El 9 de septiembre de 1976, Horst Paulmann -quien falleció este martes a los 89 años- inauguró el primer hipermercado y Jumbo de Chile, en Avenida Kennedy esquina Padre Hurtado. Fue el punto de partida de Cencosud, acrónimo de Centros Comerciales Sudamericanos.
Su oficina la mantuvo por un tiempo en el centro de Santiago, en el supermercado mayorista PYP, que tuvo junto a su hermano Jürgen en Santa Rosa.
Todos los días, a distintas horas (cuando iba de regreso a su casa en Vitacura o a primera hora cuando salía a trabajar), Horst pasaba a visitar su nuevo emprendimiento, en solitario.
En los 90’, trasladó sus oficinas al mall Alto Las Condes. Consideró que había sido un error porque debería haberse ido al mall de La Florida y tener más espacio para arrendar en Las Condes.
Porque ese mismo año 1976, los hermanos decidieron separar aguas: Jürgen se quedó con los supermercados Las Brisas y Horst con el Jumbo. El local PYP con el tiempo cerró.
Horst llegaba de imprevisto al Jumbo, pero con el correr de los días, el guardia del recién estrenado hipermercado implementó una fórmula para avisar a todo el personal el arribo del jefe.
“El guardia mandaba el aviso y ponían música de vals en la sala; así todos sabían que llegaba el caballero y había que estar de punta en blanco. No sé si alguna vez don Horst se percató, porque era bien perceptivo”, cuenta uno de sus excolaboradores, quien recuerda que Paulmann, desde que partió, tenía una “obsesión” por la calidad de los productos en sus supermercados y el buen servicio. Y esperaba que todos sus trabajadores siguieran siempre esas directrices.
Otro exgerente que estuvo en los inicios de la cadena Jumbo recuerda cuando Paulmann quedó en panne casi frente a Las Moneda. También por su “obsesión” por dar un buen servicio a sus clientes.
Cuentan cercanos que Paulmann definía si la puerta giraba con bisagras al lado izquierdo o al derecho; que le encantaba dibujar hasta altas horas de la noche los planos de los proyectos.
Durante un tiempo, todos los días se mandaban productos perecibles, como carne, desde el Jumbo Kennedy al que tenía Paulmann en Estación Central. Se despachaba todo en un camión antiguo y un día el chofer no apareció.
“Paulmann reclamaba, decía que las cosas tenían que estar en la apertura del local de Estación Central. Al final, pidió las llaves del camión: “lo voy a manejar yo’, dijo; y subió a un gerente para ayudarle a bajar las cosas y partió”, recuerda uno de sus extrabajadores.
En camino, ya por la Avenida Libertador General Bernardo O’Higgins, casi frente al Palacio de La Moneda, llegaron los problemas. Eran poco antes de las 8 am.
“Paulmann decía ‘qué raro, que mal olor’; nos bajamos y eran los frenos: no había sacado el freno de mano, y hubo que buscar una solución para llegar con el camión a Estación Central”, dice, bajo reserva, quien fue llevado como copiloto/peoneta. “Afrontaba cualquier cosa; él siempre estaba en la primera línea”, recuerda este exgerente.
Una vez, obligado porque el chofer de un camión no llegaba, el mismo tomó las llaves y condujo por la Alameda junto a uno de sus gerentes. El problema fue que olvidó sacar el freno de mano.
También en el Jumbo de Kennedy, al poco tiempo de su debut, Paulmann recorría todas las secciones. En Pescadería notó un fuerte olor. Se pensaba que eran las otras frescas. Pero el empresario giró un mueble y, abajo, había unas conchas de almeja.
“Subió y bajó al jefe de la sección, que cómo era posible; que no podía haber mal olor en la pescadería. Entonces, le tenían un respeto único, porque esas acciones eran muy típicas de él”, recuerda un ex gerente del Jumbo.
Los planos
Al tiempo de la apertura del primer Jumbo, el empresario trasladó su oficina a Kennedy, y luego al nuevo local de Bilbao, para estar encima de la operación de este nuevo establecimiento.
Ya a principios de los 90’, movió sus oficinas a su recién estrenado centro comercial Alto Las Condes. Pero no quedó conforme.
“Consideró que había sido un error porque debería haberse ido al mall de La Florida, porque, decía, el dueño tiene que estar donde están los problemas (en ese entonces ese mall tenía pocos inquilinos). Además, era más barato el metro cuadrado y el espacio que usaba en el Alto Las Condes se podía arrendar mejor”, recuerda otro exgerente de la empresa.
El mismo que dice que Paulmann era un arquitecto más a la hora de diseñar un nuevo proyecto de la empresa.
“Él definía si la puerta giraba con bisagras al lado izquierdo o al derecho. Le encantaba dibujar hasta altas horas de la noche los planos de los proyectos nuevos. Y después los arquitectos tenían que, muchas veces, hacer los planos hasta que naciera el proyecto definitivo”, cuenta un excolaborador.
Incluso, hay quienes vieron al empresario tras la apertura del Costanera Center, con un grupo de personas a su alrededor, dibujando en un plano en el suelo de uno de los subterráneos del complejo.
Todos los consultados coinciden en que la imagen de Paulmann llevando sacos de arena para evitar la entrada de más agua al Costanera Center, cuando se desbordó el Mapocho en 2016, reflejó la forma de trabajo del empresario.
Él no se quedaba en la oficina, siempre estaba al lado de sus trabajadores, afirman varios exgerentes.
Ya fuera del día a día de Cencosud, como presidente honorario, seguía visitando supermercados Jumbo en Santiago, acompañado de un equipo de asesores. Y seguía invitando a parte de la primera línea ejecutiva del grupo a comer a su casa. Siempre quería saber de primera mano la marcha de Cencosud.