargo de toda la organización en Chile”, afirma Anwandter.

Óscar Anwandter, su señora Lilian Braun, Horst Paulmann y Helga Koepfer en la inauguración del primer Jumbo en Chile el 9 de septiembre de 1976.
¿Por qué la marca Jumbo? “Don Horst decía que en África le decían Jumbo al elefante grande. Según él, a mí no me consta. Luego me dijo que hay que diseñar un logotipo, una mascota”, dice el exgerente. Y nació Jumbito.
Luego se sumó a la compañía Claudio Haase, otra histórica mano derecha de Paulmann, quien recuerda la “obsesión” del empresario por la calidad de los productos en sus supermercados y el buen servicio. “Lo otro es el liderazgo que ejercía dentro de un estilo no convencional”, destaca.
“Era un hombre que no miraba nunca para atrás. Y cuando uno se equivocaba no venía la reconvención, sino que decía ‘bueno, ¿y cómo lo vamos a arreglar?’ Siempre mirando al mañana”, agrega.
La expansión
En Argentina, Paulmann partió con los supermercados Jumbo, y luego entró al negocio de los centros comerciales con el desarrollo del Unicenter. En Chile, abrió el Alto Las Condes (y el primer Easy), a principios de los ‘90, tras adquirir el terreno contiguo al Jumbo original que era de la Fuerza Aérea.
“Don Horst estaba instalado en Argentina, en Buenos Aires, y decidió volverse a Chile y ahí se empezó a hablar del tema del crecimiento y obviamente se necesitaba mucho financiamiento. Entonces, la idea era abrir la empresa, ser una sociedad anónima abierta. Yo en el tema financiero no tenía gran experiencia, así que llegamos a un acuerdo y decidí renunciar”, dice Anwandter.
En 2001, asumió como gerente general Corporativo Laurence Golborne, cuando Cencosud facturaba unos US$ 1.000 millones de la época.
Paulmann, recuerda Golborne, quería un gerente de finanzas con oficina en Buenos Aires, pero logró que lo nombrara CEO, primero con viajes entre las capitales de Chile y Argentina, para luego establecer la matriz en Santiago.
“Él era un tirador para arriba, siempre; tremendamente positivo. En la adversidad, él se fortalecía, era impresionante”, dice Golborne, quien estuvo en la compañía hasta enero de 2009, período en que el grupo aterrizó en Perú, Colombia y Brasil, mercados que se sumaron a Chile y Argentina.
“El tenía un diamante en bruto, y lo que hicimos fue formar un grupo de gente de un nivel muy superior, y armamos un equipo que me tocó liderar. Y en esos ochos años se multiplicó por 10 sus niveles de venta. Se salió a la bolsa local y a la bolsa de Nueva York. Paulmann siempre quiso este desarrollo”, dice Golborne, quien recuerda que desde sus tiempos en la empresa, Horst tenía ganas de llegar a Estados Unidos, lo que logró en 2022 con la adquisición de The Fresh Market.
“Todos lo llamábamos Don Horst. Un hombre que marcó al sector empresarial chileno durante varias décadas y se le va a extrañar. Personas como él, con ese empuje, ese optimismo, esas ganas de crecer le hacen muy bien al país. Ojalá tuviéramos muchos Horst Paulmann en Chile”, señala Golborne.